Está en las redes. Unas veces haciendo su rutina de yoga; otras, montando bicicleta por parajes atractivos; otras, modelando piezas tejidas por ella misma con la técnica del croché. Aterrizó en este planeta en 1992, Período Especial, en el matancero pueblo de Jagüey Grande, como Eliane Piedrafita Santos. Pero es Eli para todos, Eli PS si quieren más datos. Ahora vive en Bochum, Alemania.
Confieso que lo que me llamó la atención, entre todas las cosas a las que se dedica, diligente, fue su trabajo con lo que antes se llamaba “las labores”. El tejido puesto en función de prendas y accesorios, pero con un “algo” que va más allá, donde se vislumbran ciertas densidades conceptuales no muy al uso en la fashion de nuestros días. Dicho de otro modo: me intrigó esta cubanita trasplantada al mundo germánico que teje y se teje sus días, deslumbrada por el universo del arte, convencida de que también ella tiene lo suyo por decir. Y parece que, en eso de expresarse, nadie va a poder detenerla.
La contacto. Accede, entre alegre y sorprendida.
Relátanos brevemente tu proceso de formación en Cuba.
No tengo una formación artística académica. En mi familia tampoco hay artistas. Cuando terminé la escuela, las únicas opciones que tenía para estudiar una carrera, según la mentalidad de mis padres, eran ingeniería y medicina. Soy muy mala en matemáticas y la medicina no me gusta, pese a que esa era la carrera que le hubiera gustado a mi papá que yo siguiera, porque él es médico.
Me fui para La Habana con 19 años, a probar suerte, y allí los primeros amigos que hice eran artistas del tatuaje, grafiteros y pintores. Puedo decir que mi experiencia inicial creando algo fue con un pincel y unas pinturas: me traía herraduras viejas de los caballos de mi pueblo, las limpiaba bien, le dibujaba flores o lo que se me ocurriera, y luego se las regalaba a los amigos.
En La Habana trabajaba de mesera en restaurantes particulares. En los días libres socializaba con los amigos y casi siempre iba al café Fortuna, en Miramar, a sentarme a leer. Los libros me abrían la mente, me desconectaban de mi realidad para entrar en la de las historias. Fueron una herramienta para crear mundos, escenas y personajes en mi cabeza. Los sueños, mis emociones y mis vivencias también aportaban mucho a mi creatividad. Una vez me regalaron una cámara y me puse a hacer fotos sin saber nada de fotografía. Así comencé a conectar con algunas personas a las que les gustaba lo que estaba haciendo entonces por la sencillez y la sinceridad con que las expresaba; eso era lo que me decían. Las fotos las tomaba sin captar rostros. Para mí, el cuerpo habla otro lenguaje; los objetos también, y me cuentan muchas más historias, o me motivan a inventarlas.
Por un tiempo experimenté algo muy curioso. Veía cosas alrededor, en la calle, pero la información llegaba a mi cerebro con otras figuras y colores. Ejemplo de eso eran las palmas. No veía un árbol, sino una cubana. Con una figura tan simple, las palmas me trasmitían toda la energía y esencia de la representación de una mujer cubana; te cautivan con una sensualidad única entre los árboles a su alrededor y resaltan por encima de todos ellos, estiradas y dominantes.
Tenía muchas ideas escritas en una libreta, con la ilusión de trabajar algún día en ellas, pero como no poseía una formación académica, nunca tuve el valor de expresarlas, porque pensaba que para hacer arte debes estudiar.
Me inscribí en un curso de producción en Cuba, y trabajé en algunas ocasiones, en mis tiempos libres, con amigos que me invitaban a colaborar con ellos. Era algo que disfrutaba mucho. Cuando conocí a mi actual pareja, sentí más libertad para contarle mis ideas, y fue él quien me ayudó a abrirme al mundo del arte.
¿Qué fue el proyecto Paralysis? Según tu hoja de vida, fue para ti la entrada al mundo del espectáculo.
