Cuba: los cambios que hay que hacer

Más de mes y medio después, aún no es público el programa que implementará los cambios en la economía anunciados en diciembre.

Foto: Kaloian.

Sin dudas hacen falta cambios en Cuba, aunque se hayan realizado algunos. No es por falta de cambios que nuestra economía anda como anda y que una parte relevante de nuestra población decide un día tras otro emigrar. Ocurre, a mi juicio, que todos esos cambios, en su conjunto, han dejado intactas las raíces de los problemas.

Al menos en economía, parece que los elementos principales que está en nuestras manos transformar, permanecen casi en el mismo lugar. Hay un contexto exterior en el que prácticamente no podemos incidir, pero tampoco subvalorar, obviar o renunciar a revertirlo. Y sí, hablo en primer lugar de esa especie de telaraña que es el bloqueo 4.0, cuyo costo anual es más de cuatro veces lo que costó anualmente entre 1962 y 1989. 

Si listáramos los cambios desde los 90 hasta ahora nos sorprenderíamos de cuántos han sido, y de cómo se agolpan unos con otros. Pero a diferencia de las penas de aquella memorable canción, en economía, sí nos matan. 

Estamos abocados a nuevos cambios, han sido anunciados unos días antes de la Nochebuena, en mi opinión, no en el mejor momento, ni en la mejor forma.

Desde entonces a acá, mucho se ha opinado sobre los anuncios. Se ha insistido en que se realizarán cuando las condiciones estén creadas, pero, ¿cuáles son esas condiciones?

Lamentablemente más de mes y medio después, aún no es público el programa que implementará esos cambios y ello, lógicamente, abre espacios para todo tipo de especulaciones. Por lo pronto, hoy es comprobable su efecto sobre la tasa de cambio informal, la cual ha llegado a 300 CUP por un dólar estadounidense.

Foto: Kaloian.

Quisiera, a riesgo de repetirme, volver sobre cinco aspectos que me parecen relevantes a los efectos de ese programa que todos esperamos.

  1. El ajuste de la economía cubana, entendiendo por tal la reducción drástica de gastos, y el redimensionamiento del aparato estatal y del sistema empresarial estatal, es necesario y constituye una condición sin la cual no fructificaran los esfuerzos por enrumbar a la economía nacional por el camino del crecimiento y del desarrollo económico. Posponer esta decisión acarreará más costos que beneficios en el orden político. Acompañar este ajuste con medidas que permitan distribuir esos costos no es una opción sino una necesidad. 

  2. Intentar la reducción del déficit fiscal, uno de los principales factores que influyen en el crecimiento de la inflación y en la devaluación del CUP, mediante el incremento de los ingresos tributarios y no tributarios vía elevación de impuestos y tarifas —el aporte por la inversión, para las empresas estatales— opera como un mecanismo de extracción de riqueza de aquellos que la producen y es contraproducente. Es contradictorio con la aspiración de crecimiento económico y mejora de la inversión, y en ese sentido es procíclico: contribuye al crecimiento de la inflación vía precios finales y reduce el salario real, y por esa razón es regresivo. Parece contraintuitivo que, habiéndolo reconocido como una de las causas de la inflación, el Parlamento cubano haya aceptado un presupuesto con el déficit más elevado desde inicios de los años 90.
  3. La corrección de las distorsiones en el ámbito monetario obliga a salir de la situación de indefinición que hoy existe. No parece saludable económicamente prolongar indefinidamente la incertidumbre que genera la coexistencia de varias monedas —CUP, MLC, USD y la creación de nuevos medios de pago (Tarjeta de Clásica). 
    Resulta incongruente mantener el discurso acerca de la intención de reducir la dolarización con el hecho real de la expansión de la misma debido a políticas adoptadas por las propias autoridades que repiten aquel discurso. 
    Si, dadas las condiciones actuales de nuestra economía y la necesidad de divisas, la dolarización parcial de la economía es inevitable, entonces debe ser asumida íntegramente en un esquema funcional al propósito del crecimiento, tal como se hizo en los años noventa. Se deben crear desde el inicio las condiciones para prescindir de la dolarización en el más corto plazo posible. De hecho, sería preferible anunciar ese plazo. Si se entiende que el costo de la dolarización parcial es inaceptable, entonces elimínese y asúmase el costo que ello implica, pero alineemos la economía nacional al CUP. Lo peor es lo que hoy ocurre, entre otras razones, porque genera una gran incertidumbre que afecta duramente el ambiente negocios.

