Frank Daniel Rodríguez, Franko, nació en Cienfuegos, Cuba, en 1997, ciudad donde cursa la carrera de Ingeniería Química. Una buena parte de sus conocimientos en el oficio los ha adquirido en la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana, que tanto ha hecho por la formación de las jóvenes promociones de artistas del lente.
Franko, que ese es su nombre artístico, ha participado en una decena de exposiciones colectivas, entre las que cabe destacar Mujeres desde el Corazón (Bilbao, España, 2020) y el VII Salón de Lente Artístico (Hotel Habana Libre, La Habana, 2022).
Su obra, en los albores, se caracteriza por la curiosidad y el compromiso. Explora varios caminos a la vez y se funde a tope con sus temas. Es una mirada empática la suya, cargada de amor por el arte que descubre y en el cual se descubre, y por los seres, paisajes y monumentos que atrapa, en ese instante irrepetible, dibujados por la luz.
Franko se cuenta y nos cuenta:
Hace siete años comencé a dar los primeros pasos en la fotografía. Fue en el verano de 2015 cuando por primera vez, con una cámara bridge, capté una de las maravillas de la naturaleza: un zunzuncito que encontré en un viaje por Sancti Spíritus. Fue una suerte, pues lo capturé posado en una rama, donde se mantuvo por un buen tiempo. Parecía un momento excepcional, es un ave que por lo general está en movimiento. Fue para mí el inicio, el instante decisivo, ese del que habló el maestro Cartier-Bresson.
Todos nacemos con dones y los vamos descubriendo en el transcurso de la vida; pero en mi caso, el arte corre por las venas como la misma sangre. En la familia tengo a muchos artistas; entre ellos, a otros fotógrafos que han sido inspiración para mí.
Estos años de aprendizaje han sido excitantes y fructíferos. He conocido a personas maravillosas que han aportado a mi carrera artística. Algunos son especiales, como Lorena, mi compañera de aventuras por seis años y modelo en ocasiones; mi mamá, que me nutre desde la Psicología, porque la fotografía es una carrera que requiere el apoyo de muchas disciplinas. Agradezco, además, al sitio Lente Artístico y a la Galería Instantánea Prismas por abrirme sus puertas.
Ya no me dedico a la fotografía de naturaleza. Mis campos de desarrollo ahora son la fotografía documental y la conceptual, dos líneas que desde que comencé a estudiar y a transitar por los diferentes géneros llamaron mucho mi atención. Son el vehículo ideal para mis propósitos en este arte que, dicho sea, debería ser considerado el séptimo, pues sin fotografía no hay cine.
Para mí la fotografía es un medio para reinterpretar la realidad, y comunicarla transformada en imágenes, según el criterio de cada artista. Es lo que busco, transmitir lo que vivo y siento en cada espacio en el que me encuentre en la sociedad. Esto me produce paz y regocijo, pues sé que estoy dando mi pequeño aporte a la historia.
Escenas domésticas
Desde hace un año vengo trabajando en una serie titulada “Escenas domésticas”, en la que busco “invadir” el espacio de las personas para captar momentos que parecen comunes, pero en el fondo abren el camino a pensamientos, sentimientos encontrados, recuerdos de la niñez; una especie de teletransportación para el espectador hacia la familia que estuvo un día y ya no está; a la que está y se encuentra incompleta, porque algunos de sus miembros viajaron a tierras lejanas, o simplemente un familiar que nos viene en ese instante a la memoria. En la serie podemos hallar diversidad de escenarios de la rutina del hogar cubano, desde alguien realizando una actividad en medio de la falta total de fluido eléctrico, algo frecuente por estos días, hasta escenarios y protagonistas sui géneris que proponen al espectador una narrativa otra.
Es un trabajo en pleno desarrollo. Faltan obras que poco a poco se van concibiendo. Aquí trabajo la fotografía meramente documental, combinándola con escenarios previamente elaborados, bajo esquemas de colores complementarios basados en paletas utilizadas en el cine. Tal vez llevo dentro un poco de cinefilia, universo que me gustaría explorar alguna vez.
Relatos de una guerra en Cuba
Es una serie documental realizada entre 2020 y 2021. Trata sobre momentos vividos por los estudiantes voluntarios en una residencia estudiantil de la universidad local, convertida en hospital para pacientes de COVID-19. Expresiones de cansancio, tristeza, preocupación es lo que muestran las instantáneas. Esos jóvenes se habían entregado en cuerpo y alma a la enorme responsabilidad. Debieron abandonar el hogar por semanas, y algunos hasta por meses, dejar a la familia atrás para ir a ayudar a otros que lo necesitaban; además de, en muchos casos, continuar a distancia con las materias de sus respectivas carreras.
Jóvenes de nuevo ingreso, que aún no habían conocido la vida universitaria, junto a los más experimentados, de años superiores, tuvieron que cocinar, servir los alimentos, ofrecer primeros auxilios, dedicarse a limpieza en la llamada zona roja… Trabajaban por muchas horas continuas y solo tenían diez minutos de respiro para socializar con los demás; muchos de ellos no se conocían entre sí y se hicieron amigos en estas terribles circunstancias.
Lloraron, como tantos, por la impotencia de ver a una persona morir. Pensaban, sin razón, que no habían hecho lo suficiente. Son héroes que sintieron, como propios, los dolores y las angustias de los pacientes, y estuvieron allí, aún a riesgo de sus propias vidas.
Relatos de una guerra en Cuba fue posible a pesar de que en estos hospitales no estaba permitido hacer fotografías, porque fui uno más entre los estudiantes voluntarios.
La realidad de nuestra realidad
Se trata de una serie conceptual en progreso que comencé a crear a finales de 2021. Se centra en conflictos de nuestra realidad física, muchas veces invisibilizados por la enajenación en lo virtual. Una crítica a las guerras, un llamado a la atención del medio ambiente, la migración de poblaciones que dejan atrás ámbitos empobrecidos en extremo, y el efecto que esto provoca, el daño antropológico que ocasiona.
Para conformar las obras he trabajado con el recurso de la composición por diseño, dándome más libertad en la integración y funcionalidad de cada elemento en el encuadre, buscando la mejor manera de presentar el concepto. Utilizo como elemento distintivo nombres de mundos literarios en los títulos de algunas piezas; por ejemplo, It no longer rain in Macondo y Escaleras a Nunca Jamás.
Es un proyecto con mucho significado para mí, pues es la forma que encuentro para expresar lo que siento y, de alguna manera, levantar la voz y protestar y comunicar.