Parálisis fue un concepto de actividad creativa que integra arte urbano, en especial la cultura musical techno. Fue creado en 2019 por Julio César Iglesias Ungo, y como plataforma su principal motor era traer a DJs internacionales para compartir escenarios con DJs nacionales.
Fue el primer proyecto que impulsó la cultura techno cubana un poco más seriamente, y llevó a la audiencia a descubrir nuevas formas de interactuar con esa música y profundizar su relación con La Habana como ciudad.
Para mí fue el pilar del crecimiento de esa cultura musical en el país para el momento.
En 2019 viajas a Alemania para cumplir con una residencia.
En 2019 fui invitada por Julio César Iglesias y el Teatro Pumpenhaus de Münster para recibir un taller de confección y realizar la prospección para lo que sería el proyecto danzario Blade Runner.
Estuve allí de noviembre de 2019 a enero de 2020. Después regresé a Cuba, pero todo se paralizó por el inicio de la pandemia. En 2021 regreso a Alemania a continuarlo, aunque se vio interrumpido, de nuevo, en tres ocasiones por los recurrentes cierres del teatro debido a la situación sanitaria.
Uno de los teatros coproductores de Blade Runner fue el Tanzhaus nrw, de la ciudad de Düsseldorf, donde tuvimos una residencia creativa como parte de su realización. Fue la primera vez que interactuamos con el staff completo de la obra, que incluía a dos españoles, dos diseñadores de escenografía y luces alemanes, el coreógrafo belga Hans Van den Broeck, el coreógrafo cubano Julio César Iglesias Ungo y yo, como diseñadora de vestuario. Un grupo bastante ecléctico con el que me sentí muy cómoda para trabajar.
Esa pieza se estrenó en 2022. Por otra parte, tuve la oportunidad de hacer una pequeña colaboración con dos ex de la compañía de Pina Bausch, Thusnelda Mercy y Pascal Merighi, que fundaron una compañía llamada Kompanie Merighi I Mercy.
Actualmente estoy en proceso de confección de mi propio proyecto: Traces, que tiene fecha de estreno los días 13 y 15 de octubre de este año en una galería en la ciudad de Wuppertal.
En noviembre viajaré a Cuba para participar como diseñadora de vestuario en Exposure, coproducción de Danza Contemporánea de Cuba, la compañía de hip hop alemana Urban Art Ensamble Rhur y el músico australiano Ben Frost, que tocará en vivo; dirigirá Julio César Iglesias Ungo, y será estrenada en el Teatro nacional de Cuba los días 1, 2 y 3 de diciembre, como parte del festival CuBeArT en su primera edición.
¿Te consideras emigrada? Si fuera así, ¿cuáles serían aquellas experiencias más duras por las que has tenido que transitar?
Sí, me considero una emigrada, ya que decidí quedarme y probar suerte en este país, que me acogió y me ha dado otras posibilidades de crecimiento artístico y personal. No quiero decir que sea un proceso fácil. Toma tiempo comprenderlo y entrar en su sistema.
No sabía que decidiría quedarme, no preví la posibilidad de integración en este lugar; y la verdad, fue bastante duro. Porque al principio no eres consciente de tal decisión. Al mes es que comienzas a sentir la etapa de duelo migratorio. El clima, el idioma, la nueva cultura y el hecho de haber dejado mi casa, mi familia y amigos sin despedirme adecuadamente de ellos, fue para mí un proceso cargado de tristeza y confusión. Me tomó tiempo aceptarlo, además de que me generó episodios de ansiedad, que aún siguen apareciendo, aunque con mucha menos frecuencia.
Hablemos del crochet. ¿Dónde, con quién, adquiriste esa habilidad?
Aprendí crochet en la pandemia. Un día vi una publicación de una chica en Instagram, le escribí para pedirle que me enseñara, y yo le pagaba por sus clases. No tuve muchos encuentros, porque entonces estaba comenzando a estudiar alemán, y la escuela me tomaba tiempo.
