En algún momento no precisado, antes de este 14 de septiembre, Barack Obama tendrá sobre su escritorio un requerimiento de renovación de la Ley de Comercio con el Enemigo, base del entramado legal del bloqueo contra Cuba.
Se trata de un estatuto de 1917 al que recurrió en 1962 John Kennedy para imponer el cerco económico a Cuba y que desde entonces ha sido renovado, año tras año, por los nueve presidentes de Estados Unidos que le siguieron, incluyendo al actual.
Pero el contexto es muy diferente ahora y sobre los hombros del mandatario pesa una decisión que definirá el curso del que se revela como uno de los más polémicos puntos en el camino de la normalización de relaciones bilaterales.
A esta altura del 2014 ya el presidente norteamericano había ratificado el añejo documento, pero en 2015 se está tomando las cosas con más calma. Quizás llevará hasta el límite el momento de la decisión, habida cuenta de que este 11 de septiembre se reunirá, por primera vez, la comisión bilateral anunciada por Bruno Rodríguez y John Kerry durante la reapertura de la embajada norteamericana en La Habana.
Entre varios analistas políticos en los Estados Unidos se ha levantado un debate sobre las contradicciones y riesgos que supone para el Presidente norteamericano renovar la Ley o suspender su aplicación para Cuba.
A simple vista, si Obama quisiera ser consecuente, dejaría expirar la Ley. Al fin y al cabo lleva ocho meses insistiéndole al Congreso en que debe levantar el embargo. Quitar una barrera más del camino no sería sino un paso lógico.
En cambio, el abogado Robert Muse, experto en la legislación estadounidense respecto a la isla y asesor con 25 años de experiencia, apunta que Obama estaría haciendo “algo muy peligroso” para su propia política si permite la caducidad de la Ley.
De acuerdo con Muse, ese estatuto principal es el único que “confiere la actividad ejecutiva al Presidente para relajar el embargo a Cuba”, pues si no estuviera sería entonces todo el entramado legal aprobado por el Congreso el que dictaría las obligaciones legales de los Estados Unidos hacia el archipiélago.
Ahí están, recordemos, la Ley para la Asistencia Exterior (1961), la Ley para la Administración de las Exportaciones (1979), la Ley Torricelli (1992), la Ley Helms-Burton (1996) y las Regulaciones para la Administración de las Exportaciones (1979) como otras normas jurídicas aprobadas para “codificar en ley” al embargo.
Pero, insistamos, ¿qué perdería Obama derogando esta ley? De acuerdo con Muse, expiraría la facultad presidencial de modificar y flexibilizar las sanciones hoy existentes a través de las licencias de la OFAC y otros mecanismos. En manos del ejecutivo ha estado y está la opción de permitir viajes a través de licencias generales y esa ha sido la vía más usada hasta hoy erosionar el apoyo a la política de línea dura. Cada nuevo grupo de estadounidenses que viaja retorna casi como un nuevo impulsor de los cambios en su país.
Sin esta ley, dice Muse, las regulaciones estadounidenses volverían “palabra por palabra, a la forma que tenían en marzo de 1996”. Eso significa que la Ley Helms-Burton se eleva a nivel de estatuto federal y anularía todas las modificaciones al embargo desde 1996, incluyendo las recientes licencias para viajar a Cuba y los viajes persona-persona.
Ante ese dilema, termina el experto, Obama podría renovar fácilmente la medida y explicar a la opinión pública que no está haciendo más que prorrogando su propia autoridad…pero tamaño asunto viviría Barack, hasta hace muy poco considerado un presidente débil, inconsistente y falto de iniciativa.
No hay acuerdo entre los politólogos y analistas. Si acaso, nuevas peticiones: un presidente que por fin ha decidido ponerse de pie ante el Congreso y llevar adelante una política propia, que le garantice un legado, debería no jugar al pragmatismo e impulsar cuanta alternativa tenga en sus manos (que son muchas) para vaciar de contenido al “bloqueo”.
En la primera oportunidad después del 17D para revocar una herramienta más atrasada que la política de Guerra Fría hacia Cuba, criticada por Obama.
Todo esto es griteria de fracasados,Obama puede deja que se deroge la ley el 14 y continuar modificando el
embargo con decretos como van hacer con los turistas ,pongan los pies en la tierra.
Esto es la consecuencia de tener un Congreso republicano. Es. realmente lamentable! Confio en la integridad e inteligencia de nuestro Presidente!
Cada vez que veo un “Jhon” … pa que decir nada, es John!!!
Otra difícil decisión que deberá asumir este extraordinario presidente. Confiemos…
Estoy de acuerdo gue El presdete Oama guite la ley obsoleta para nada sirve sorry pero es hora de Negociar