Las cuevas cercanas a Boca de Jaruco, en la costa norte de la provincia de Mayabeque, abren sus fauces de repente, a ras del suelo rocoso, ocultas entre mucha vegetación espinosa. Y es fácil perder los accesos en esa llanura agresiva que se parece toda. Cuando el verano azota la costa es buen refugio, y los jaruqueños se van en familias a buscar el frescor cerca del agua. Prefieren hacerlo a la orilla de la desembocadura antes que mar adentro. Adoran el río moroso, bordeado de botes y barquitos amarrados a muelles rústicos y endebles. Frente con frente al mar los farallones deshacen las olas en una batalla de siglos.
Como una obra surrealista está un caserío hecho sobre los despojos de construcciones de mampostería. También los hombres se valen del zinc más corroído y la madera para malvivir sus días. Un letargo taciturno detiene la vida aquí…
muy bonito lugar.Me encantaría ir.Cuba es Cuba caballero!