Aprendí los puntos básicos, y después comencé a improvisar por mi cuenta. Con el tiempo, mi visión del crochet se amplificó más allá de tejer prendas de vestir. Un día encontré unas gafas viejas y les tejí ojos; cuando publiqué fotos en Instagram, una mujer se interesó en ellas para su hija, y me encargó dos. Lo mejor de todo era que me daba la libertad de hacerlas como yo quisiera. Fue súper excitante ver, un mes después, las gafas en una página de la revista digital Anon Kid´s Magazine, con la hija de la mujer posando.
También comencé con la temática de los senos, y otras ideas que se me iban ocurriendo por el camino.
Esta técnica la incorporé al diseño de vestuario de Blade Runner. Por un momento me dije: “¿Qué es lo que más te gusta hacer ahora, crochet?” Entonces hice la mayor parte del vestuario a mano, y en mucho de los casos utilizando el crochet como base principal.
¿El crochet es solo una práctica artístico profesional o sirve, además, como campo de meditación e investigación de tu ser íntimo?
Como trabajo meditativo y terapéutico puedo asegurar que es muy positivo. Me ha servido de mucho para liberar estrés y, sobre todo, para canalizar momentos de sensaciones negativas; me ha proporcionado paz interior y calma.
Cualquier cosa creada con las manos es arte, por muy simple que sea o parezca. La creatividad es muy contagiosa, así que es bueno dejarla salir a jugar en libertad. En el caso del crochet, se puede encontrar un grandísimo universo mágico de arte. Como dijo Albert Einstein: “la creatividad es la inteligencia divirtiéndose”. Yo tomé esa frase como un lema.
Tradicionalmente, el crochet es visto como una disciplina “propia de mujeres” que se sientan en círculo a tejer y comentar los sucesos del día. ¿Cómo utilizarlo para combatir las tradicionales dinámicas de género? ¿De qué manera tu arte podría servir como elemento de empoderamiento?
Esta labor se aleja cada vez más de su corto perímetro como oficio o disciplina propia de mujeres. Es importante transmitirlo como una técnica y no como el estereotipo simplificado de una labor para un género. Es sencillamente percibirlo y comunicarlo como inspiración de un nuevo aprendizaje, y como una práctica que te induce a una amplia variedad de campos artísticos, a la moda y el arte sostenibles.
¿Las prendas de vestir que elaboras a partir del crochet son piezas únicas?
Sí, son únicas. Al principio, tejía solo bikinis y blusas cortas. No entendía los gramajes que se utilizaban en cada trabajo, y casi siempre me quedaba corta con las cantidades; también porque tenía miedo a hacer labores más grandes.
Aprendí a leer patrones y estudié las diferencias de materiales entre los hilos, lo que es importante para saber cuál es el mejor para cada pieza. Mi primer vestido tardé más de diez días en terminarlo. Después de eso perdí el miedo, y empecé a querer hacer labores más grandes y complicadas. Buscaba referencias de otros artistas del crochet o marcas famosas de moda, y me atreví a hacer mis propios diseños.
En mi trabajo no tengo una temática fija. Puedo hacer lo mismo una prenda de vestir que un accesorio, o lo que se me ocurra. La gente que sigue mi trabajo me ayuda mucho con las ideas; me envían todo el tiempo fotos e información relacionadas con el crochet.
¿Comercializas tu trabajo?
Algunas cosas las vendo por encargo. Me gusta trabajar directamente con el cliente para diseñar a partir de su gusto; incluso, ellos también aportan ideas a sus propios diseños. Otros trabajos solo los hago, y si a alguien le gusta, me lo dice y yo le hago el envío.
¿Trabajas con ayudantes?
