Cuando originalmente me comprometí a escribir en esta página, convenientemente llamada Proposiciones -responsabilidad que me tomé muy en serio-, la idea era escribir, proponer contenido paralelo, equidistante al de la revista, ó a las actividades culturales relacionadas. Todo comenzó muy bien, pero pronto reaccioné y me di cuenta que el encasillamiento no era bueno. El ignorar temas de carácter social y de la responsabilidad humana, era un desafortunado desperdicio de tiempo y papel.
No es por falta de inspiración o ideas -o que se me haya repentinamente fugado la musa- que dono en esta ocasión, la página dedicada a mi editorial, para citar glosas de figuras de renombre sobre los orígenes, significado y críticas a la burocracia. Aclaro, que tampoco es por casualidad o alevosía, más bien es por obligatoriedad, deber.
El enciclopedista alemán, Barón Von Grimm escribió en una carta fechada el 15 de julio de 1765: “El verdadero espíritu de las leyes en Francia es el de aquella burocracia de la cual el fallecido Sr. De Gournay se quejaba tanto; aquí las oficinas, los funcionarios, secretarios, inspectores e intendentes no son nombrados en sus puestos para beneficiar el interés público, en realidad parecería que el interés público ha sido instaurado para que las oficinas puedan existir”.
Sin embargo, el sociólogo, filósofo y economista alemán, Max Weber ,en uno de sus análisis sociológicos sobre la burocracia dijo que el sistema tiene connotaciones más positivas, que es una forma de organización y administración más racional comparadas a las alternativas, y elogió de tal manera a la burocracia (Precisión, rapidez, claridad, conocimiento del expediente, continuidad, reserva, unidad, subordinación estricta, reducción de fricciones y de costos materiales y personales). En mi opinión, el resultado de sus análisis parece más falible, que las profecías de Nostradamus o Martin Lutero.
Pienso que Weber, en la actualidad, de haber recetado la burocracia como medicamento, hubiera tenido que describir por mandato los efectos secundarios que provoca: rigidez, inercia, trato de los seres humanos como objetos impersonales, aniquilamiento del crecimiento personal, fomento del conformismo, desfavorecedor de los cambios y obstáculo para la productividad, el crecimiento y la evolución.
“La burocracia destruye la iniciativa. Hay pocas cosas que los burócratas odien más que la innovación, especialmente la innovación que produce mejores resultados que las viejas rutinas”; Bene Gesserit en la novela Dune de Frank Herbert.
Los síntomas de la burocracia son tan claros y evidentes como el de una gripe común o las alergias, excepto que estas son enfermedades pasajeras que pueden curarse solas; la burocracia hay que corregirla, expurgarla. El mal de la buromanía, como lo llamó Jean Claude Marie Vicent de Gournay, quien escribió antes del triunfo de la Revolución Francesa, y en relación con las políticas practicadas por la monarquía: “ Tenemos una enfermedad en Francia que seriamente intenta obstaculizar nuestros esfuerzos; esta enfermedad es llamada buromania”.