Si los cubanos creyésemos que hemos padecido un solo quinquenio gris, o decenio negro, deberíamos reparar por un momento en la antediluviana testarudez con que los organismos concernientes manejan el tema del deporte. Durante los últimos quince años, Cuba ha fomentado la exasperante cualidad de echar por la borda, a base de soberbia, lo que le costó casi cuarenta construir.
La semana pasada Yoandri Díaz, y el incomparable Wilfredo León, pidieron sus respectivas bajas de la selección nacional de voleibol, por lo cual la federación de la disciplina decidió sancionarlos. Pero León y Díaz no son más que los últimos sobrevivientes de una armada ilustre, subcampeona mundial en 2010, que a cuentagotas ha ido emigrando hacia los campeonatos europeos. Son decenas los deportistas cubanos que lo hacen cada año, amparándose en cualquier lugar, y a uno le parece que abandonar el plantel, semanas previas a la World League, fue una decisión lógica y hasta cierto punto justiciera. ¡Tan hartos debemos estar!
En cualquier caso habría que reconocerles, sobre todo a Wilfredo León, el fenómeno más impresionante del voleibol contemporáneo, su fidelidad por tanto tiempo al país, y su entrega en la cancha únicamente para que a la vuelta lo recompensen con moral y con dignidad. Su pérdida es irreparable, pero la causa de su pérdida es una causa tan evidente, tan absurda y demorada, que ha cargado con atletas de incluso mayor valía. No es un fenómeno aislado, ni el inicio de una situación sospechosa, y la afición cubana ha asimilado la noticia con absoluta dejadez. La costumbre, dixit Durcal, es más fuerte que el amor.
Hoy, lo que para un deportista significa la pérdida de sus derechos nacionales, para los artistas representa exactamente lo que debe representar. El simple afán de probar tu calidad personal en otras latitudes y, si te es posible, de llevar tus raíces contigo. Nada de traición, ni de estigma, ni de lastre, tal como a una nación civilizada le concierne. He ahí la diferencia entre Abel Prieto y los impronunciables ministros del INDER.
Repito una idea que me parece elemental. El amateurismo, si asume el deporte como un fenómeno integrador y de realización cultural, no admite prácticamente ningún reparo. Pero el amateurismo como clara expresión política, es decir, como filosofía que desprecie o que anule cualquier matiz de profesionalización, termina en francas zonas de inmovilidad. Terrenos yermos, pletóricos en retóricas y falsos discursos. Cuando un discurso hace una lectura tan desacertada de la realidad, sea cual fuere su fin, no es un discurso ingenuo, sino un discurso contraproducente y muy probablemente reaccionario.
Al máximo nivel, el deportista amateur significaría, más que la práctica libre del ejercicio físico, la devaluación y subestimación del deporte como arte o como actividad social. Lo amateur se basa en el entusiasmo, no en el rigor. A Alicia Alonso no se le ocurriría montar Giselle para que lo bailara una brigada de costureras, por muy embulladas que estas estuvieran. Ningún chofer, ningún albañil o secretario ha tocado nunca un instrumento en los Van Van. Porque entonces ni el ballet cubano, ni Juan Formell, fueran precisamente lo que son.
El despertar paulatino de la sociedad cubana ha olvidado al deporte élite y sus más urgentes conflictos. Comparemos. José Ariel Contreras regresa a Pinar del Río y Dayron Robles se retira. El regreso de Contreras sin que nadie lo estigmatizara responde a un orden diametralmente opuesto al orden que no se ocupó de Robles, que no le pagó lo que le tocaba, y que lo saturó desde los medios de comunicación con un endiosamiento que tampoco merecía, como si Cuba fuese República Dominicana y Robles nuestro Félix Sánchez, es decir, nuestro único campeón olímpico o recordista mundial.
Con Robles, además, se marchó su entrenador Santiago Antúnez, evidentemente molesto, amargado, consumido. Bastante debía tener Antúnez con los retos deportivos para batirse también con directivas políticas. No importa lo que haya dicho en sus declaraciones, ya sabemos cómo funciona nuestra opinión pública.
