La campaña de Trump estuvo en gran medida en silencio desde que Kamala Harris emergió como la posible candidata presidencial de los demócratas. Ese lugar fue ocupado por reacciones congresionales republicanas, fundamentalmente en la Cámara de Representantes.
Primero se dedicaron a difundir la idea de que si Biden había renunciado a su candidatura, debía hacer lo mismo con la presidencia del país, un reclamo a años luz de lo que establece la Enmienda 25, Sección 3 de la Constitución. Definitivamente, Biden no le transmitió “al presidente pro tempore del Senado, ni al presidente de la Cámara de Representantes, una declaración escrita de que está imposibilitado para desempeñar los poderes y obligaciones de su cargo”.
Después amenazaron con ponerle un pleito legal a los demócratas por cambiar de candidato, algo que, personalmente, nunca antes había escuchado en estos predios. Y, por último, alegaron que Kamala Harris no tenía derecho legal alguno a acceder a los fondos recaudados en la campaña con Biden.
Todos los argumentos anteriores fueron desafiados por expertos independientes que no vacilaron en declararlos sin base legal alguna, e incluso “frívolos”.
Era evidente que la movida había hecho tambalearse a los estrategas de Donald Trump, quienes necesitaban de cierto tiempo para ajustarse a los nuevos e inesperados cambios. La primera narrativa que se vio desafiada fue la del oponente “viejo”. En el discurso de Biden a la nación sobre su decisión de abandonar la carrera, este dijo: “Hay un momento y un lugar para largos años de experiencia en la vida pública. También hay un momento y un lugar para nuevas voces, voces frescas y sí, voces más jóvenes. Y ese momento y lugar es ahora”.
Posibles demandas republicanas contra Kamala Harris fracasarán, aseguran expertos no partidistas
Antes, Biden era “el viejo de la foto”. Ahora, de pronto, Trump se convertía en el representante de la tercera edad lidiando con una integrante del nuevo liderazgo demócrata.
La postulación de Kamala Harris es una jugada política muy bien pensada que deberá tener impactos importantes sobre los sectores más jóvenes del electorado, sobre todo entre los millennials y la generación Z, hasta ahora desencantados con Biden por un conjunto de razones que no viene al caso examinar aquí.
El pasado domingo 21 de julio, Kamala Harris obtuvo el respaldo de Biden. Y en los días posteriores ha venido recibiendo una verdadera avalancha mediática, en gran medida positiva. En un informe confidencial filtrado a la prensa recientemente, el encuestador de Trump Tony Fabrizio describió el fenómeno como “la luna de miel de Harris”, previendo correctamente un aumento en las encuestas a su favor.
La campaña de la demócrata, por otro lado, recaudó la suma de 100 millones de dólares entre el domingo por la tarde y el lunes por la noche, un verdadero récord. Y sí: una serie de encuestas realizadas desde el anuncio, incluida una de Reuters/Ipsos, muestran que Harris y Trump comienzan su contienda en pie de igualdad, lo que prepara el escenario para una campaña muy interesante durante los próximos tres meses y medio. Es un escenario nuevo.
“En solo 24 horas, Kamala Harris puso el derecho al aborto al frente y al centro para los votantes, rompió récords de recaudación de fondos y provocó un colapso maníaco y público de Donald Trump. Obviamente, la publicidad es importante y aumentará, pero no es el único factor”, dijo el estratega demócrata Josh Schwerin.
La tarea
El próximo paso para los republicanos era tratar de contrarrestar el tsunami de espuma refrescante que les apareció de pronto en la ventana luego de una agonía demócrata que se prolongó durante semanas. Pero Kamala Harris ya se enfrenta a una ola de ataques que cuestionan su liderazgo, su historial político e incluso lo que supuestamente sabía sobre la salud del presidente Biden, justamente tres puntos delineados en el mensaje de Fabrizio, antes aludido. Esos son los carriles generales. Pero hilando más fino, hasta ahora la propaganda republicana en contra de la demócrata parece estar montada sobre dos ejes.
