Casi siempre que se habla de la preferencia del gusto popular por tal o cual género musical, se concluye que esto se debe a un misterio. Y así, de un plumazo, se cortan las alas de las posibles indagaciones musicológicas y antropológicas.
¿Es fortuito –pongamos por caso– que en el oriente del país existan mariachis o peñas de tango? Y no es solo la música de otro país lo que se adopta en esos casos, sino, también, la densa madeja cultural que ello entraña. He visto, con un calor luciferino, en La Habana y en Santiago, “compadritos” de sombreros de fieltro y bufanda blanca al cuello, milongueros de arrabal de la Hata, Altos de Quintero o Santos Suárez. Por no hablar de Luis Rey Palmero, guantanamero más conocido por su nombre artístico: El Charro Negro. No pongo en solfa nada. Constato un hecho.
El cine argentino y el mexicano estaban tan abrumadoramente presentes en las salas y en los televisores del país en los años cuarenta y cincuenta, que a los espectadores no les hacían falta diccionarios de lunfardo o pachuco para entender a Tita Merello y a Tin Tan. Incluso, muy entrada la década de los 70 –y puede que más– el programa Cine del Hogar seguía “visitando” cada casa al mediodía. Además de la influencia de la radio, que pasaba esta música como un elemento cultural “vivo”, y no en programas temáticos, primer paso para la arquiologización del género. (Acabo de inventar el término, lo sé, pero no hallo otra manera de decirlo).
De modo que es ingenuo afirmar que el gusto por las rancheras y los tangos dentro de cierta franja poblacional se dio por generación espontánea.
¿Cómo explicar que en pleno siglo XXI el danzón, baile nacional de Cuba –y que excepcionalmente se toca y se baila en Cuba–, sea una expresión musical y danzaría cotidiana en Veracruz y Yucatán? Incluso en Ciudad México hay salones donde las parejas, antañonas y no, van, todas compuestas, a bailar… danzón; y también a ligar, que todo hay que decirlo.
A finales del Siglo XIX llegó el danzón a México portado por músicos cubanos de gran nombre en la isla, y por otros, como Acerina[1], que se quedaron a vivir en ese país, y dieron carta de segunda nacionalidad al género. De la misma forma en que se puede hablar de un bolero mexicano, con características morfológicas propias, hay también un danzón azteca. Recuerdo ahora una pieza célebre de ese catálogo: “Los timbales de Acerina”.
Supone un estudio mayor hallar los porqué el danzón ha sido relegado en Cuba a pieza de museo, que se desempolva en galas culturales o festejos patrios casi exclusivamente, cuando hay antecedentes de orquesta emblemáticas como la Aragón, que en sus mejores tiempos mezclaban en una misma presentación boleros, danzones, chachachá de forma natural, pues todos estos géneros contribuyen al caudal de la música popular cubana, sin duda alguna la manifestación de nuestra identidad más aportadora al ámbito de la cultura universal.
Concurso de Danzón Lindas Cubanas, patrocinado por el Palacio de los Torcedores de Matanzas, la Central de Trabajadores de Cuba y el periódico Trabajadores. Foto: Trabajadores.
¡A la carga, danzoneros!
Desde hace un tiempo se observan ingentes esfuerzos de músicos, productores radiales e investigadores por revitalizar entre nosotros el danzón. Una decena de programas dan fe de ello, como Danzón Cuba, de Radio Ciudad de La Habana; Danzoneando, de Radio Taíno; los fundacionales de Radio Progreso dedicados a Barbarito Diez, y Felicidades, de Radio Rebelde. Es de destacar, además, la labor del maestro José Loyola, desde la UNEAC y también frente a la Charanga de Oro; el Piquete Típico Cubano, que dirige Jorge Vistel; las investigaciones fundamentales de la maestra María Victoria Oliver, los eventos internacionales para promover el género, como el Miguel Failde Inmemoriam…
Tengo para mí que la salud y pervivencia del género se decidirá, no obstante, en salones de baile y fiestas populares, si las orquestas de más pegada por su calidad y aceptación lo incorporan dentro de su repertorio no como un acto simpático con una manifestación demodé, sino como lo que genuinamente es: una de las columnas que sostienen la identidad nacional, no porque así lo hayan sancionado en ámbitos académicos y congresos, sino porque reúne en su esencia los elementos constitutivos de ese ser complejo que hemos convenido en llamar “el cubano”. No se puede amar lo que no se conoce, podría ser el lema.
