Dicen que los lugares que las personas recuerdan con mayor afecto son aquellos que lo marcan cuando pequeño. El complejo turístico Guamá resulta uno de esos espacios que te remontan al pasado, un pasado olvidado por muchos y que forma parte de quienes somos, el eterno de donde venimos y hacia donde vamos.
Gran parte de ese viaje es consecuencia directa de un conjunto escultórico que corta la respiración a quien lo observa por vez primera. La capacidad de un artista para perdurar en el tiempo, no puede medirse solamente por la opinión de especialistas y críticos de arte, sino en gran medida, por el reconocimiento popular de sus obras. Rita Longa (1912-2012) encantaba con sus esculturas, ora polémicas y trasgresoras, ora inquietantes por su diversidad visual y estética.
Aldea Taína es de esas obras de Rita que sorprenden por la fidelidad a la realidad, que llega incluso a rayar en la perfección. Concebido como uno de sus proyectos más amplios, cuando se camina entre las diferentes edificaciones aborígenes, se pueden apreciar reproducciones a tamaño real de indios cubanos realizando diferentes labores, representados ejemplares de los dos grandes grupos de taínos que habitaron la Isla: los denominados según los historiadores como recolectores-cazadores-pescadores y agricultores-ceramistas.
Recuerdo todavía gritar asustado al ver un hombre color canela en el agua con un coco en la cabeza asiendo por las patas a un pato que intentaba huir de su captor, o mujeres con niños en los brazos, el cacique con todo el colorido en su cuerpo que reverenciaba su rango mayor; sorprendiéndome más aún al tocarlos y sentir que esas magníficas 25 “personas” no eran más que la conjugación de piedra fundida con polvo de mármol, arena y cemento.
Asimismo encantan a la entrada del parque zoológico de 26 una singular familia de venados de bronce que cobró vida en 1947; casi a la entrada de San Miguel del Padrón, el caminante es bendecido por la belleza y el halo misterioso de una virgen en bronce; en Tropicana, cabaret de renombre internacional, símbolo de buen gusto y excelencia artística, una Ballerina en puntas de piedra artificial invita al visitante a disfrutar de una velada inolvidable… Describir de forma única la labor escultórico-artística de Rita Longa resultaría equivocado por la diversidad de materiales, formas estéticas y visuales en sus disímiles trabajos.
Cien años han transcurrido desde su nacimiento en La Habana el 14 de junio de 1912, y 80 desde que exhibiera su primera obra (Diana, 1932), en una muestra colectiva benéfica.
Hoy, Cuba toda tiene el placer de contar por sus calles con la huella imperecedera y genuina de esta artista ya sea en La Habana, en Morón con su soberbio gallo, en Baracoa con los bustos de Hatuey, la Fuente de las Antillas en las Tunas, y de las Virtudes en Santa Clara o el Bosque de los Héroes, en Santiago de Cuba.