Minifalda para atrevidas

Revolucionó la moda hace casi 50 años. Amada y prohibida. ¿Será conquistada por los hombres?

Y DECIMOS ATREVIDAS sin contemplar límites de edad, porque esta pieza de poca tela dejó hace tiempo de ser para uso exclusivo de las jovencitas. Hoy, cualquiera que quiera lucir la belleza de sus piernas se pone una minifalda si darle cuentas a nadie.

BUSCANDO LA HISTORIA DE ESTA PRENDA viajamos a la convulsa Europa de los años 60. Aunque el diseñador André Courréges había intentado de convencer a las francesas de que las piernas se llevaban bien largas y a la vista, no tuvo mucho éxito y el mérito de haber impuesto la moda de la falda por encima de la rodilla le correspondió a la inglesa Mary Quant. El mundo estaba cambiando y los corazones se agitaban en la creciente revolución sexual. Había muerto Marilyn Monroe y Andy Warhol ponía en entredicho los modelos de la modernidad pintando latas de sopa. Todos querían ser jóvenes como Los Beatles, eternamente niñas como Twiggy. Londres se había convertido en la capital de la moda más libre y barata; y la idea lanzada por Quant hizo furor entre las muchachitas inglesas que comenzaron a enseñar sus muslos con toda naturalidad y alegría. “Una mujer es tan lozana como su rodilla”, afirmaba Quant.

LA AVENTURA HA SIDO INDETENIBLE. Y, por supuesto, un poquito convulsa. Es símbolo de libertad y juventud, de la sensualidad femenina. Su largo ha variado según los tiempos, alcanzando niveles realmente osados en su modalidad micro. Muchos la tildan de inmoral y peligrosa. En Suazilandia, al sur de África, la policía tiene la orden de atajar a toda aquella que vista minifalda. Las detenidas pueden pasar hasta seis meses en la cárcel. Se alega que la prenda facilita las vejaciones sexuales pues es muy fácil de arrancar. Pero, a pesar de oposiciones como esta, cada vez son más las mujeres que se suman a este modo ya cincuentenario, sin detenerse en edades ni en características físicas.

INCLUSO LOS HOMBRES.  En estos tiempos de límites borrosos, hay varones que no solo quieren conquistar su derecho a las faldas, si no también llevar una mini con propiedad. Total, las mujeres se pusieron los pantalones hace 70 años y nunca más se lo han quitado. Los hombres han quedado rezagados en estas conquistas del ropero. Pero desde hace un tiempo algunos diseñadores vienen burlando los prejuicios; se han lanzado a demostrar que las minifaldas también puedes ser una prenda varonil. En las pasarelas de la ropa masculina se les ha visto, construidas desde la idea misma de innovación que significan en el mundo de la moda; confeccionadas en telas tradicionales de la ropa masculina, en mezclilla, pieles y materiales sintéticos, son llevadas con sandalias “a la romana”, o con grandes botas de cuero. Su uso parece estar a un paso de democratizarse genéricamente. Si eso sucede, más que un progreso en la moda, señalará una revolución sexual.

SI TE VAS A PONER UNA MINIFALDA, ya seas mujer u hombre metrosexual, recuerda que el vestir lleva casi siempre un gran porciento de deseo de ser admirado, y en esa empresa la minifalda puede llegar a ser una aliada o tu principal enemiga. No es cuestión de piernas bonitas, porque el concepto de bonito es elástico como un chicle. Cuida mejor tener unas piernas de músculos firmes, la piel sana y limpia. Escoge bien los zapatos que te pondrás en cada ocasión. Las sandalias apoyan muy bien la imagen de libertad que la prenda lleva, pero el diálogo que las minis establecen con los zapatos de tacón alto realza la belleza física de quien las viste. Y siempre, antes de salir a lucirte en tu minifalda, ten en cuenta si el evento al que asistirás es el más idóneo para mostrar tantos centímetros de tus piernas. El secreto del buen vestir es saber exactamente qué nos ponemos en cada momento. Todo es cuestión de conocerse y de aprender a elegir.

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