Pero el privilegio que le fue concedido a Contreras, que no es un privilegio, sino un derecho natural, le llegó a través de la reforma migratoria, es decir, tangencialmente. Sería demasiado una cláusula exclusiva que prohibiese el retorno de los sujetos que una vez llamamos héroes, y que desviaron el rumbo luego de que el gobierno cubano los formara como atletas de alto rendimiento sin cobrarles un solo centavo.
Sin embargo, esa razón, en vez de ondearla como deuda impagable (nada es impagable), debería ser el argumento primero mediante el cual se abriesen las vías necesarias para que los talentosos deportistas cubanos ingresaran dinero al país y viviesen una reconciliación ya ineludible con el suelo al que en definitiva pertenecen.
Cuba no va a llegar adonde pretende, ni alcanzar todo lo que una vez se propuso, si no es capaz de entender a plenitud la absoluta coherencia entre dos respuestas del Duque Hernández, a dos preguntas predecibles. ¿Qué siente por Industriales?, le dijeron, y el Duque contestó que esa era la pelota que le gustaba, la pelota de su idiosincrasia, la que lo dio a conocer.
Y luego, al pedirle que rememorara un momento impresionante de su carrera, respondió: “Sí, creo que un momento muy especial fue cuando entré al clubhouse de los Yankees. Y dije ¡Wow!, estoy aquí”. ¿Vemos? Es simple. Basta con no impedirle a la gente que intente llegar al sitio donde se imaginaron de muchachos.
Foto: Jorge J. Pérez (Tomada del Quinqué)
Una opinión similar en el blog Super Cuba. El aliviadero necesatio http://supercuba.wordpress.com/2013/04/29/el-aliviadero-necesario/
Indiscutiblemente Cuba ya no dispone de dinero para mantener lo que pide el deporte AMATEUR.
Tampoco estoy de acuerdo con que deportistas profesionales participen en olimpiadas que son para amateurs
Leyéndo esto,(muy bueno,por cierto) me dió por recordar salarios,ej:El primér atleta (track and field) que decidió cobrar por lo que hacia en las pistas fué Frederick Carlton Lewis,aka Carl Lewis y gracias a él se abrió esa posibilidád en ese depórte.Marion Jones llegó a ganar 80,000usd(no le quisieron pagar en c.u.c) por carrera y ya en estos tiempos,Usain Bolt se convirtió en el primer sprinter en cobrár 10,000,000usd por una temporada.En el caso Cuba,no sabemos nada al respecto,cuanto cobra tal o más cuál atleta es tema taboo,siempre lo fué,toda véz que no era politicamente corrécto que los narradores de la tv hablaran hasta el delirio de las victorias del dep revolucionario sobre el dep esclavo y que por otra parte los dignos representantes de la isla estuvieran cobrando alguito y tuvieran acceso a cadenas y muelas de oro.El proyecto cubano siempre le ha hecho la guerra a quien tenga más monedas que las reglamentadas por la ley y puede que hayan escapado algunos,Flora Fong,Alicia Alonso y Silvio Rodriguez,por ejemplo,pero “negros de casa de la yuca y devenidos deportistas de alto rango,jamás!…ellos le deben mucho a quientedije y de paso,”al pueblo que los formó”.
Los deportistas cubanos,tienen calidád,el deporte cubano,ya no tanto…y me apena que así sea.
Por cierto,hace póco terminó el juicio de Yoennis Cespedes y debe pagar casi el 30% de su contarto al agente que le abrió el camino a las Mayores.Cespedes firmó hace más de un año un contrato por 37,000,000usd por diéz temporadas.En fin,el már!..pero la estilla primero!
El deporte cubano no es amateur pq ningún deportista tiene centro de trabajo real, están en la plantilla de discímiles centros de trabajo pero sabe todo el mundo que eso es plantilla inflada pq la mayoría ni van a cobrar pues lo cobra algún familiar. Si los deportistas cubanos son amateurs entonces todo el mundo en Cuba es amateur y nadie tiene profesión pq ellos hacen lo mismo q cualquier otro profesional cubano: dedican cada día a su trabajo.