Ni después de muerto tiene uno descanso. Ni en la tumba está uno a salvo, finalmente. Los hermanos García se habían llegado el día indicado al cementerio municipal de Guantánamo, para dar exhumación al cadáver de su madre, luego de dos años de enterrada. El sepulturero se presentó, saludó a los hermanos García y comenzó a abrir la bóveda familiar. Unos minutos después todos pondrían el grito en el cielo: en lugar de encontrar el cadáver de su madre, encontraron otro cadáver, completamente desconocido. La señora había desaparecido literalmente del cementerio. El truco del conejo, en su versión tétrica: la ves, ya no la ves.
Entonces, porque es natural y porque los muertos no salen caminando así como así de sus propias tumbas, los hermanos pidieron una explicación. Quienes administran el cementerio dijeron que la señora tenía que aparecer, que no podía haberse esfumado por arte de magia, y quedaron en resolver el asunto en un par de días. Sonia García, que vive desde hace años en La Habana, se quedó tiesa cuando recibió la llamada de sus hermanos desde Guantánamo. “En el cementerio dicen que no nos preocupemos, que mami tiene que aparecer”, la consoló uno de ellos.
Por lo general, cuando se pierde un muerto del cementerio (y se pierden, señores, que este cuento no es mentira), uno no puede evitar buscarle la explicación. ¿Para qué quiere alguien un muerto? Ahora no, pero en lo que muchos han dado en llamar “el tiempo de antes”, era frecuente que las familias adineradas enterraran a sus familiares con joyas y ropas costosas, de las que algunos eran despojados una vez que sepultaban sus cuerpos. Hoy la gente se ha espabilado más y es raro que se entierre al muerto con joyas que, si uno se pone a pensar un poco, allá adentro no va a necesitar mucho.
Luego están las historias macabras de los profanadores de tumbas que usan los cadáveres para hacer brujería. Según algunos, los huesos de los muertos pueden servir de resguardo a los vivos. Y en el caso de los espiritistas llamados “Paleros”, pueden usarse para hacer daño. Por lo general, a uno le da lo mismo lo que hagan los espiritistas con los huesos de los muertos. Lo malo es cuando los huesos son de un familiar tuyo.
Cuando Sonia piensa en esto, se eriza, y no hace más que llorar. Ella y sus hermanos tenían planificado algo más convencional para su mamá fallecida. Lo de siempre: esperar a que los huesos fueran cenizas, y guardar luego esas cenizas, con solemnidad y celo, en algún sitio escogido entre todos.
Pero eso no va a poder ser. Hace unos días los dolientes, después de pasar noches en vela mientras esperaban amargamente por el año nuevo, se presentaron otra vez en el cementerio para ver si ya habían encontrado los restos de su madre. En el cementerio les dijeron que no habían podido dar con ella. La explicación, que daba por concluido el asunto, no podía ser más contundente e irreversible: “Lo sentimos mucho, señores -dijo el funcionario que los atendió- pero no podemos ponernos a abrir tumba por tumba”.
a este muchacho le gusta escribir sobre tumbas,cememterios y cadavares…pero esta muy bien es algo q respeto y q a su vez me complace leer del tema.sigue escribiendo!
Sé que estas cosas pasan en Cuba, pero no me ha quedado más remedio que reírme como Dios manda, a pesar del lado dramático del asunto. Muy bueno.
…Y en el caso de los espiritistas llamados “Paleros”.
Una cosa es espiritismo y otra cosa “palo” o sea las creencias que profesan los “paleros”, que sí son éstos últimos quienes utilizan huesos humanos para sus “trabajos”. Los espiritistas (como su nombre lo dice) trabajan con espíritus.
Y ya, se perdió el cadáver?. ¿Y la institución que va a ser?. Es inadmisible que hechos como estos sucedan, el cementerio es una institución de servicio publico, que tiene responsabilidades que cumplir ante la sociedad, a través de sus administrativos, y esto no puede convertirse en un hecho cotidiano, ni mucho menos que cada vez que ocurra una profanación de tumba quede impune, porque de seguro es un delito.
A mi me pasó lo mismo en el cementerio de colón y mi primo hizo la denuncia y aparecieron en otro osario, pero las cenizas de mi mamá no. Mi primo reconoció los huesos por las prótesis dentales, las ropas y la prótesis de rodilla de su abuela. No es fácil, no saber q han hecho con la madre de uno.
Preocupense cuando nuestros seres queridos esten vivos ,delen lo mejor de ustedes ,despues de muertos hay misterios que algunos saben y otros no
bueno, por lo menos el funcionario dijo que no podían hacer nada. Tú te imaginas que le hubieran dado los restos de otra persona para salir del mal rato!!! y los familiares creyendo que ya tienen a su mama cuando no es así!!
No había leído este artículo…
Muy bueno en verdad.