Di con el pintor, grabador e historietista Carmelo González (1965) en la red social, LinkedIn. La asociación con otro pintor del mismo nombre, el maestro y fundador de la escuela cubana de grabado, me llevó a realizarle algunas preguntas, hace ya varios años. Desde entonces, muy esporádicamente intercambiamos saludos. Carmelo González Iglesias era su padre. También su madre fue una reconocida artista de la plástica: Ana Rosa Gutiérrez.
La peculiaridad de la obra de Carmelo González, hijo, según tengo visto, parte de la mezcla de elementos cubanos, isleños, que se reiteran en escenarios surrealistas determinados por el uso de colores como el gris, el azul, el violeta y un vacío campante.
El pintor, que reside en Canarias, anunció una muestra retrospectiva: “Tendederas y otras etapas”. Estará expuesta hasta el 27 de marzo en la sala de exposición El Sauzal, en Santa Cruz de Tenerife. A raíz de eso, le hice estas preguntas.
¿Cómo nace la muestra, de qué manera llega a exponerse tu obra esta vez?
Yo resido en España con permiso de residencia otorgado por la UNEAC desde el 2002. Esta muestra la auspicia el Ayuntamiento de El Sauzal, en Santa Cruz de Tenerife, islas Canarias. Les pedí el espacio tres años antes, debía exponer el pasado año, pero fue pospuesta por la pandemia. La crisis y la pandemia han reducido las salas de exposiciones aquí, sustancialmente.
Durante 16 años me dediqué a la enseñanza del Dibujo y la Pintura, hasta que llegó la pandemia y quedé desempleado, pero nunca he dejado de pintar, no podría hacerlo. De hecho he trabajado tanto que escoger 30 obras para exponer ha sido un trabajo muy difícil para mí. Podría haber llenado tres galerías fácilmente. Siempre he trabajado mucho y muy rápido.
En Cuba una vez hice tres exposiciones en el mismo mes, en el Palacio de Convenciones, durante el Congreso Yoruba; en el lobby del teatro Verdún, sede del Grupo de Teatro Irrumpe dirigido por Eugenio Hernández Espinosa y en La Galería Galeano.
Dices que la retrospectiva comprende tu trabajo en los últimos ocho años, ¿cómo ha sido tu vida en ese tiempo y cuáles son los temas que te han marcado?
Cuba, mi isla, siempre ha formado parte de mi trabajo; la cubanía, como mi mundo, con sus glorias y penas, pero mío, es inevitable como tema. Pero, no soy un artista monotemático. La Serie de Apropiaciones donde hago homenaje a grandes maestros universales de la pintura, personalizando sus obras es un ejemplo de ello.
¿Es la condición de isleño lo que más se reitera en tu obra?
Creo que sí, y aún más teniendo en cuenta que vivo en otra isla. Desde que nací en La Habana hace 65 años, el mar es algo vital para mí, lo veía desde la ventana de mi casa cada día, aquí me pasa lo mismo.
¿Por qué persisten ciertos elementos cubanos en tu obra?
Es inevitable, se han convertido en un sello de mi trabajo, que sale solo de mis recuerdos. Quizás también por el orgullo de ser cubano, por el amor y la añoranza de mi tierra; hay tantos motivos y todos son válidos.
El uso de los colores, ¿qué te hace recurrir tanto al violeta?
No tengo preferencia por ningún color en especial, simplemente los utilizo usando sus propiedades, para lograr tener a la imagen protagonista de la composición bien resuelta visualmente. Mi paleta incluso se ha oscurecido con los años, según dicen algunos críticos.
¿Y el vacío?, ¿por qué pareciera el acompañamiento ideal para muchas de tus escenas y personajes?
Fui único hijo, mi familia también fue muy reducida. Sin embargo nunca me he sentido solo. No he perdido nunca el vínculo con mi país, no podría, necesito verlo cada año. Si al vacío te refieres por esa arquitectura deteriorada, y en ciertos casos derrumbada que aparece como background en algunas de mis piezas, no me la he inventado, se ha quedado en mis retinas y puedo dibujarla de memoria, para comprobarlo solo tienes que caminar un día por mi querida Centro Habana.
Me refiero, sobre todo, a que algunas escenas y objetos parecen flotar.
Amigo, es que en los tiempos en que vivimos todo flota, todo parece detenido, aunque no nos demos cuenta porque la tecnología, sobre todo los teléfonos móviles, nos hace parecer que todo es muy rápido y posible cuando hay mucho más burocratismo y laxitud. Nada es cierto completamente y el tiempo pasa inexorablemente.
¿Qué significó para tu obra radicarte en Canarias (por lo de isla, con sus grandes diferencias)? ¿Qué fue de tu arte a partir de ese momento?
Fue muy difícil. En Canarias existe un pensamiento nacionalista y aunque en Cuba hubo mucha emigración de las islas, un pintor cubano en Canarias que no pintara paisajes canarios era como un marciano en la corte del rey Arturo. Aún hoy es difícil y han pasado 20 años.
¿Referentes estéticos en tu obra durante tu formación?
Cuando comencé a estudiar a los 13 años en la Academia San Alejandro, en cuanto a los grandes maestros internacionales me sentía muy atraído sobre todo por la obra de Salvador Dalí , pero siempre desde niño mi referente total era la obra de mi padre.
¿Cuánto influyeron tus padres en la conformación de tu propia estética?
No influyeron en nada sobre mi estética. Mi padre nunca quiso que yo escogiera este camino, de hecho yo entré en San Alejandro a escondidas de él. Se enteró de casualidad casi al terminar mi segundo año, porque se encontró con mi profesor de dibujo y su amigo Díaz Peláez. Desde entonces aceptó ser mi maestro y a él debo mi formación técnica, mi manera de hacer.
Fue además en el año 1987 mi tutor en mi tesis de Grabado en el ISA. Así que tuve un lujo de profesor para mí solo en su estudio algunos años, aunque sé que me hubiera podido enseñar mucho más si no se hubiera ido. Me enseñó a pintar por veladuras, que fue su método de trabajo hasta su último aliento en 1990.
¿Qué significa ser y asumirse pintor en esta época de desmesura tecnológica que condiciona lo comunicacional?
Creo, como lo creía mi mentor, que la Pintura es un oficio. Y que es un oficio visual y manual. Opino que eso no debe perderse, ni ser desestimado. Pero considero que la tecnología es importante y útil. Lo que quiero decir es que creo que la libertad de la expresión artística es válida si es buena, sea cual sea el medio con que se realice. Aunque en artes plásticas lo nuevo, por el hecho de ser moderno, no siempre tiene que ser mejor que lo clásico. Vivimos en un mundo en que lo vintage y lo retro vuelven a ser valorados en muchos aspectos. El mundo no para de cambiar.