El primero consiste en presentarla como una superliberal sin precedentes históricos y/o una peligrosa radical de izquierda, mensajes destinados básicamente a erosionar su imagen entre liberales moderados y, por descontado, a reforzar lo que ya se encuentra en las mentes de la ultra derecha.
Diseminadores ideológicos como Marco Rubio ocuparon desde el principio un lugar destacado en toda una cadena de emisores. “Kamala Harris es una izquierdista radical de California”, dijo hace poco el senador cubanoamericano, quien además parece tener una bola de cristal en la mano al asegurar que “la vicepresidenta Harris será peor que el presidente Biden si es elegida”. Más recientemente, portavoces trumpistas han llevado el asunto mucho más lejos: es un “fraude marxista”.
Kamala Harris “es una izquierdista radical de California”, dice el senador Marco Rubio
El segundo, reforzar el sambenito de “zarina de la frontera”. En marzo de 2021, Biden nombró a Kamala Harris para supervisar, liderar y coordinar las conversaciones diplomáticas con los países del Triángulo del Norte —Guatemala, Honduras y El Salvador— a fin de abordar las causas fundamentales de la migración.
Los republicanos le pusieron entonces ese nombrete, aunque en realidad Alejandro Mayorkas, el secretario del Departamento de Seguridad Nacional —sometido a impeachment fallido por los republicanos de la Cámara—, es en rigor quien está a cargo de la política fronteriza de la administración Biden.
El superobjetivo es, sin embargo, claro: responsabilizar a Harris por los problemas con la inmigración ilegal, vistos desde la perspectiva ideológica republicana. Uno de los temas clave de la hora, mas aun en el panorama electoral. Y, sobre todo, apuntalar la imagen de debilidad, irresponsabilidad y falta de competencia de la demócrata para desempeñar el cargo de presidenta de Estados Unidos.
El primer mitin (sin Biden) de Trump
En su primer mitin desde que el presidente Biden abandonó su candidatura, Trump atacó a Kamala Harris por su supuesto historial negativo en todos los temas posibles e imposibles: inmigración, atención médica, medio ambiente, y, por supuesto, la pintó como una candidata “ultraliberal” en medio de sus ya tradicional retórica mesiánica y agorera:
“Al igual que el corrupto Joe Biden, Kamala Harris no es apta para liderar. No es apta para liderar, destruirá nuestro país en un año, este país será destruido”, dijo en un mitin en Charlotte, Carolina del Norte, el pasado miércoles 24 de julio.
Los Obama dan su respaldo a Kamala Harris como candidata demócrata
Para no variar, mencionó su nombre decenas de veces a lo largo de un discurso de hora y media: “Como saben, hace tres días derrotamos oficialmente al peor presidente de la historia de nuestro país, el corrupto Joe Biden”, dijo. “Así que ahora tenemos una nueva víctima a la que derrotar. La mentirosa Kamala Harris, la vicepresidenta más incompetente y de extrema izquierda en la historia de Estados Unidos”. Y añadió otros ataques personales: “Son personas muy peligrosas; cuando tratas con ellas, no puedes ser tan amable… Si no les importa, no voy a ser amable. ¿Está bien?”.
A lo largo de su discurso, Trump desplegó numerosos ataques contra Harris, centrándose específicamente en su manejo de las cuestiones de inmigración, algo que, según adujo, debería descalificarla para postularse en el cargo. Otra mentira a carta cabal: “La destrucción mortal de las fronteras de Estados Unidos por parte de Kamala es total y completamente descalificante. Ni siquiera se le debería permitir postularse a la presidencia por lo que ha hecho”, dijo, repitiendo el mantra. Y la llamó “una de las peores fiscales” que “destruyó San Francisco”.
Ese, y no otro, va a ser el tono hasta las elecciones de noviembre.