A las 6:30 de la tarde, que es la única hora en que la brisa refresca de verdad en la ciudad, Idalmis toma su Samsung y los audífonos y se va a sentar en los bancos a la sombra del edificio de 12 plantas, en Ciego de Ávila.
No le ha sido sencillo aprender, a sus 50 y tantos años, a manipular los aparatos que le completan la alegría, dos veces por semana; pero el esfuerzo, dice, se recompensa con creces. La secuencia de pasos lógicos la lleva a activar las conexiones inalámbricas de su teléfono celular, conectarse a la señal de WiFi_ETECSA y a escribir en las pequeñas casillas de la página de Nauta, el ID y la contraseña. Todo esto, insiste, para acortar distancias y proteger los afectos.
En el parque alguien le pasó a su móvil, utilizando Zapya, una aplicación que le permite hablar con sus seres queridos mientras les ve el rostro en la pequeña pantalla: IMO. Apenas una construcción virtual en código binario le regala a Idalmis, sin costo adicional, la posibilidad de distinguir entre píxeles las arrugas más lindas del mundo: las de su madre de 79 años que vive en Estados Unidos.
“A mi mamá hace solo un año que no la veo, pero a mi hermano ya son cuatro, desde la última vez. Aunque todavía es caro el servicio, ha sido extraordinario poder hablarles y mirarlos; ahora quieren que les traiga a la niña, para conocerla. Me dicen que venga más seguido. Con mi sobrina, que está en República Dominicana, hablé ayer, y la vi con lágrimas en los ojos, llorosa. Esto es tremendo.”
Sentada en el banco y viviendo su propia historia de reencuentros, Idalmis ha sido testigo, también, de las historias de otros avileños que pareciera que hablan solos, hasta que desde la pantalla asoma el rostro de una novia, un abuelo, un primo, los padres o un hermano. “He visto a personas mayores que solo ahora pudieron conocer a sus nietos y conversar con ellos, como si estuvieran cerca”.
“Ojalá llegue el día que pueda conectarme desde mi casa, porque aquí no hay privacidad, cualquiera puede oír lo que uno está hablando”, comenta, mientras se desconecta. Por hoy ya consumió el tiempo que tenía planificado. Por hoy, ya es un poco más feliz.
Ceros y unos para reducir la distancia
Según Antonio Aja, investigador del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana, uno de cada tres cubanos tiene un familiar viviendo en el extranjero. De ahí que la instalación de los puntos de acceso para la conexión a Internet mediante la red inalámbrica, unos 35 por ahora, en toda Cuba, adquiera una doble importancia.
Por una parte, amplía la penetración de Internet en la Isla, calculada antes del WiFi público en un 25 por ciento, aun cuando los costos son elevados ─dos CUC por hora para una población cuyo salario medio mensual está estimado en poco más de 20 CUC.
Por otra, introduce y potencia nuevas modalidades de interacción instantánea entre las personas, a través de aplicaciones informáticas para celulares, tabletas y computadoras portátiles que, en el ámbito doméstico en Cuba, son una novedad.
El pequeño espacio de almacenamiento requerido y la funcionabilidad, incluso, con poco ancho de banda, han convertido a IMO en la aplicación estrella para los internautas cubanos, por encima de otras como Skype (bloqueado en las conexiones estatales).
Se trata de una plataforma de videollamadas en tiempo real que se puede descargar directamente desde Internet, gratis, y muy sencilla de operar. También ya la mayoría de las clínicas de celular, negocios privados donde se repara, desbloquea, venden e instalan aplicaciones en los móviles, ofrecen este servicio.
IMO solo precisa de teléfonos inteligentes con sistema operativo Android 2.3 o superiores y, al menos, 4,3 MB de espacio en la memoria.
Usuarios entrevistados por OnCuba en el parque Martí de Ciego de Ávila y foristas de algunas páginas digitales como CiberCuba resaltaron las posibilidades que esta aplicación ofrece para acercar a la familia cubana, donde quiera que haya ido a parar. “La distancia duele”, aseguran.
Sin embargo, también coinciden en la preocupación de que se bloquee la utilización de esta aplicación, pues la matemática es muy sencilla: las llamadas son más baratas con IMO.
Funciona, pero podría ser mejor
Desde que se hicieron las pruebas de concurrencia de la WiFi en Ciego de Ávila, el 23 de junio pasado, el parque Martí está más lleno que de costumbre. En las noches, el paisaje citadino adquiere una fisonomía sui generis, porque desde los pequeños displays sale una luz blanca que ilumina el rostro de la gente, en su mayoría jóvenes.
Darline Pérez Molinet, directora de Mercadotecnia Operativa de la división de servicios fijos de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA), dijo recientemente al diario Granma que el servicio funciona adecuadamente y que, de alguna manera, les sorprendió la preferencia por las cuentas temporales.
No obstante, algunos usuarios avileños dijeron a OnCuba que a veces la navegación es lenta y que deben desconectarse y conectarse varias veces. Asimismo, las largas colas en los telepuntos de ETECSA y los frecuentes problemas con la contraseña de las cuentas permanentes de Nauta, podrían estar incidiendo en la tendencia que señala la directiva.
Transcurrido el primer mes de la WiFi pública en algunas de las ciudades cubanas, saltan a la vista varias conclusiones. La más elemental es que funciona, pero podría ser mejor. Sin embargo, Idalmis, la avileña que en las tardes se sienta a mirarle a los ojos a su madre a través de un celular, las resume con humildad: “Internet sirve para acercar a la gente”.