Una mujer vende jabitas de naylon con la mirada perdida, algunos niños descamisados juegan fútbol en medio de la calle, un abuelo con bastón sonríe en el umbral de su casa a medio destruir, y un auto Lada intenta revivir en manos de un mecánico… así se me reveló Regla, medio agitada, medio en calma, con ese aire de pueblito encantador.
Las estadísticas apuntan a este municipio como el más pequeño de Cuba, con poco más de nueve kilómetros de extensión, pero adentrarse en sus calles devela historias y pasajes profundísimos, una radiografía de cómo transcurre la vida en este poblado, hijo de la Patrona de la Bahía de La Habana, la virgen negra: Nuestra Señora de Regla.