Hace unos días releí el primer artículo de esta sección, un trabajo a propósito de la decisión del Gobierno cubano de suspender la obligatoriedad del nasobuco en junio de 2022. Recuerdo que entonces estaba feliz de librarme de la incómoda prenda que la pandemia nos impuso; mi hija también se alegraba porque la gente volvería “a ver sus rostros”.
En el tiempo transcurrido desde entonces, la COVID-19 ha ido convirtiéndose en un mal recuerdo. Sin embargo, en las últimas semanas comenzaron a circular noticias sobre una temible variante. La OMS alertó sobre el asunto. Ante el escenario, las autoridades cubanas se pronunciaron, asegurando que la vigilancia sanitaria se mantenía en el país.
Se dice que la nueva variante podría ser responsable de una ola de casos que nos haría regresar a los peores momentos de la pandemia.
¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Existe de hecho la tan temida variante que algunos llaman Pirola y otros JN.1? ¿Cuán mortífera es?
Situación mundial
De acuerdo con un reporte de la agencia Noticias ONU del 5 de enero, los casos de COVID-19 van “en ascenso en todo el mundo… y se espera que la tendencia continúe en los próximos meses de invierno boreal”.
Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el pasado 22 de diciembre, a nivel mundial los nuevos casos habían incrementado un 52 % en las cuatro semanas comprendidas entre el 20 de noviembre y el 17 de diciembre de 2023. En ese período se notificaron más de 850 mil nuevos casos y, aunque el número de fallecidos en el mundo disminuyó en un 8 % respecto a los 28 días previos, la cantidad de defunciones superó las 3 mil.
Por otro lado, entre el 13 de noviembre y el 10 de diciembre de 2023 fueron hospitalizados 118 mil nuevos pacientes. De ellos, 1 600 necesitaron ser ingresados en unidades de cuidados intensivos. Estas cifras representaron un incremento del 23 % y 51 %, respectivamente.
Sin embargo, el panorama podría ser peor ante un sesgo en la cantidad y la calidad de la información disponible. De acuerdo con el portavoz de la OMS, Christian Lindmeier, “sabemos que en todo el mundo (…) los informes han disminuido, los centros de vigilancia han disminuido, los centros de vacunación han disminuido, han sido desmantelados o cerrados… Esto conduce a una imagen incompleta y lamentablemente deberíamos esperar más casos de los que hemos informado oficialmente”.
El 18 de diciembre de 2023, la OMS declaró como variante de interés la JN.1. Se trata de un sublinaje de la variante Ómicron que durante 2022 fue responsable de algunos brotes de la infección a nivel mundial. Según la agencia de noticias de las Naciones Unidas, “la variante JN.1 se detectó por primera vez en Estados Unidos y luego se extendió a decenas de países”. Hoy se considera la responsable del aumento de los casos.
Situación en los Estados Unidos
Uno de los países que proveen información regular y confiable sobre la evolución de su situación sanitaria es Estados Unidos. De acuerdo con un reporte de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de ese país, la JN.1 es la variante predominante; sin embargo, no hay evidencias de que cause cuadros más severos de la enfermedad respiratoria.
En ese sentido, el 62 % de las muestras positivas al SARS-CoV2 de las dos últimas semanas corresponde a esta variante, lo que también se observó en los viajeros internacionales y en los niveles de infestación de las aguas residuales.
Los estudios epidemiológicos de aguas residuales (wastewater-based epidemiology, WBE por sus siglas en inglés) se utilizan para rastrear asuntos de interés para la salud pública en áreas relativamente pequeñas y en un período de tiempo determinado. Por ejemplo, el análisis de las aguas residuales de una determinada comunidad puede ofrecer información sobre el consumo de sustancias ilegales. Cuando esa información se sistematiza, se obtiene un mapa en tiempo real de determinado fenómeno epidemiológico regional o nacional.
Con la aparición de la COVID-19, la técnica fue usada en países como Estados Unidos, debido a que el virus aparece con frecuencia en las heces fecales. Luego se extendió a otros virus como la poliomielitis. A través de esta herramienta de control se ha podido determinar un incremento del 27 % de la presencia del virus de la COVID-19 en las aguas que han sido utilizadas durante las últimas semanas.
