“A mí nada más me hace falta que me den un filo”, dice en uno de sus parlamentos el protagonista del filme Juan de los Muertos, y en una línea casi nos retrata como país, como cubanos.
Nuestra resistencia, más que histórica, es legendaria, como la de todo país pobre que intenta subsistir. Y lo hemos logrado porque asumimos nuestra existencia siempre con ánimo y creatividad.
Sin rallar en esa debilidad tan cubana de creernos los que más, sí creo que tenemos innovación como para exportar. Con solo mirar algunos de nuestros oficios distintivos nos sobra evidencia. Enumero diez, para seguir con esa onda tan antigua de acentuar el significado, como los Diez Mandamientos del Sinaí.
1- Vendedores de Discos
Corsarios del siglo XXI, eso son. Fuera de Cuba a cualquiera que venda discos no originales le llaman pirata, y las multas no las brinca un chivo. Pero aquí hay patente de corso para hacer maravillas como un variado de reggaetón y baladas, o el cancionero completo de Silvio, ¡gracias al MP3! Quien creó ese formato nunca pensó que fuera tan útil para los cubanos que, por supuesto, si no pagamos derecho de autor a los músicos, ¡menos le vamos a dar un quilo al equipo informático que logró la genialidad de compactar la música!
2- Llenadores de memoria flash
Si de piratería se trata ni los miles de vendedores de discos ni el mismísimo Barba Roja pueden con los distribuidores del “Paquete”. Novelas, películas, series, documentales… Todo lo que quieras ver te lo pasan para la “memoria”. Dificultarnos el acceso a internet solo sirvió para que quienes saben colarse por el hueco de una aguja pescaran en la Red de redes especímenes como la Voz Kid y le sacaran más jugo que a una naranja.
3-Rellenadores de fosforeras
¡Candela! Esa necesidad básica de nuestros millones de fumadores y am@s de casa las suplen los rellenadores de fosforeras. Concebidos como desechables allá donde las fabrican, los encededores aquí son eternos. Y todo gracias a estos sujetos que en lugares céntricos le hacen la competencia a otros seres también sui géneris, comúnmente conocidos como los vendedores de fósforos.
4- Raspadores de calderos
“¡Se limpian sartenes. Raspo calderos!”, pregona el flacucho cincuentón bajo un sol que le raspa la piel, pero no la voz ni la necesidad. Los deshollinadores son antiquísimos, pero nada parecido a este señor y su estilo único, sin instrumentos especializados. Un poco de arena en una bolsa de tela, dos moños de vieja (estropajos) bien acerados, un cuchillo ¡y listo! El sartén del módulo de cocción chino, prieto por tanto plátano y huevo fritos, queda más blanco que Michael Jackson.
5- Coleros
Las filas, como le dicen afuera a las colas, no son exclusivas de la Isla, aunque las nuestras pueden competir por entretenidas (el molote, la empujadera, la bulla…). Lo que sí parece ser patrimonio nuestro son los coleros. Gente que se gana la vida haciendo cola, marcando y vendiendo turnos lo mismo para una venta de carne en el agromercado que frente a una Notaría. Para su éxito desarrollan dos habilidades fundamentales: madrugar y engorilarse. Llevar vida de lechuza puede ser solvente frente a una embajada, y para mantener la ganancia a veces también hay que mutar en gorila.
6- Compradores ambulantes
Imagino que sea difícil encontrar anuncios de “compro botella” o “compro puerco, compro puerco” en cualquier calle, a toda hora. ¿Se imaginan a un ruso, un mexicano o un australiano comprando pomos de perfume vacíos para rellenarlos? Deberíamos poner a competir por original a aquel que insista en decirnos: “Se compra cualquier pedacito de oro”.
7- Reparadores de sombrilla
Una amiga que hace poco visitó China me asegura que allá las sombrillas las dejan en las puertas de los bancos o en el metro, para su uso gratuito. ¡Qué barbaridad! Aquí, como apreciamos de veras la utilidad de las sombrillas, impulsamos a sus reparadores. Las varillas, el forro, el mango, todo se arregla. Y la demanda siempre es alta, los pocos automóviles, los fuertes soles y las lluvias, sumados a la mala calidad de las sombrillas nuevas, colocan a este oficio en el hit parade del trabajo privado.
