Diez reglas de un guajiro en La Habana

Foto: So What to Twenty!

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Hace poco mientras caminaba por Línea, en el Vedado, se me acercó un señor. Su estilo me recordó a mí mismo cuando me iniciaba en las calles de esta ciudad. Aquel hombre había venido directo a mí ignorando que yo era un guajiro de su misma especie. Me preguntó cómo llegaba a una dirección que, sin saberlo, ya había flanqueado un par de veces.

El hombre, entendido ya en la ubicación, agarró mi mano y me dio un apretón para expresar lo agradecido que estaba. Después de que se alejó, me tomé un instante para sonreír, bajo un efecto parecido al que experimentamos al desempolvar fotos de la adolescencia, de cuando lo ingenuo era moda.

Luego, desde un balcón cercano al litoral, veo el edificio adonde fui a parar hace ya muchos años, sin escala desde el lejano pueblo donde nací. Recordé entonces cierto manual de instrucciones para primerizos en la capital; una especie de código creado por el hombre de campo para subsistir en el mundo “La Habana”, para pasar inadvertido y salvarse del potencial ridículo.

Estas reglas se las contó un padre al hijo que acababa de recibir una carrera en la universidad, sentados en el Coppelia, habiendo dejado tras de sí varios kilómetros en el más largo “Andar La Habana” de un guajiro.

El sello había sido la pregunta de la camarera. Después de verlos devorar ocho ensaladas –cuarenta bolas de helado– per cápita, no pudo soportar la curiosidad: “Ustedes no son de aquí, ¿verdad?”

Seguro habrá no pocos manuales, más o menos útiles, más o menos necesarios. El mío va a continuación:

1- Camina, camina, camina. Evita los camellos, y si tienes que ir muy lejos en alguno, no te pegues a las ventanillas, que en los barrios en apagón tiran piedras.

2- El Capitolio es el mejor punto de referencia y lo primero que debes conocer de la ciudad. Esa “punta” te va a guiar en todo momento.

3- No andes mucho de noche. Cuando lo hagas, camina por la calle; olvídate de las aceras que puede pasar cualquier cosa.

4- Trata de andar en grupo, con gente que conozca la ciudad, y no te quedes con la boca abierta contando los pisos de los edificios. Eso delata a la gente del campo.

5- La billetera debe permanecer en el bolsillo delantero. Es muy raro que un carterista pueda sorprenderte.

6- Para llegar al Latino cuando haya juego, espera que caiga un poco la tarde y fíjate que vas a encontrar las torres prendidas. Siéntate en una grada neutral, los industrialistas no soportan perder y te mirarán con mala cara. ¡Ah! Aguanta los arranques emocionales cuando tu equipo anote.

7- Cuando estés perdido solamente le preguntas a los viejitos. No corras el riesgo de que otras personas te vean cara de guajiro y te manden pal fin del mundo. Los ancianos no, ellos son buenos… casi siempre.

8- Habla poco hasta que vayas cogiendo el acento. No te pongas a hacer comparaciones, que para los habaneros su ciudad es sagrada.

9- Ahorra el dinero para que te alcance.

10- Y… la regla más importante: te buscas una novia habanera.

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