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Mientras estudiaba la carrera de medicina en la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín, a principios de los 2000, nunca vi un caso de sarampión. Fue una de las enfermedades eliminadas gracias a la vacunación, que comenzó en Cuba en la década de 1970. En Caracas, Venezuela durante los años en que estuve en misión internacionalista, entre 2006 y 2009, observé una realidad bien distinta.
La prevención del sarampión es sencilla y barata. Desde hace décadas el mundo cuenta con vacunas confiables, que han ayudado a salvar millones de vidas. Por eso resulta difícil comprender que un país como Estados Unidos, con todos los recursos económicos, científicos y humanos para prevenir un brote, esté viviendo el peor de los últimos años.
Una enfermedad virulenta
El sarampión es una patología viral extremadamente contagiosa. Se estima que una persona infectada es capaz de transmitirla a 9 de cada 10 contactos.
Antes de la aparición de las vacunas, en 1963, cada dos o tres años ocurrían epidemias, las que causaban aproximadamente 2,6 millones de muertes. De acuerdo con la OMS, en 2023 murieron a causa del sarampión 107 mil personas, mayormente niños no vacunados menores de 5 años que vivían en las regiones de África y Asia.
Esta cifra representa la octava parte de los fallecidos a principios de siglo. El esfuerzo conjunto de los países, la OMS y otras organizaciones permitió salvar entre el año 2000 y la actualidad, es decir, en cerca de 25 años, 60 millones de vidas.
El sarampión se transmite a través de microgotas que flotan en el aire y afectan, antes de propagarse por el cuerpo, al sistema respiratorio, su puerta de entrada al organismo.
Los síntomas más significativos son la fiebre, el malestar general, secreciones nasales, tos y una erupción fina, que afecta inicialmente el cuello y la cara para luego extenderse al resto del cuerpo.
La mayoría de las muertes ocurren como consecuencia de las complicaciones, que incluyen infecciones en los oídos, neumonías y la inflamación del cerebro, una afección grave conocida como encefalitis. Esta enfermedad afecta predominantemente a personas con déficit de vitamina A, inmunodeprimidos y portadores del VIH/SIDA.
Contra este virus no existe ningún tratamiento específico. El mejor abordaje es la prevención. Se estima que la vacunación contra el sarampión cuesta menos de $1 USD por cada niño (la vacuna se suele administrar en edades infantiles).
De acuerdo con una publicación aparecida en el sitio de la OPS, la primera campaña de vacunación antisarampionosa en Cuba comenzó en 1971, 8 años después de que se desarrollara la vacuna. A pesar de los esfuerzos de las autoridades sanitarias, durante 15 años se estuvieron reportando nuevos brotes, hasta que una nueva estrategia alcanzó a inmunizar al 98 % de la población.
Según el anuario estadístico de salud de 2023, desde 1980 las tasas de mortalidad por sarampión en Cuba se mantienen en cero y la cobertura de vacunación alcanza, consistentemente, el 100 % de la población infantil. Incluso en los años de la pandemia la inmunización contra el sarampión estuvo por encima del 97 %.
Eso contrasta con lo que ha sucedido en el mundo. De acuerdo con el documento de la OMS al que hicimos referencia, la pandemia de COVID-19 afectó las tasas de vacunación en el mundo. En 2023 sólo el 74 % de los niños recibieron el esquema completo de vacunación mientras que el 83 % recibieron al menos una dosis, cifra inferior al 86 % que recibió la primera dosis en 2019. Adicionalmente, se estima que 20 millones de niños no fueron vacunados contra la enfermedad ese año.
El brote
Estados Unidos vive hoy un importante brote de sarampión. De acuerdo con una publicación de Los Ángeles Times, más de 250 personas se han infectado desde finales de enero hasta el 12 de marzo, fundamentalmente en los estados de Texas y Nuevo México.
Hasta el momento se reportan dos fallecidos, un niño de Texas no vacunado y sin ninguna condición de salud previa conocida, y un adulto en Nuevo México del que se desconoce su estado de vacunación.
El epicentro del brote está en varios condados al oeste de Texas. Según un reporte del Departamento de Salud y Servicios Humanos local, hasta el 11 de marzo se habían reportado 223 casos y 29 personas habían sido hospitalizadas. El condado de Gaines, con 156 enfermos, es el más afectado.