8-Vendedores de divisas
Quizás sea la más popular de nuestras rarezas. En cualquier otra latitud se penaliza la venta ilegal de divisas, aquí también…en papeles y con algún operativo ocasional, pues por las calles populosas de cualquier pueblo te salen al paso con el discurso: “Compro y vendo divisa, pago el dólar americano más caro que en Cadeca”. A esta parrafada casi siempre le suman: “Tengo zapatos, pantalones, blusas, aires acondicionados, chancletas…
9-Buquenques
El mundo los olvidó, los sepultó a inicios del siglo pasado, cuando en las terminales aparecieron los micrófonos para anunciarles a los pasajeros los vehículos para sus destinos. Pero nosotros no desechamos algo tan útil para fortalecer las cuerdas vocales como este anunciador a voz en cuello. ¡Qué jolgorio más grande habría en la Terminal de Trenes de New York con los buquenques! Nosotros no nos dejamos permear por el asilamiento que provoca la tecnología, ¡qué va! Como Pijirigua, a la antigua.
10-Fabricantes de fogones píker
Hace unos meses en Milán presentaron una cocina “inteligente” con una mesa que reconoce objetos, sugiere recetas, y explica cómo prepararlas mediante la proyección de imágenes sobre el mismo tablero, como si fuera la pantalla de una computadora. Y la noticia recorrió el mundo como el último “grito” del diseño y la automatización de la vivienda. Dicen sus autores que dentro de unos años puede entrar al mercado.
Si los cubanos hubieran oído bien esa noticia, se parten de la risa. Esa cocina aquí se disloca porque, ¿qué receta pueden programarle para mezclar arroz, frijoles, spaguetti y huevo?
El invento ultramoderno no puede competir con los criollos fogones piker, que con una lata donde se le echa el petróleo, puesta encima de la hornilla para aprovechar la fuerza de gravedad, cocina lo que aparezca, que es la forma más común de cocción en Cuba.
La lista puede seguir: aguateros, creadores de escobas de guano, de horquillas plásticas, amoladores de tijeras… Miles de oficios prueban que en Cuba, aunque no tengamos buena economía, en el invento no nos ganan ni los japoneses. Si nos dan un filo, un filito nada más… ¡No digo yo si viramos el mundo al revés!
jjajajaja , cómico este articulo, asi que los calderos mas blancos que maikel jackson , jajajjajaja,asi somos los cubanos, tengo mucho orgullo de ser cubano , no se nos mueren los lechones en la barriga , jajajajjaja
Tienes toda la razón Samuel, aunque me reí leyendo tu artículo, es para llorar ¿No crees?tantos años llevamos en esa lucha por la super vivencia…Hoy paseaba por el mercadillo y en eso pensaba, nosotros los cubanos, somos copia fiel de los españoles, aqui tb es parecido un poco mas coches, mercados abarrotados de mercancías, pero al final, mucho es el parecido, máxime ahora con el porcentaje tan alto de desempleo que hay, mira, las gitanas escondiéndose porque venia la guardia municipal y ella revendiendo el tomate, el otro escondiéndose porque estaba vendiendo el ajo, la otra se escabullo tb de la policía, porque tenia una mesita llena de cajitas con frutas…y es catalogado primer mundo, así que nada que envidiar…yo con el lema que nos inculcaron, lo repito y lo repito y no es matraca mía…el rico sigue siendo más rico y el pobre seguirá siendo más pobre, pero la desigualdad que difícil es de exterminarla.
Yo no se cuando se invento o quien,pero lo de rellenar fosforera se hacia en Polonia por los años 70.
Me parece una apología a la miseria
Si no viviera en Colombia, pensaría que esos oficios los copiaron muchos colombianos de los cubanos, o a la inversa. En nuestro país lo llamamos “la economía del rebusque” que no es otra cosa, que el ingenio criollo aplicado a la subsistencia en épocas de crisis. Supongo que en otros países de latinoamérica se presenta igual situación. Éso es lo que nos hace tan “interesantes” ante los habitantes de los países desarrollados.
Yo vivo en Costa Rica e igual tenemos de todo eso tal ves con algún mínimo cambio. Excepto las fosforeras, y si te creo lo de Polonia porque conozco polacos q tienen historias como las nuestras de la época de la urrss pos guerra como las horribles mezclas de café con otros granos , estos si investigan se utilizó en la 2 guerra mundial y en Cuba siguen !!!! Y para seguir los polacos fueron los creadores de bolek y lolek entre otros y aun nos siguen torturando con sus muñequitos. Aquí en Costa Rica tenemos porteadores ( boteros para nosotros) y los vendedores ambulantes les dicen polacos , y por cada vendedor de aromatizante en Cuba aquí 5 venden discos en la calle o trabajos.