    Foto: Kaloian.

  4. El saneamiento del sistema empresarial en su conjunto no admite mucha más dilación. Obviamente, una parte de ese saneamiento estaría asociado a la adopción de políticas fiscales y monetarias, como parte del marco institucional del cual dependen todas las empresas y de políticas macroeconómicas, que impacten positivamente en su desempeño microeconómico y transparenten sus resultados en términos de eficiencia y productividad.
    Pero, a la vez, se necesita redimensionar el sistema empresarial estatal. El año 2023 terminó con 323 empresas estatales en pérdidas. Una buena parte de ellas están concentradas en actividades de comercio y gastronomía subordinadas a los gobiernos locales, probablemente más del 20 %.
    En la situación económica que enfrenta el país, mantener funcionando cuasi artificialmente empresas no decisivas para el desarrollo y menos aún para la seguridad nacional, no parece tener ninguna racionalidad y de hecho se aleja de las ideas originales expresadas en la Conceptualización del Modelo Económico y Social. Otras, condenadas a tener pérdidas como parte de la política social, deberán esperar por los cambios radicales en la política de subsidios.
    Mientras el discurso bipolar sobre el sector no estatal y en especial sobre las pymes, propicia el desaprovechamiento del propio sector, desincentiva el crecimiento de la inversión nacional privada, la cautela en encadenarse con el sector empresarial estatal y a la vez, desincentiva el desplazamiento de una parte de esas empresas hacia actividades productivas más complejas.
    Ello resulta poco coherente con las estadísticas oficiales del sector empresarial no estatal, el cual, a pesar de las restricciones aún existentes, aporta el 15 % del PIB, emplea a más del 30 % de la fuerza laboral y contribuye con el 18 % de los ingresos tributarios.

    Foto: Kaloian.

  5. La necesidad de que ese programa de ajustes incorpore políticas que promuevan el cambio estructural no es un asunto reciente. Está en los orígenes mismos de este largo proceso de reformas. La incoherencia entre la constante “actualización” de los sectores estratégicos y la política inversionistas del país es un hecho.
    Mientras el pueblo padece de un prolongado déficit de bienes y según los propios datos oficiales, el segmento de los alimentos lidera el crecimiento de los precios impactando negativamente en la calidad de vida de los ciudadanos, la asignación de los recursos de inversión a los sectores que podrían contribuir a reducir ese déficit, ha sido en los últimos seis años más que insuficiente.
    El turismo, sector en el que se pensó como factor clave de la recuperación y que concentró en estos seis años más del 30 % de la inversión, ha estado lejos de las expectativas, no sólo en términos de arribo de turistas, ocupación e ingresos, sino también en su débil capacidad de arrastre (efecto multiplicador) sobre el resto de la economía nacional. La distorsión monetaria, las diferentes tasas de cambio y las normas de gastos impuestas a los hoteles son parte de las causas de ese bajo efecto multiplicador.

Sin dudas todo es tremendamente complejo. Las demoras y las marchas y contramarchas nos han hecho perder un tiempo valioso. Llegamos nuevamente a un año electoral en Estados Unidos, pero en condiciones económicas peores que la vez anterior. 

Como casi siempre las elecciones en ese país tienen importancia para Cuba. Quizá como nunca antes en procesos anteriores, esta vez mi certeza acerca de que cualquiera sea el Presidente electo, y cualquiera sea su programa de campaña, las decisiones sobre la política hacia Cuba dependerán del balance de intereses que ambos candidatos tengan que hacer se refuerza todavía más. Cuba está físicamente muy cerca de Estados Unidos pero a la vez demasiado lejos de los intereses reales de las administraciones norteamericanas. Poco podemos hacer para cambiar esa realidad. Entonces, solo podemos hacer los cambios que están a nuestro alcance.

Nos queda emplear a fondo dos de las cualidades más importantes de los homo sapiens: la de anticipar el futuro y la de adaptarse incluso en ambientes extremadamente hostiles. 

Porque los homo sapiens estamos en lo más alto de la cadena de los seres vivos no porque tengamos más dientes que un tiburón blanco ni porque nuestros colmillos sean más grandes que los del “rey de la selva”. El éxito del sapiens ha sido su increíble capacidad de adaptación a condiciones externas. Desembaracémonos de todo aquello que no nos permita emplear a fondo esas habilidades.

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