El Festival de Cine de La Habana siempre trae, de visita o de regreso a Cuba, a muchísimas personas relacionadas con el audiovisual. José Ángel Cardoso, peruano, guionista y profesor, se encontró en el Hotel Nacional (donde todo el mundo se encuentra) con un joven realizador habanero.
Ambos viven desde hace años en Madrid, y allí el peruano tuvo como alumno al cubano en la Universidad Carlos III. Mi amigo, que además ejerce el periodismo y tiene entre sus habilidades la de hacer preguntas incesantes y abrumadoras, quiso saber qué venía este joven a hacer en Cuba, qué tiempo llevaba sin pisar las calles de La Habana, cómo encontraba la ciudad, el país… “No sabes cómo extraño la Guerra Fría”, respondió el exalumno. José Ángel quedó perplejo.
“Lo que está cambiando más es la gente. Cada uno va a lo suyo, no hay la solidaridad de antes. Y tú sabes que yo era muy crítico con el régimen, pero si los cambios son para esto, yo no quisiera vivir en el país en el que Cuba se está convirtiendo”, explicó el joven cineasta.
“Dijo Guerra Fría para nombrar una época”, me comentó al día siguiente José Ángel, mientras trataba de que yo le ayudara a comprender qué habría querido decir aquel muchacho que regresaba a La Habana con un cortometraje y varios proyectos que lo siguen vinculando con la isla y la ciudad donde nació. Le conté al amigo que desde hace tiempo designamos aquí esa misma percepción con una frase que se ha vuelto retórica: “La pérdida de valores”. “¿La pérdida o el cambio de valores?”, rectificó él.
Estuvimos de acuerdo en que la frase del joven realizador audiovisual se desborda en más sentidos que esos valores abandonados o trasmutados. Se trata de una persona que no ignora el peso de las palabras, de ciertas expresiones, y ha dicho Guerra Fría, es decir, un contexto que condicionaba una forma específica de entender y de hacer política.
He escuchado decir también que el gobierno cubano dejó de hacer política, que en él predominan las personas con formación técnica en detrimento de aquellos que actúan desde gestos políticos. “Los gobiernos siempre hacen política”, responde José Ángel. “Este gobierno quitó los permisos de salida, alienta el trabajo privado, liberó la venta de casa y de autos… Eso también es hacer política”.
Le concedo algo de razón. “Pero es que se siente un vacío”, contesto. Él anda por encima de los cincuenta años y desde que era muy joven visita Cuba, país que conoce casi tanto como yo. “¿A qué te refieres con vacío? ¿Vacío de qué?”, quiere saber. “¿Te acuerdas de Armando Hart?”, le pregunto, porque me parece mejor explicarme con ejemplos: “Hart era un político. Sus discursos, sobre todo en los primeros años en que fue ministro de Cultura, estaban cargados de sentidos, de señales. Se proponían construir un consenso, abrir espacios democráticos de participación de los escritores y artistas en el diseño de la política cultural y de su ejecución”. Mi amigo peruano escucha. Por primera vez logro que me deje enhebrar varias frases seguidas sin que me interrumpa con nuevas preguntas.
“Cuando ocurría un problema, cualquier problema en el campo de la cultura, Hart convocaba reuniones. Podía sentarse a dialogar lo mismo con diez personas que con cien, en encuentros maratónicos. Pero jamás se encerraba, uno casi siempre sabía lo que pensaba, a dónde se proponía llegar, incluso, qué ideas trataba de imponer. Era un demócrata convencido, pero trabajaba dentro de estructuras verticales de poder, y también se aprovechaba de ellas.”
“¿Y ahora?”. No voy a repetir que el peruano es un preguntón inveterado. Pero a una, otra:
“¿Tú te imaginas que con Hart en el Ministerio de Cultura se hubiese armado todo este lío de las asambleas de cineastas, la demanda de una Ley de Cine y el g-20?” “¿Se hubiera armado?”, duda él. “Sin dudas. No por su gestión, o quién sabe si también por su gestión, pero sobre todo por el país en que estamos viviendo”. “Ya sé: un país con pérdida de valores”. “Y con otros modos de hacer política. Pero con Hart hubiéramos pasado horas y más horas en su despacho, o en salones del ICAIC, discutiendo, conspirando, buscando soluciones”.
“¿Hubieran aparecido ya las soluciones?”
“Lo más seguro es que no, porque de nuevo todo depende de otras formas de país y de gobierno. ¿Desde cuándo no te detienes a leer el discurso de un dirigente cubano?”, le pregunto yo, ahora a la ofensiva. Se ríe. “¿Contamos como discurso lo que leyó Raúl el 17 de diciembre?”. “Como quieras”. “Pues hace casi un año”. “Y de ese punto para atrás”. Vuelve a reírse. “Estábamos hablando de la Guerra Fría, y después del vacío”, me recuerda: “¿De verdad te parece que hay vacío?” “Hay retórica, y la retórica es como el algodón. Parece que llena el espacio pero todo se reduce a una bolita de nada. La retórica, además, reproduce un mundo que fue, o del mundo en que los que establecen la retórica quisieran vivir. Pero entre la realidad y la retórica no hay nada, ni un hilito que los una.”
“La retórica está en todas partes”. Al peruano le da también por ponerse afirmativo, sentencioso.
“Aquí, allá y acullá. La realidad está en el medio, Cuba está en el medio, y hay al menos dos construcciones de Cuba que son paralelas, que no se van a encontrar jamás, ni entre ellas ni con lo que pretenden representar”, digo.
“La política siempre usa la retórica. ¿No estudiaste a Cicerón en la Universidad?”
