Si le cuento que tuvo una infancia repleta de penurias de posguerra, usted podría opinar que se trata de un tópico. Si le informo que el hombre tenía un talento extraordinario para el ajedrez, pero también para las damas, posiblemente me recordará que otros –como Anatoli Karpov- lo han logrado. Y tampoco va a interesarle mucho si le digo que fue autor del primer libro en lengua tártara sobre el juego ciencia.
Es más: debo advertirle que no tuvo una carrera de resultados rutilantes, pues apenas compitió en una ocasión fuera de la Unión Soviética, cuando quedó segundo por detrás de Korchnoi en Bucarest 1954. Y que debido justamente a su casi nula participación en lides internacionales, no pudo hacerse nunca con el título de Gran Maestro.
Pero nada de eso demerita el envidiable expediente de Rashid Nezhmetdinov, un romántico fuera de tiempo que le apostó la vida al riesgo y al ataque infatigable. Un tipo lleno de talento y desprovisto de temor a la derrota, que le ganó cotejos a figuras como David Bronstein, Efim Geller, Boris Spassky o Mijail Tahl, quien lo catalogó de ‘bestia negra’ y hasta lo incluyó en su equipo de trabajo para preparar el Campeonato del Mundo contra el gran Botvinnik.
No tuvo suerte Nezhmetdinov. La Segunda Guerra Mundial truncó su despegue, obligado a servir en el ejército, y entonces debió esperar a 1946 –ya con 34 abriles- para empezar a competir. Tres años más tarde, por fin, dirimió un torneo importante: las semifinales del Campeonato de la URSS, donde tuvo una actuación discreta. Sin embargo, por esa misma fecha se impuso en el certamen soviético de damas.
No tuvo suerte por eso, y porque debió coexistir en su país con una pléyade de personajes al estilo de los ya mencionados, a los cuales habría que agregar a Vassili Smyslov y Paul Keres, entre otros.
Sin embargo, por muy grandes que fueron sus rivales, Nezhmetdinov jamás renunció a su concepción del juego. Aquella manera de entenderlo como un escenario de maniobras donde la imaginación primaba sobre el razonamiento pusilánime, lo convirtió en un preferido por el público, que copaba las salas a la espera de sus (nunca fue más exacta la expresión) electrizantes combinaciones.
Suya es una de las mejores producciones de la historia. La firmó en 1958 en Sochi a costa de un ajedrecista respetabilísimo que se llamó Lev Polugaevsky, varias veces aspirante a la corona universal. Y para colmo, lo hizo con las piezas negras.
El cotejo contiene una de las jugadas más geniales de todas las épocas (24…Txf4), que implicaba los sacrificios simultáneos de la dama y una torre. A partir de ese momento, al tablero le llovieron las variantes, hubo magia sin fin y quedó una lección inmortal sobre cómo sacarle el máximo rendimiento a cada pieza, una vez entregada la más importante de todas.
Blancas: L. Polugaevsky. Negras: R. Nezhmetdinov.
1. d4 Cf6 2. c4 d6 3. Cc3 e5
La Defensa India Antigua.
4. e4 exd4 5. Dxd4 Cc6 6. Dd2
El negro ha cedido el centro a cambio de una ligera iniciativa, pero un ambicioso plan de desarrollo blanco está iniciándose.
6…g6 7. b3 Ag7 8. Ab2 O-O 9. Ad3
Todavía el blanco no ha decidido el curso de su enroque.
9…Cg4 10. Cge2 Dh4 11. Cg3 Cge5
El negro evita 11…f5 debido a 12. f4!, porque si luego jugara 12…Cxh2 sobrevendrían 13. Cce2 and 0-0-0.
12. O-O f5 13. f3!
Si 13. f4, entonces se podría arribar a 14…Ad4+ 15. Rh1 Dxg3 16. hxg4 Dh4++
13…Ah6 14. Dd1 f4 15. Cge2 g5 16. Cd5 g4 17. g3! fxg3 18. hxg3 Dh3 19. f4!
Polugaevsky entiende que está a salvo de 19…Cf3+ 20. Rf2 Dh2+ 21. Re3.
19…Ae6
Un momento crítico.
20. Ac2?
Si 20. Ac1, 20…Cd4!! sería demoledor. Lo correcto era 20. Ab1! Axd5 21. cxd5 Ce7, y el GM Soltis sugiere entonces 22. Rf2 Txf4+!! 23. gxf4 C7g6 con ataque ganador. No obstante, esta línea no es forzosa. Ciertos programas informáticos prefieren 22. Axe5! dxe5 23. Tf2 Dh5 24. Ad3 exf4 25. Cxf4 Axf4 26. gxf4 Dh4, y consideran igualada la posición.
20…Tf7 21. Rf2!
Habría sido un error lamentable 21. fxe5 debido a 21…Axd5 22. Txf7 Axf7.
21…Dh2+ 22. Re3 Axd5
Eliminando a un defensor clave.
23. cxd5 Cb4 24. Th1?
Los programas dicen que este movimiento permite contrajuego al oponente, y opinan que se imponía 24. a3!?, con igualdad. Tras ese movimiento, podría presentarse una de estas variantes:
a) 24…Cxc2+ 25.Dxc2 Dh3 26.Axe5 dxe5 27.Th1 Txf4 28.Rd3 Tf3+ 29.Rc4 Dg2 30.Tag1 Df2 31.Txh6 Te3
b) 24…Dh3 25.axb4 Axf4+ 26.Cxf4 Txf4 27.Axe5 Dxg3+ 28.Rd2 dxe5 29.Tg1 Df2+ 30.Rc1 h5 31.Rb1
24…Txf4!!
Según el propio Nezhmetdinov, era imposible calcular todas las continuaciones posibles sobre el tablero, de modo que el sacrificio –el cual estaba en su cabeza desde cinco movimientos antes- derivó de la intuición. Ahora, si 25. Cxf4 Cxc2+, y si 25. gxf4 Axf4+ 26. Rd4 (26. Cxf4 Cxc2+ gana la dama) 26…Df2+ 27. Rc3 Dc5++. En cambio, 24…Cxc2+ habría conducido a la destrucción, por 25. Dxc2 Dg2 26. Txh6.
25. Txh2 Tf3+ 26. Rd4 Ag7!
Amenaza 27…b5! cerrando la posibilidad de escape en c4 y con idea de 28…Cec6 27. a4 c5+ 28. dxc6 (a.p.) bxc6 29. Ad3 Cexd3+ 30. Rc4 y el rey negro se mantiene en el centro.
27. a4??
Era mejor 27. Cg1, aunque de todos modos no salvaba la partida.
27…c5+ 28. dxc6 bxc6 29. Ad3 Cexd3+ 30. Rc4
A 30. e5 habrían seguido 30…Axe5+ y 31…d5++
30…d5+ 31. exd5 cxd5+ 32. Rb5 Tb8+ 33. Ra5 Cc6+
El blanco rinde, sin esperar por una respuesta a 34. Ra6 entre 34…Cc5++ y 34…Tb6++
0-1
LA FRASE: “Nadie ve combinaciones como Rashid Nezhmetdinov”. Mijaíl Botvinnik.