Canasí, el ensueño

Boca de Canasí es visitada por excursionistas casi todo el año. A pesar de un campismo cercano a la gente le gusta internarse sendero adentro del otro lado del río, donde se está verdaderamente en contacto con la naturaleza. Los pobladores locales lo saben y reciben al forastero con ofertas funcionales.

Dicen que Canasí nació donde desemboca el río, con dos farallones a cada lado custodiándole el sueño. Sobre 1738 el mar no quería gente cerca de sus predios y se metía en las casas a desordenar, y en los ranchos a ahogar perros, gallinas, cabritos.

Los primeros pobladores se mudaron buscando altura a inicios del siglo XIX, y fundaron Arcos de Canasí, un pueblo con dos mil habitantes, al sur de la Vía Blanca, la carretera transitadísima que une La Habana y Matanzas.

Al este del río, aproximadamente a un kilómetro, se abre un lecho pedregoso con tres pequeñas grutas cercadas y penetradas por el agua azul. Es La Cazuela. El fondo trasparente revela cardúmenes de agujitas.

Al adentrarse en la cueva principal la profundidad va descendiendo, y cruzado el ancho umbral recibe a los curiosos una explanada de arena muy fina. Un verdadero descanso para los pies cansados de tanto caminar.
Es fácil perder la noción del tiempo en ese sitio, a salvo de los rayos más violentos de la tarde tropical. En el Área Protegida Boca de Canasí, no hay sitio mejor que este para recibir y despedir el sol.

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