“Cicerón era un artista. Quizás lo que ha desaparecido es la figura de ese político que, como Cicerón, también sea un artista, a la manera en que los políticos pueden ser artistas.”
“A mí me sigue pareciendo que este es un país muy politizado”, me asegura. “A quien le preguntes por la calle va a tener una opinión sobre cualquier cosa. Una opinión política”, dice José Ángel.
“De acuerdo. Pero la diferencia está en que hace veinte años esas personas confiaban en que alguna de sus opiniones podía ser escuchada, tenida en cuenta. Había una ilusión, una esperanza. Creíamos estar empujando el mismo carro más o menos en la misma dirección. Quizás estemos usando mal la palabra política y de lo que se trata es de ideología, de la construcción de consensos en torno a un proyecto ideológico”, aventuro, y trato de rematar la conversación con otra pregunta: “¿Por qué tú crees que tantos jóvenes se van de Cuba?”
“Por la Ley de Ajuste Cubano.”
“Sí, esa Ley es la fuerza que los hala, pero hay otra fuerza que los impulsa hacia fuera. Se van también porque solo se saben dueños de sus vidas. De nada más. Han dejado de confiar en que la nación les pertenece, en que pueden influir en el destino de la nación.”
“¿Tú también extrañas la Guerra Fría?”, me pregunta.
No se cual es el objetivo de este escrito pero decir que Armando Hart fue un democrata es demasiado. Hart , como ministro de Educacion y luego de cultura, pertenecio al mismo gobierno que prohibio los Beatles, que borro de Cuba a artistas como Celia Cruz, Rolando Laserie y otros, que casi obligo a los maestros a vestirse de milicianos para ir a dar clases, que estimulo las escuelas en el campo, que prohibio libros y desmocho peliculas . Los cambios que se estan produciendo en el pais son dolorosos pero no tienen otra opcion. Vivimos en esos tiempos siendo muy “solidarios” con la vigilancia de los CDR, la FMC, el PCC, la UJC, los Pioneros, el G2, la CTC todos bajo una carga de verborrea politica extraordinaria mientras que el pais se caia a pedazos moral y materialmente. Hoy tenemos los resultados. Aquella utopia fracaso y no hay otra manera de regresar a la cordura que haciendo cambios que muchos no van a digerir. Lo criticable de los cambios que se estan haciendo es que no benefician a todos y solo a un grupo de elejidos ya sea por influencias, poder o dinero mientras que el resto, la mayoria, cae en esa incertidumbre que se señala en el articulo y por la cual tanta gente prefiere abandonar el barco. Es malo tener mala memoria. Los tiempos de la “Guerra fria” no fueron mejores que los de hoy, solo con diferentes problemas y dificultades, pero jamas mejores. Claro, desde España todo se ve ” Ray Ban”.
eso quiere decir que el autor extrana la repression dura,la de verdad.Lastima para el,le quedaran cada dia menos lugares adonde ir!! Del que vino de espana,no es necesario hablar es de los Zombies,digo,los hombres nuevos: perdidos en su laberinto.Extrana la cuba represiva,pero vive fuera de ella!!!
Excelente analisis. Mis respetos
De que valores se hablan. Ese discurso huele a rancio. Siempre lis valores están en crisis si ni no hay dialéctica de crecimiento. Lo que hace falta es una verdadera democracia que permita lis ajustes y renovación desde el pueblo. Lo demás es palabra vacía.
Creci y me hice mayor en La Isla, durante toda mi vida de estudiante me fue inculcado el amor y la admiración por José Marti y su pensamiento, mis maestros en esa epoca habian sido graduados en La Normal, recuerdo que en toda la primaria y secundaria se respiraba Marti por los cuatro costados, entre las clases de geografia y matematicas.
Mis hijos crecieron bajo esa influencia, todavía parte de esa generación cree en esos valores, pero no todos, terminando ellos la secundaria empezo el exodo masivo de los pilares de la cultura cubana, artistas todos, maestros , profesores, se destrozo la industria azucarera orgullo inadvertido de la nación y los maestros emergentes tomaron la rienda de todas las promociones posteriores, en un pais que se maneja como una finca ideológica las estadísticas son mas importantes y hacen mas propaganda que los valores nacionales.
Nacion, ya no hay nacion, esta esparcida alrededor del mundo, solo quedan los despojos de una monarquía familiar que aunque ilustrada en algún momento, puso a la cubania al servicio de la ideología
No hay nacion, no tenemos nacion, se fue.
Ese último párrafo del artículo es la mejor explicación que he leido de por qué tantos jóvenes emigran. Además de todo es científica, siempre actúan 2 fuerzas. Es genial.
Completamente de acuerdo con Coral, esos 2 últimos parrafos resumen lo que muchos de nosotros conocemos pero no sabermos definir con palabras. Cuba se há disgregado en sus gentes en todas las geografias y há traspasado todas las fronteras para renacer convertida en emigracion en otros países, en otros mundos, creo que a este ritmo solo quedaran en Cuba los adultos que saben que ya su tiempo de vida útil no les da para arriesgarse a iniciar de nuevo en otro médio. Quedaran aquellos que se adaptaron a ese estado quo y sobreviven las tempestades rutinarias de las carencias, o que de alguna forma tienen el miedo visceral de iniciar el cambio y salir de su zona de confort. Quedaran aquellos que se han acomodado bajo el manto de algun cargo vitalício que le garantice a el y su família las comodidades que brinda un sistema que ha perpetuado la burocracia y la corrupcion por encima de cualquier lógica. En Cuba quedaran los que ahora ostentan el poder y han hecho de la política el negócio familiar,pero aquellos que ya no creen en las oxidadas consignas de antano han decidido probar suerte en tierra arena. Saque usted sus própias conclusiones.