No tengo partner o ayudante, pero me gusta colaborar con otras personas. Cada cerebro es un mundo diferente. En las manifestaciones artísticas, el receptor interpreta y procesa individualmente la información, dependiendo de sus vivencias, manera de pensar y existir; de igual manera, ese mismo receptor transmite y comparte información desde su perspectiva única. Cuando las ideas expuestas se conectan con otras, se pueden generar creaciones geniales. Con esto te digo que soy siempre receptiva a colaboraciones e intercambios.
¿Piensas transmitir tus conocimientos de crochet a otras personas?
Me interesa compartir mis conocimientos. Desde que comencé a enseñar públicamente mis trabajos de crochet, algunas personas me escriben dejándome saber lo inspiradora que puedo ser para ellas; y hay quienes se han iniciado en la aventura del mundo crochetero. Siempre les digo que estoy ahí para cualquier duda o información que necesiten.
En estos momentos estoy preparando mi primer workshop de crochet para principiantes. Quiero hacerlo abierto a la posibilidad de que toda persona, sin importar el género, pueda participar en él. Por otro lado, tengo planificando un taller gratis para hacerlo con niños en mi próximo viaje a Cuba. Mi objetivo es transmitirles esta técnica que puede serles de alguna utilidad en el futuro, además de contribuir a su educación y generar cualquier despertar creativo en ellos.
Llevaré todos los materiales desde aquí los dejaré de regalo como impulso motivador para que tenga continuidad el nuevo aprendizaje.
Cuando comenté la idea a una amiga, se animó a apuntarse junto con los niños; entonces estoy pensando en la posibilidad de abrirlo a algunos adultos que quieran participar y puedan apoyarme con los niños. Pienso que así el taller se volverá más interesante, variado y divertido.
¿Alguna colaboración con otros artistas?
Conecté con una artista que tiene su propia tienda de moda upcycling aquí donde vivo; ella diseña carteras y prendas de vestir a partir de ropa de segunda mano; ya hicimos nuestra primera colaboración de trabajo uniendo mi concepto de lo senos con el suyo del seegras expulsado por el mar a la orilla de las playas, que luego de ser limpiado, se seca y se usa como relleno.
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La representación de los senos está presente en diversos artículos que confeccionas. ¿Es un motivo más o detrás hay un discurso, algo por comunicar, un elemento que añadir al debate sobre género?
Mi trabajo con los senos abarca un amplio concepto de debate e inclusión de la figura femenina. Comenzó a partir de la aceptación del cuerpo tal y como es. Las mujeres por años hemos sido sometidas a la inyección mental de un estereotipo de belleza.
Desde niña, mis primeros dibujos de figuras femeninas eran con dos círculos redondos perfectos como senos y dos curvas bien definidas en parte de la cintura. Cuando crecí, mi figura no coincidió nunca con lo que tenía en la cabeza como un cuerpo perfecto, y eso generó inseguridades en la etapa adolescente.
Con los senos inicialmente quise romper esos conceptos y desnormalizarlos, tanto en nosotras las mujeres como en los hombres, que tienen un preconcepto de cómo deberíamos lucir. Después descubrí que estaba parada a la entrada de muchos caminos temáticos relacionados.
Seguidamente, creé un personaje que se llama Octubre. Ella es una chica que vive en una generación sin prejuicios, camina por las calles mostrando sus senos, y siempre cuenta sus aventuras a otra chica llamada Clara, con la que tiene un vínculo de amor. Fue así que Octubre, además de transmitir mensajes directos de emancipación, empoderamiento y amor, también lucía alguna prenda de vestir tejida por mí.
Seguí andando por los caminos del concepto de los senos y llegué al de las mujeres como figura materna, y es que en Cuba, mi país, con una cultura machista, no se valora a la mujer como portal divino de llegada a este mundo. Se ven aún muchos episodios de maltrato, violencia y desigualdad. Cada persona recibe como regalo de vida una madre, que nos formó en sus entrañas y nos trajo, mediante esfuerzo y dolor, a este lugar; fueron quienes también nos alimentaron por primera vez ya fuera de sus cuerpos, después de haberlo hecho durante todo el tiempo que estuvimos dentro de ellas. Entonces todas las madres están conectadas por el mismo hilo divino, y eso merece respeto y reconocimiento.
