Arrojar basura al suelo

Foto: Kaloian

Foto: Kaloian

Arrojar basura al suelo
en Cuba se ha convertido
en práctica sin sentido,
en triste moda. Me duelo
cada vez que veo al vuelo
una lata de cerveza
que cae al suelo y tropieza
con la vista de la gente.
Y el que la tira, ¿qué siente?
¿ni vergüenza, ni tristeza?

Arrojar basura al suelo,
en el medio de la calle,
es un horrible detalle,
un tristísimo señuelo.
Debería haber revuelo
social, civil conmoción,
profunda preocupación,
o un debate nacional
sobre este vicio social,
cívica degradación.

Arrojar basura al suelo
en medio de una Avenida
es afearnos la vida
gratuitamente. Yo apelo
a la educación, al celo
personal, al cubanismo,
a la cultura, al civismo,
a la Educación Formal.
a lo ético-emocional.
a lo estético. Al “yo-mismo”.

Ya sé que es doble “el abuso”.
Ya sé que un paisaje urbano
sin un tanque verde a mano
es un paisaje inconcluso.
Si faltan tanques y hay uso
de una infraestructura escasa,
para evitar lo que pasa.
solo hace falta un detalle:
que no hagamos en la calle
lo que no hacemos en casa.

Sé que, en parte, esta locura
de enfermiza suciedad
se debe a que en la ciudad
faltan tanques de basura.
Mas también a la incultura
higiénica general,
la desidia vecinal,
los deseos de herejía,
la extraña dicotomía
colectivo-individual.

¿Pero no nos damos cuenta
de que La Habana es de todos;
sus esquinas, sus recodos,
su luz blanca o macilenta;
que la ciudad representa
lo que somos, lo que hacemos;
que mientras más la ensuciemos
más sucia será la vida
y que si nadie la cuida
la perdemos, nos perdemos?

De este social desparpajo
entre ciudad y basura
hoy tuve una prueba dura.
Rampa arriba, Rampa abajo,
terminando este trabajo
estaba paseando yo
y de un Lada que pasó
alguien lanzó una cerveza
que me golpeó en la cabeza.
Y el trabajo se acabó.

Colofón (una anécdota “simpática”)

Un día una Bucanero
por la calle me tomé
y en kilómetros no hallé
dónde echarla. No exagero.
De repente, un barrendero
gritó: ¡Tírala, carajo!
Me miró de arriba abajo
y exclamó, en tono bravata:
¡si nadie tira la lata
yo me quedo sin trabajo!

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