Ya Roly andaba buscando un plan B. Desde que la nota oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba dejó claro que las oficinas consulares cubanas en Washington cerrarían por no poder operar sus cuentas bancarias, le empezó un cosquilleo incómodo, una intranquilidad que hasta el sueño le quitó.
Roly es, obviamente, cubano, pero hace más de 20 años vive en Estados Unidos. Decidió irse un día y cuando se le dio la oportunidad no miró para atrás. Sin embargo, atrás quedó mucha gente entrañable, imprescindible. Por eso Roly regresa siempre que puede, siempre que le alcanzan los dólares entre tanto bill y seguros, siempre que le dan visa.
De manera que cuando se oscureció aún más el panorama bilateral entre la Isla y el continente, la primera idea que pasó por su mente fue que su pasaporte estaba casi vencido y sin actualizarlo no podría pasar el fin de año con su madre. Ella lo esperaba cada diciembre como esperan las adolescentes a sus novios, o mejor dicho, como se espera al hijo que hace tiempo no está. Su madre no soportaría ese tipo de desengaño amoroso. No a sus años. No ahora.
Y Roly andaba buscando un plan B que lo contemplara los últimos días de 2013 abrazando y besando a su viejita, y a ella parada en el portal con los brazos en jarras y las mismas palabras de siempre: “mi´jo viniste”. Estaba pensando que tal vez la vía podría ser por un tercer país, un vuelo a Bahamas y de ahí a La Habana, medio escondido, y rogando al panteón yoruba y a la corte celestial un cachito de buena suerte para que todo saliera bien.
Por eso cuando esta mañana en las noticias volvió a ser titular el restablecimiento de los servicios consulares de Cuba en Estados Unidos Roly sintió que le volvía el alma al cuerpo, como al protagonista de esos culebrones en el que parece que se muere, pero no. En realidad él no entiende mucho, o sea, no quiere dedicarle demasiado tiempo a entender qué pasa a ambos lados del estrecho de La Florida. Le parece que la cuerda se tensiona en exceso de vez en cuando, aunque no se rompa, y lamenta que los equilibristas sean la gente como él, que solo quiere ver a su mamá y pasar con ella el fin de año.
Roly piensa que es ridículo que un banco le niegue a una nación la posibilidad de operar sus cuentas, porque en definitiva, a qué se dedica un banco si no a eso, y al final gratis no lo hace. Si hubiera un argumento de peso él podría tratar de comprenderlo, pero hasta la fecha no ha leído ni visto nada que lo convenza. Lo cierto es que ahora anda preparando maletas, aunque preocupado porque no sabe si le dará tiempo poner en regla sus papeles. Solo lo anima la imagen de su viejita en el portal. Su viejita que no sabe cuál es el banco M&T, ni por qué después de tanto tiempo sus ejecutivos decidieron cancelar el servicio al consulado cubano. Su viejita que no sabe, ni siquiera, en qué lugar específico de Estados Unidos queda Washington. Ella solo sabe que diciembre es el mes más alegre del año.
Y Roly se dio cuenta que su pasaporte se vencia, apenas, cuatro semanas antes de emprender viaje… que descuidado Roly. Un viaje así se planifica con más tiempo, y no hubieras tenido esa inesperada sorpresa, claro el articulista se hubiera quedado sin tema para su comentario…Ay Roly, Roly…
Muy cierto Eduardo García, no existiría la nota, y no vieramos derramado unas tiernas lagrimas 🙂