Fue así que hice representación de esto con los senos pillow, y actualmente estoy escribiendo un concepto, como proyecto, con el que quiero hacer una instalación grande para exponerlo. Han venido muchas más ideas con los senos.
Intento promover continuamente la diversidad y la ruptura de estructuras. En mi discurso ubico a la mujer, con todas sus diversidades, como sujeto esencial y de importancia en el mundo en general. Promuevo la igualdad de género, integrando también a toda persona que se identifique como mujer.
Nárranos el proceso de creación de Traces. ¿En qué consiste? ¿De dónde surge la idea?
Traces es una rama artística de mi trabajo que nunca había desarrollado. Es un proyecto que escribí desde una necesidad de expresión diferente, la cual quería experimentar. Es un proyecto que presenté este año y fue aprobado por el Ministerio de Arte y Ciencias de Nordrhein Westfalen. El objetivo es hacer un estudio sobre el impacto sobre la identidad al entrar en una nueva sociedad. Como emigrante estoy viviendo ese proceso.
“Queremos intentar comprender cómo funcionan estos fenómenos sociales, y llegar a todas las almas que se identifican con ellos”, dice la fundamentación. Traces es una búsqueda en el interior, un espejo, una ilusión y el coraje de sobrevivir. Es un trabajo basado en la creación de espacios de encuentro y en la recopilación de historias y testimonios de personas que han emigrado de un lugar a otro de la Tierra.
El objetivo es crear una obra de video a propósito de cuando alguien entra en una sociedad que funciona, actúa y piensa de forma diferente, y analizar cómo es la adaptación, la convivencia, la aceptación y la funcionalidad de ese individuo con una cultura u orientación otra, visto desde ambos lados.
En tu vida cotidiana, en tu modo de relacionarte con tus colegas, en tus hábitos, ¿hay algo que revele a las claras tu país de origen? Está más que aceptado que la identidad es un proceso de construcción permanente, consciente o no. ¿Cómo te definirías en este momento de tu vida? ¿Con cuántos fragmentos se compone la mujer que eres hoy?
Durante un tiempo, cuando llegué aquí, no me sentía parte de ningún lugar, hasta que entendí que la identidad no es solo un país de origen, porque eso te encierra en un estereotipo fácil. Veo en la identidad muchos otros factores, como son los comportamientos, creencias, valores familiares, orientación sexual, gustos… Son atributos que llevamos con nosotros a cualquier parte donde nos dirijamos en la vida, es nuestro molde de características propias que nos distinguen y nos diferencian de otros, además de que están en continuo proceso constructivo y evolutivo.
Por supuesto, por haber venido de un país como Cuba sobresalen en mí comportamientos y hábitos propios de un nativo de allí, y me encanta mantenerlos activos y visibles en mi vida cotidiana. Venimos cargados de informaciones, las mismas que hacen un gran aporte a la evolución permanente de la amplificación cultural.
Me gusta observar hasta dónde ha llegado y hacia dónde se dirige mi construcción personal. Estoy orgullosa y soy consciente de todos los patrones que he roto y transformado en mí, para darle la entrada a una persona que piensa y existe en su mejor versión de sí misma cada día en este mundo.
¿Cómo te ves de aquí a cinco años?
No tengo una imagen exacta de mí en cinco años. Pero sí ambiciones y deseos que son los que me pondrán en el lugar en que tenga que estar. Mientras tanto, sigo trabajando en el presente, con perspectivas de futuro. Siento que la vida me está guardando algo especial, pero tengo que ganármelo con esfuerzo y trabajo.