Siempre he escuchado que cada rincón del planeta tiene su esencia, su olor, su elixir. El occidente de Cuba podría saber a mar, a gente buena que piensa su día a día como un desafío a la vida, a mogotes que con la grácil gota de rocío pintan el orgullo de ser pinareño.
El sabroso licor de Vueltabajo la Guayabita del Pinar, muestra visible del sincretismo cultural de los españoles y los criollos, señala como identitaria una bebida única de su tipo en el mundo. Mas su distinción como Patrimonio Industrial Intangible muestra la excelente calidad, demanda, exclusividad y tradiciones artesanales de esta deliciosa bebida que no pierde su encanto con más de un siglo de creada.
La verdad es que nadie imaginó en 1892 que Lucio Garay Zabala, -el octavo hijo del matrimonio de Juan Garay Rentaría y Josefa Zabala Barturen de nacionalidad española- haría de la conocida mezcla de la pequeña fruta de guayabita con aguardiente, elaboración doméstica de los campesinos ingerida en las frías mañanas de los meses de invierno antes de cosechar el tabaco, junto con el arte de la vinatería, un licor especial, transformando así la tradición.
Su modo de preparación resultaría para algunos bien sencilla: unir aguardiente, azúcar y el fruto llamado científicamente Psidium salutare, el cual habita en el Caribe y Centroamérica y muy exclusivamente se cosecha en Vueltabajo; mas esto no es suficiente para obtener un excelente trago de Guayabita del Pinar. Para ello hace falta gracia y la dosificación exacta registrada por Lucio hace muchos años.
La fábrica de bebidas Casa Garay, actualmente Ceferino Fernández Viñas donde se elabora la aromática bebida, ubicada en la ciudad de Pinar del Río, muestra en su fachada el paso del tiempo detenido en 1892. Todas las botellas contienen dos o tres de estas guayabas en su interior y actualmente existen dos versiones: una seca, tal cual es el ron, y otra dulce, como un licor.
La bebida es internacionalmente conocida: algunos países donde está registrada la marca son Alemania, Rusia, Francia, Polonia, Portugal, China, Eslovaquia, Viet Nam, Italia, entre otros.
No en balde el simpático músico cubano Cándido Fabré, cantante de la orquesta Original de Manzanillo escribió un tema que resultó todo un éxito en la década de los 90 del siglo pasado. El contagioso son, llamado Guayabita del Pinar, puso a bailar a hombres y mujeres en toda la Isla y por supuesto, disparó la venta del producto tanto en el mercado nacional como en el foráneo.
Esta es solo una semblanza de la bebida pinareña, imprescindible presentación de mi provincia; aunque también, por qué no, una invitación a no perder la ocasión de deleitarse con una tradición cultural.