Don Samuel, ¿en qué estación china se bajó su amiga que le regalaron la sombrilla? Lo pregunto porque llevo casi 20 años en Pekín, y en cuanto asoma el primer nubarrón en el cielo, en cada parada de metro se aparece una vendedora (casi siempre una mujer) cargada de paraguas, sombrillas y parasoles, con la consabida frase de “¡Vaya, coge aquí tu sombrillita, a sólo diez yuanes!” (en chino, claro)…
Bueno, claro que muchos de estos oficios existen por necesidad, pero en realidad también ayuda a que Cuba sea un país bastante sustentable, en el sentido de no malgastar y despreciar los recursos de la tierra – rellenar fosforos y reparar paraguas es algo distinto a la cultura de usa-y-tira que existe en muchas otras partes (sobre todo en los llamados países ‘desarollados’). El mundo pueda aprender mucho de Cuba y los cubanos en este sentido.
Exelente artículo. Me gustó
En Londres quizás sea el lugar del mundo donde más sombrilla usan, y en ninguna película he visto a nadie fajao con la varilla o el forro. Cuba es única! Excelente artículo, muy simpático.
Se le puede sumar, uno más moderno, revendedor de WIFI
Chovinismo en estado puro! Solo tiene que asomarse a cualquierita ciudad latina y vera decenas de oficios que los cubanos ni han descubierto. Prefiero ni mencionarlos porque la mayoria, como esos que lista el articulo, no son mas que una apologia a la miseria, ademas de tener una honorabilidad equiparable a la del viejo oficio de ladrón. Solo le dejo este que encontre en algun lugar de Centroamerica y me parecio notable que los cubanos no lo hayan copiado: Marido de alquiler. Se trata de un hombre cuyos servicios las doñas alquilan para que, excepto sexo, les haga todo lo que un hombre sabe hacer: limpiar el patio, arreglar las llaves del agua, cambiar las lamparas y cuanto cachivache roto haya en la casa. Milagro en Cuba a nadie le ha dado por eso. Seguro que hasta el problemita del sexo se resuelve.
Qué buen artículo, qué viva el gracejo cubano, su inventiva y resistencia con buen humor, eso es lo que muchos no le perdonan a los cubanos …. EH, MARIA MANTILLA? mira, en Cuba no existe el marido de alquiler porque las cubanas NO NECESITAMOS DE ESO…. CULO GRANDE ,MUCHA SANDUNGA ,BUENA CAMA Y MARIDO DE VERDAD, Y GRATIS…. Creo que eso es lo que tú estás necesitando, para que espantes el mal humor ….jajaja
El hecho de que casi ningún chofer de guagua tenga cambio para un peso, y el reto que supone llegar a fin de mes con la mayor cantidad de dinero posible (vamos, que eso de contar los quilos es casi literal), ha promovido el oficio de -y el nombre lo pongo yo- “fragmentador de pesos”, que te cambia un peso por cuatro pesetas. Él gana una peseta por cada peso, y los que esperan la guagua ganan la posibilidad de extender la vida del peso, ya que alcanza para dos guaguas y no solo para una.
Arlene:
Decía mi abuela: “La miseria se soporta, ‘pero no se aplaude”. Ahí no hay resistencia, sino resignación, instinto se supervivencia. La resistencia tiene que ser voluntaria, nunca impuesta. Y maridos de alquiler son los que se sobran, por lo menos para las extrajeras, porque los jineteros en la calle están que hacen ola. verguenza dan los “oficios” a que han relegado al cubano. Ni el gobierno más entr3eguista que haya tenido la nación desde la colonia hasta el año 59 legisló que cualquier extrajero salido de casa del diablo y sabe Dios con qué plata, pueda ser un empresario en Cuba y pueda hacer millones, pero un cubano que se ha rejodido, y al que le han rejodido la existencia medio siglo, no pueda hacerlo.
Coincido con M4, el oficio número 11, tiene que ser el revendedor de WiFi, y si no lo creen vayan al Miramar Trade Center, “yo lo haría”
Qué lindo, un artículo estupendo.