8 VS 23: Controversia entre dos calles

Foto: Kaloian.

Foto: Kaloian.

Como los seres humanos

no sabemos conversar

hoy he puesto a dialogar

a dos lugares lejanos

(y sin embargo cercanos)

de la realidad cubana.

Se enfrentan, con voz humana

(y con el mar de tatami)

la calle 8 (de Miami),

la 23 (de La Habana).

 

Aunque no haya dos Habanas

son curiosos los detalles

del diálogo entre dos calles

numéricamente hermanas.

Van cubanos y cubanas

por sus esquinas y aceras.

Y hablan con voces sinceras,

sin emotivos forenses,

las esquinas miamenses,

las esquinas habaneras.

 

Calle 23:

Tú no tienes Parque G

con jóvenes cancionistas,

todos futuros artistas

pero hoy músicos de a pie.

Emos, frikis, yo qué sé,

jóvenes descamisados

con sueños abotonados

y espíritu trashumante.

Tú tienes otro talante,

el mismo de todos lados.

 

Calle 8:

Tú no tienes en tu Habana

mi nostálgico latido

ni un gallo enorme vestido

con la bandera cubana.

Yo soy una calle ufana,

criolla como cualquiera.

Yo no me siento extranjera

y aunque esto a ti te de igual,

soy el Centro Espiritual

de los cubanos de afuera.

 

Calle 23:

Tú no tienes un famoso

Coppelia, la heladería

que endulza el calor del día

y pone el aire gustoso.

Tú aire moderno y fastuoso

es solamente apariencia.

Yo prefiero mi inocencia

de calle humilde insular

que ser “otra” por copiar

elegancia sin esencia.

 

Calle 8:

Tú no tienes el Versalles

para que un buen café tomes

ni el parque Máximo Gómez

para que juegues y calles.

Tú no tienes, ni aunque ensayes,

mi boato de cristal.

Tú no tienes Carnaval

como el de la calle 8

días en los que derrocho

mi energía musical.

 

Calle 23:

Tú no tienes Malecón,

ni tienes una cascada

entre el mar de agua salada

y Cubana de Aviación.

No saben igual tu ron

ni tus frutas ni tus cerdos.

Entre tantos desacuerdos

algo seguro percibo:

yo vivo de lo que vivo,

tú vives de mis recuerdos.

 

Calle 8:

En los viernes culturales

(último de cada mes),

The Little Havana es

un cúmulo de locales

con piezas artesanales,

puestos de street-food cubanos,

sandwich, mojitos, habanos,

un viaje a nuestras raíces

con todos juntos, felices,

entre platos y artesanos.

 

Calle 23:

Tú no tienes Pabellón

con el nombre del país

donde nutre su raíz

más de una generación.

Tu canción es mi canción

transplantada a otra garganta.

Tú eres como quien suplanta

a otra persona en su ausencia

pero en el fondo, en esencia,

ni se alegra ni se aguanta.

 

Calle 8:

Tú no tienes, 23, un teatro singular

Como el Tower, que es un mar

de espectáculos al mes.

Tú no tienes, ya lo ves,

mi imagen entretenida.

Ni una tienda parecida

al Cuba Tobacco mío,

donde el habano que lío

perfuma el aire enseguida.

 

Calle 23:

Tu glamour es una trampa.

Te falta el aire habanero

y nuestro peliculero

amor al cine La Rampa.

Cuando aquí llueve, allá escampa,

cuando aquí hay sombra, allá hay gajo.

Pregunta –pasa el trabajo–,

cuánto tu gente daría

por pasarte solo un día

Rampa arriba / Rampa abajo.

 

Calle 8:

Mis pequeñas galerías

de arte, me oxigenan tanto

que dan cultura y encanto

a muchas vidrieras mías.

Yo tengo todos los días

diez performances diferentes.

Espacios inteligentes

como Conde y Futurama

que agrupan, por buena fama,

obras y artistas potentes.

 

Calle 23:

Yo tengo un gran cine, el Yara

y un hotel, Habana Libre,

que hacen que el viandante vibre

de emoción. Y no es tan rara

la risa franca en la cara,

la mano abierta en la puerta,

la sensualidad despierta,

la pobreza relativa:

yo soy una calle viva,

tú eres una calle muerta.