Y en esa pelea están comprometidos muy talentosos músicos jóvenes. Desde la agrupación tunera Cubaclamé, pasando por el jazzista Alejandro Falcón, con su excelente disco Cuba Now Danzón, hasta la mismísima Orquesta Miguel Failde[2], heredera de un inmenso legado, y con un promedio de edad de 26 años.
Desde su fundación, en el 2012, esta orquesta ha grabado dos fonogramas con la EGREM de mucha calidad: Llegó la Failde (2016) y Siempre tu voz (2019), dedicado al centenario del natalicio de Benny Moré, y en el cual participan, entre otros, Omara Portuondo y Johnny Ventura.
Como quiera que la Failde va en ascenso vertiginoso, con múltiples presentaciones nacionales e internacionales[3], decidimos contactar a Ethiel Failde[4], su fundador y director, para hablar sobre la proyección del conjunto.
¿La orquesta Miguel Failde es una charanga de formato cerrado?
Nuestro formato, en esencia, responde a la charanga cubana típica del siglo XX, aunque presenta una cuerda ampliada de metales (saxofón alto, clarinete, trombón y dos trompetas). Esta conformación nos permite hacer, además del repertorio de clásicos de la música tradicional cubana, renovaciones en las concepciones musicales y orquestales, al fusionar el danzón con la timba, y llevar temáticas sociales de actualidad a géneros tradicionales. Ello se puede apreciar en títulos como “Danzón timba”, “Cubadanzón”, nuestra particular versión de “Almendra” o en la musicalización del famoso poema “Me desordeno”, de la también matancera Carilda Oliver Labra. Ese sello sonoro está marcado por los arreglos de Alejandro Falcón, José Antonio González Font, Roldany Hernández y, también, por mis aportes.
Tenemos un formato cerrado en músicos, pero abierto a nuevas sonoridades que se avengan a nuestros propósitos. Por ejemplo, tambores batá, djembé[5], cajones flamencos…
¿Han pensado hacer una antología del danzón?
Creo que primero debemos mostrarnos como agrupación, dejar clara nuestra identidad a través de la discografía y en las presentaciones habituales, para que el público entendido o no pueda identificarnos por nuestro formato, por el tipo de repertorio, por los cantantes y por la presencia escénica. Al propio tiempo, asumimos como deber sagrado el rescate de la obra de Miguel Failde, del que lamentablemente sólo se cita “Las Alturas de Simpson”, pues el resto de su obra ha permanecido en silencio por más de un siglo; en esa línea también hemos trabajado con otro importantísimo creador matancero: Aniceto Díaz[6]. En nuestro próximo disco (el tercero bajo el sello EGREM), hemos incluido el danzón “Nievecita” de Failde, obra que data de 1883; y la Dirección Provincial de Cultura de Matanzas ha financiado otro fonograma donde incluiremos “Cuba Libre” (1902) y “A La Habana me voy” (1903), del propio Failde, y danzonetes de Aniceto, como el titulado “Son igual que el cocodrilo” (1932).
Una antología del danzón cubano, y extenderlo hasta México, país donde este ritmo tiene su propia historia, es una meta que acariciamos, pero llegará cuando estemos listos en términos musicales y tengamos la capacidad de convocatoria suficiente para reclutar a los exponentes más importantes de ambas orillas, ojalá no nos falte el respaldo de nuestra disquera y de las instituciones culturales del país.
¿Hay compositores dentro de la orquesta?
Actualmente nuestro mánager, Pedro Pablo Cruz, crea la mayoría de los temas que comienzan a distinguirnos; su labor como autor musical es complementada por los arreglos de Alejandro Falcón, José Antonio González, Roldany Hernández y por mis ideas de cómo queremos sonar. En los primeros años fue vital el papel de Alejandro Falcón, que, con sus creaciones y su impronta, vistió el danzón de siglo XXI, como respuesta a nuestro pedido en muchos casos.
