Un padre y su hijo se fueron el pasado fin de semana al parque Rivadavia para conseguir las figuritas del Mundial de Fútbol que faltaban en el álbum del pequeño. Se llama Alejandro, tiene seis años y entrena fútbol dos veces por semanas en un céntrico club de Buenos Aires.
Es la nueva preocupación: conseguir retratos en miniaturas de cada miembro de las selecciones que pronto se verán las caras en Qatar, ciudad hasta donde los fanáticos argentinos viajan —incluso en bicicleta— o duermen como pueden en las calles mientras las fechas llegan.
Hasta los residentes andan en aprietos para renovar sus alquileres debido a la convulsión inmobiliaria que ha causado este evento en Qatar. Leí un cable donde se hablaba de 1.2 millones de fanáticos buscando alquiler este noviembre en la ciudad debido a la Copa.
Con la cercanía del evento todo se ha desquiciado un poco. Me saltan contadores por doquier. 9 días, 17 horas, 55 minutos, 46 segundos. Preguntas. ¿Cuándo se jugará el Mundial? ¿Qué países van al Mundial? ¿Quién será el volante latinoamericano más destacado del Mundial? Noticias: “Crearon kits antimufa para el Mundial de Qatar y se agotaron en una semana: ojalá funcionen”.
Y está esto del incremento exponencial del entusiasmo de los fanáticos y coleccionistas. Desde el verano andan como locos preguntando en quioscos y comercios de Buenos Aires. También se dan citas en espacios abiertos, como el parque Rivadavia, para intercambiarse las que tienen repetidas. Algunos hacen uso de las redes para eso: Twitter, Facebook, WhatsApp.
Apenas 12 días después de haberse puesto a la venta, un argentino llamado Valerio Duarte se ufanaba en televisión de tener completo su álbum. “Gracias a dios lo pude hacer. Acá llegó tipo un furor y eso… La gente eufórica. El tema es que no hay por ningún lado”, contaba Valerio, quien había iniciado el proyecto junto a un sobrino menor, “un pibe”, porque él tiene cuarenta años, “soy un viejo ya”.
Viejo será usted, quiero decirle. Pero me pongo a mirar esto de las figuritas. La de Messi, la de Neymar y la de Cristiano Ronaldo fueron las más difíciles para el tal Valerio. Se habían encarecido de una manera que fue testigo incluso, según el testimonio, de cómo algunos oportunistas llegaban a pedir 25 mil pesos, casi 70 dólares al cambio blue, por alguna de ellas.
Busco en Mercado libre, que es como el eBay o Amazon de estas regiones. Ofertas de 600 a 7000 la de Messi. “Messi, Ronaldo, Mbappé”, el trío por 10.500. La mayoría fueron editadas por Panini, pero se habla de que han surgido versiones truchas igualmente perseguidas por los hinchas de las figuritas.
El tema de los álbumes anda en la boca: los locutores de radio lo sueltan al éter y entonces se esparce como esporas de la primavera, esas semillas que convierten la ciudad en una nevada por tantos algodones. De esa forma llega a oídos de los niños y estos les explican a sus padres, les exigen.
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El tema alcanza una tarde a los pocos adultos que pasamos un minuto o dos de tranquilidad mientras los hijos saltan como demonios o permanecen en un árbol donde realizan experimentos gracias a poderosos laboratorios construidos en sus ramas.
“El papel no es bueno”, dice una madre: “podría ser mejor porque enseguida se rompe”. Al rato, agrega que en los supermercados se pueden encontrar más económicas las famosas figuritas.
Voy hasta un quiosco para comprobar la gravedad de la circunstancia. Pregunto: ¿tiene figuritas?, y un hombre blanco, con uno de los incisivos superiores ligeramente torcido como aspecto característico, me mira de manera tal que pienso que si hubiera tenido el poder de disparar con los ojos yo no estaría escribiendo esto cuando faltan 9 días, 17 horas, 42 minutos, 51 segundos para el mundial.
Es un quiosco situado en la esquina de Arenales y Agüero. He visto el cartel. Tiene sólo la palabra escrita: No. “Lo dice TN, todo el mundo sabe que es que no tenemos figuritas”, me dice Exequiel, quien lleva 25 de sus 50 años en este lugar.
Mientras hago una foto ya ha dejado de mirarme como pensando es “un zoquete”, o no eso, seguro que se dijo: “mirá a este boludo”. Sonríe y me cuenta que este año ha sido el peor. Todo el mundo quiere tener el suyo.
Tal vez porque podría ser el último mundial de Messi o porque Argentina viene de ganar la Copa América. Nunca hay figuritas. Ezequiel también tuvo figuritas y álbumes en los mundiales, pero cuando estaban completos los canjeaba por un balón de futbol, que en su época, dice, era muy difícil de tener.
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“¿Sabés que un amigo sacó un álbum del mundial del 2002 y lo vendió en 20 mil mangos”, dice otra madre, tan entusiasta. A Valerio Duarte le ofrecieron cincuenta mil por el suyo y pasó hace unos días, recuerdo lo que escuché decir a un locutor.
Al fin tenemos las primeras figuritas. Rompemos los estuches emocionados por saber qué jugadores nos tocan. Nada de Messi. Ni Ronaldo. Cero Neymar. Ni siquiera Di María. Faltan 9 días, cinco horas, 34 minutos, 39 segundos para que empiece la cosa.