Del total de enfermos, no habían sido vacunados 84 pacientes y se desconoce el estado de vacunación de 134. Los primeros casos se diagnosticaron a finales de enero y ha habido una rápida expansión del brote, que sumó 25 casos la semana pasada.
Estrechamente relacionada con lo anterior está la situación en Nuevo México. En este estado, de acuerdo con un reporte del Departamento de Salud local, se han informado 33 casos, 32 en el condado de Lea y uno en el condado de Eddy. Además de la persona fallecida, otro enfermo requirió hospitalización.
Adicionalmente, en otros once estados se han reportado casos no relacionados con el brote. Estos son: Alaska, California, Florida, Georgia, Kentucky, Nueva Jersey, Nueva York, Pennsylvania, Rhode Island y Washington. Las autoridades sanitarias americanas esperan que la enfermedad continúe expandiéndose rápidamente.
Sarampión y el movimiento antivacunas
El actual brote de sarampión en Texas genera preocupación entre los expertos. De acuerdo con un artículo de CNN, una de cada cinco personas no vacunadas que contraigan la enfermedad requerirá hospitalización, cinco de cada 100 desarrollará una neumonía y, lo peor, tres niños no vacunados de cada 1000 morirán, como ya ha venido sucediendo.
Entre las causas del actual brote y otros que han ocurrido en Estados Unidos recientemente está la disminución en las tasas de vacunación, combinada a un incremento de los viajes internacionales. Esto posibilita que personas no vacunadas salgan del país a zonas donde la enfermedad es común, se infecten y a su regreso la transmitan en el país de origen.
Las tasas de vacunación en Estados Unidos cayeron del 95.2% al 92.7% lo que implicó que más de 280 mil niños dejaran de vacunarse con una vacuna extremadamente efectiva, que en Cuba conocemos como PRS, pues inmuniza contra la parotiditis, la rubéola y el sarampión. Una dosis de esta vacuna genera una inmunidad del 93 %; con dos dosis estaría por encima del 97 %.
Lamentablemente, en los últimos años las tasas de vacunación en ese país han caído por debajo de la cifra deseada y cada vez crece más el número de padres que objeta vacunar a los hijos debido a motivos religiosos, según la misma fuente.
De acuerdo con un reporte de un periódico universitario del estado de Texas el número de niños no vacunados en el país, se ha cuadruplicado desde 2001. Solo en el estado de Texas, el más afectado por el actual brote, 60 mil niños asisten a escuelas públicas sin haber sido vacunados y más de 300 mil se educan en sus casas. Sobre estos últimos las autoridades no tienen información de vacunación.
Tal fuerza tiene el Movimiento Antivacunas (MAV) en Estados Unidos, al que ya hicimos diferencia en un artículo anterior, que incluso el secretario de salud es un miembro.
Según un artículo de The Guardian, Robert F. Kennedy Jr., hijo del ex fiscal general de los Estados Unidos, es una prominente figura del MAV. Kennedy lleva años haciendo campaña en contra de estas importantes herramientas de salud. Una de sus dianas favoritas ha sido precisamente la vacuna PRS, a la que ha acusado de ser responsable de casos de autismo, según la misma fuente.
Precisamente estas posturas llevaron a que el partido demócrata en pleno votara en contra de su nominación en el senado y también se opusiera a él el líder de la mayoría republicana en dicha instancia, Mitch McConnell, sobreviviente de la poliomielitis. Kennedy administra un presupuesto de 2 billones de dólares y tiene bajo su supervisión agencias como la FDA, los CDC, entre otras.
Una crisis que se pudo contener
El actual brote de sarampión en Estados Unidos es lamentable y difícil de explicar. La causa hay que buscarla en la fuerza de un movimiento que mina la confianza de los ciudadanos en la maravillosa herramienta de salud que son las vacunas y que, por absurdo que pueda parecer, se extiende y gana fuerza en esta y otras naciones.
En cuanto a Cuba, preservar, a pesar de la crisis, el Programa Nacional de Inmunización y ampliarlo con ayuda de organizaciones internacionales como sucederá con la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) es crucial para mantener la salud pública.
No deberían morir personas a causa de enfermedades prevenibles.