Creemos también en la necesidad de hacer versiones para que la música perdure, seleccionar una pequeña muestra de varias épocas. Hoy por hoy los temas mueren muy rápido, desgastados por las lógicas de mercado. Pero incluso en las versiones, hacemos nuestros aportes. No nos interesa copiar miméticamente o satisfacer el oído pasivo del turista promedio que llega al país con una imagen bastante caricaturizada de la música cubana. Nuestros arreglistas procesan cada tema; incorporamos en los montajes coros, bloques, enriqueciendo la partitura original a nuestro modo. Luego, en los conciertos, tratamos de balancear números originales y versiones.
Algo en lo que me gustaría enfatizar es que la Orquesta Failde ejecuta un amplísimo abanico de ritmos (danzón, danzonete, son, bolero, chachachá, mambo, timba…), todo lo que nos permite nuestro formato; algunos nos critican por no hacer únicamente danzones, pero deben recordar que el propio Miguel Failde (durante el surgimiento y apogeo del danzón) ofrecía en sus conciertos polkas, mazurkas, varsovianas, danzas, canciones, valses y otros ritmos que eran del gusto popular en aquel momento, así que no creo justo que nos quieran encasillar o limitar solamente a un género. Tenemos una visión amplia, viva de la música cubana, porque sabemos cuál es nuestra raíz.
El próximo año se cumplirá un siglo del deceso de Miguel Failde.
Estamos preparando nuestro próximo fonograma con la EGREM: Failde con tumbao. Un disco que trae el abanico de géneros musicales que puedes encontrarte en un concierto de La Failde: danzones antológicos, contemporáneos, danzones cantados, danzonetes como “Rompiendo la Rutina”, o el poema musicalizado “Me desordeno”, de Carilda Oliver Labra, llevado a danzonete; además de mambo, chachachá, son, salsa, guaracha. Este disco recoge un compás de más de un siglo de historia musical, da protagonismo a nuestros cantantes (voz femenina: Yerlanis Junco; masculina: Yurisán Hernández). Como invitados confirmados aparecerán Omara Portuondo, el violinista Federico Britos, el trompetista Julito Padrón y el pianista Alejandro Falcón.
Haremos tres videos clips, que acompañarán el fonograma, incursionando en el dibujo animado. “Tumbao”, el primer video clip, es una propuesta a medio camino entre la salsa y la timba, que hace un recorrido por la historia del tumbao como piedra angular de la música popular cubana, y homenajea a algunos de sus máximos exponentes.
Nos empeñamos en la grabación de las joyas inéditas (danzones de Failde y danzonetes de Aniceto Díaz).
Continuaremos nuestro capítulo de colaboración como orquesta acompañante del ballet Lizt Alfonso Dance Cuba en sus giras internacionales y algunas presentaciones en el país.
Como ves, no nos detenemos. Para nosotros esto es una pasión y un deber sagrado, una carga por lo nuestro en la música.
Notas:
[1] Consejo Valiente Roberts (Santiago de Cuba, 1889-México, 1987). Percusionista y director de orquesta que se radicó en México desde 1913. Debe su nombre artístico a una piedra usada en joyería, la hematita especular, comúnmente llamada acerina.
[2] Miguel Ramón Demterio Failde (Matanzas, 1852-1921), autor de Las alturas de Simpson (1879), unánimemente reconocido como la pieza fundacional del género.
[3] Fue la agrupación escogida para amenizar la cena que ofreció el Gobierno Cubano a Barack Obama durante su visita oficial, en 2016.
[4] Tataranieto de un hermano de Miguel Failde.
[5] También llamado Yembé. Tambor muy popular en Mali, Senegal, Costa de Marfil y otros países africanos.
[6] José Manuel Aniceto Díaz (Matanzas, 1887-La Habana, 1964). Creador del danzonete (1929, “Rompiendo la rutina”), fusión de son y danzón.
gracias por este bonito artículo!
Lastima que la UNEAC Nacional decidiera alternar el festival del danzón con el Boleros de Oro, olvidando que el primero es acerca de nuestro baile nacional. Ojalá los alternen pues si hay dinero para que funcionarios viajen al exterior para no resolver nada, se puede aprovechar ese dinero para sufragar el encuentro de danzones y tambien el de boleros, que ambos son nuestros. La cultura hay que subvencionarla, aunque se debe velar por no botar el dinero. Como Matanzas pudo encontrar presupuesto para un festival y en la nacion no?