 

Calle 8:

Tú no entiendes mis latidos

de grande y pequeña Habana

por seguir siendo cubana

en los Estados Unidos.

Tengo ancianos subsumidos

en un “esto no pasó”

Y un parque del dominó

donde segundo a segundo

tratan de arreglar un mundo

que se les desmoronó.

 

Calle 23:

Tú no tienes al Quijote,

(el que molinos derrota)

vivo en 23 y J

sobre Rocinante, al trote.

Aunque la nostalgia azote,

reconoce mis lugares.

Tú no tienes Siete Mares

siempre en el mismo rincón,

resistiendo la invasión

de las nuevas paladares.

 

Calle 8:

¿Y CubaOcho? Un lugar

único por su talante,

a la vez bar-restaurante

y un museo singular

y un centro para mostrar

las artes performativas.

Tantas expresiones vivas

tienen aquí espacio eterno.

Tú no tienes ni un moderno

espacio de alternativas.

 

Calle 23:

Tú no tienes intimistas

espacios como el Riviera

alternando en cartelera

filmes y shows de humoristas.

Aquí todos son artistas.

Y todos suben peldaños.

Aquí nativos y extraños

sienten que están en su casa

como si todo el que pasa

tuviera 23 años.

 

Calle 8:

Tú no tienes Ball & Chain

que en medio de esta avenida

a Miami le da vida

y “te da ocho vueltas”, men.

Cuban dancing in the rain,

todo con ritmo cubano.

En 23 es en vano

buscar un lugar así.

Quien viene a bailar aquí

toca el cielo con la mano.

 

Calle 23:

Como vas a comparar

tus corners con mis esquinas.

Las mías son las genuinas,

las que invitan a soñar.

¿8 y 15? Ni pensar:

mejor, 23 y 12.

¿8 y 13?, poco goce:

mejor 23 y L.

¿8 y otra esquina? Huele

a nostalgia, se conoce.

 

Calle 8:

Tú no tienes, 23,

un Paseo de la Fama

en donde Hollywood llama

a poner ojos y pies.

Yo tengo el Paseo, yes.

Tengo estrellas todo el día.

Ay, 23, quién diría

que me dieran tanta luz

Lucía Méndez, Celia Cruz,

Jamie Fox y Andy García.

 

Calle 23:

A mí eso del estrellato

nunca me ha gustado mucho.

Yo leo, bailo y escucho

sin hollywoodense trato.

Eso es marketing barato.

Mira como yo lo veo.

Si aquí hicieran un Paseo

de la Fama se tendría

que utilizar la Autovía

y ni así alcanzara (creo).

 

Calle 8:

No creo que en El Vedado

haya un sitio (no lo sé)

con auténtico café,

no con chícharo mezclado.

Aquí el café es tan sagrado

que se enamora cualquiera.

Tú ni tienes guarapera

teniendo azúcar y caña.

Tú eres una calle extraña,

pareces algo extranjera.

 

Calle 23:

Mira, yo soy tan cubana

que si llega un extranjero

mi avenida es lo primero

que visita de La Habana.

Tú te crees muy campechana,

muy moderna, muy elegante.

Pero lo más importante

es que tú para ser tú

utilizas de menú

lo que yo de lejos cante.

 

Calle 8:

Mira, calle 23,

no nos pondremos de acuerdo.

 

Calle 23:

Calle 8, te recuerdo

que un “luego” no es un “después”.

 

Calle 8:

Acabemos esto, yes,

terminemos, por favor.

 

Calle 23:

aquí el problema menor

es quien ganó este debate.

 

Calle 8:

la próxima vez no trates

de mentir, que es lo mejor.

 

Calle 23:

Yo soy reina en El Vedado

 

Calle 8:

y yo en la Pequeña Habana.

 

Calle 23:

Yo soy ayer y mañana,

 

Calle 8:

Yo soy futuro y pasado.

 

Calle 23:

Terminemos lo empezado.

 

Calle 8:

Terminemos tanto asedio.

 

Calle 23:

Esto no tiene remedio.

 

Calle 8:

Esto poco va a gustar.

 

Calles 23 y calle 8:

¡pero qué bueno es hablar

sin la política en medio!

 

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