A pesar de que las hospitalizaciones y las muertes por COVID-19 en ese país aumentaron un 20,4 % y un 12,5 % en los primeros días del año, representando estas últimas el 3,6 % de todos los fallecidos, el incremento es significativamente menor que el observado en igual período del año anterior. Por ejemplo, la frecuencia de las visitas a las unidades de emergencia por la infección cayó un 21 %, las hospitalizaciones un 22 % y el total de muertes asociadas a la COVID-19 es un 39 % menor que el observado en las primeras semanas de 2023.
Sin embargo, las autoridades sanitarias estadounidenses advierten que, tanto la COVID-19, como los efectos de la enfermedad a largo plazo continúan siendo un importante problema de salud pública, en especial entre personas con riesgo de morbilidad incrementado o gravemente enfermos.
Hasta el 30 de diciembre de 2023 solamente el 8 % de los niños, el 19 % de los adultos y el 38 % de los mayores de 65 años habían recibido dosis actualizadas de la vacuna en Estados Unidos. Todo eso incrementa el riesgo de muertes y hospitalizaciones.
¿Llegó la JN.1 a Cuba?
En una nota de prensa firmada por el Ministro de Salud Pública, Dr. José Ángel Portal, se enfatiza que en la isla las variantes predominantes en los dos últimos meses de 2023 y en lo que va de 2024 son “las subvariantes de Ómicron: XBB 1.5, XBB.1.9 y XBB.1.16”. No se menciona la JN.1.
De acuerdo con el mismo reporte, durante 2022 “el comportamiento de la COVID-19 en el país continuó su tendencia a la disminución” y no se lamentó “el fallecimiento de ninguna persona”. En ese período se diagnosticaron “142 mil 380 casos menos”, según Portal. A la cifra se llegó mediante estudios a “poblaciones de riesgo y pacientes graves”, teniendo en cuenta “el bajo índice de complicación que se constata de la enfermedad en Cuba”, puntualizó.
Además, el ministro de Salud aseguró que, de acuerdo con los resultados de estudios de vigilancia epidemiológica y microbiológica que se realizan sistemáticamente, en estos momentos predominan en Cuba los Virus Sincitial Respiratorio (VRS), la Influenza tipo A, el Rinovirus y la Parainfluenza.
El ministro llamó a la población a atender solo “informaciones oficiales” y convocó a “cumplir con las medidas para la protección a la salud, fundamentalmente en los grupos vulnerables” debido a que nos encontramos en “el periodo estacional de las Infecciones Respiratorias Agudas”, en el que estos cuadros suelen incrementarse.
Finalmente, insistió en el uso de nasobucos “en lugares de alta concentración de personas”, en la necesidad de visitar al médico ante la presencia de “síntomas respiratorios, y mantener actualizado el esquema de vacunación” contra la enfermedad. Al tiempo que explicó que “la vacunación se ha seguido realizando” a grupos de riesgo como “niños que arriban a los dos años de edad, embarazadas y grupos de personas identificados como vulnerables”, a los cuales se les está reactivando la vacunación.
Según datos oficiales, hasta el 5 de enero se han aplicado más de 45,8 millones de dosis en el país y tienen el esquema completo de vacunación más de 10,04 millones personas, lo que representa el 90,9 % de la población. Además, cuentan con dosis de refuerzo más de 8,7 millones de cubanos.
Enfermedades estacionales, un destino cierto
Para comprender lo que está sucediendo en estos momentos se hace necesario entender la epidemiología de las infecciones. En este sentido es importante conocer que los virus respiratorios se clasifican en “invernales”, “estivales” y “de de todo el año”, de acuerdo con su capacidad para generar epidemias. También que las respiratorias representan el 75 % de todas las infecciones notificadas en los meses de invierno.
De acuerdo con una publicación del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), existen importantes factores. En particular el aire frío, que tiene la capacidad de inflamar los pulmones e inhibe la circulación sanguínea, lo que afecta el normal funcionamiento de los mecanismos inmunológicos del aparato respiratorio. Esto provoca un aumento no solo de enfermedades respiratorias, sino también cardiovasculares y cerebrovasculares a causas de estrés biológico.
Podría parecer contradictorio, pero la mayoría de las muertes por infecciones respiratorias en estos meses corresponde a “países de climas más suaves”, según el NIH, como el nuestro. Es consecuencia de que las condiciones de aislamiento térmico de las viviendas es mucho más deficiente que en aquellos con inviernos severos.
Finalmente, de acuerdo con el NIH las condiciones socioeconómicas juegan un papel importante en la morbi-mortalidad por infecciones respiratorias agudas. Las personas con peores ingresos están obligadas a vivir en casas más viejas y con condiciones de aislamiento térmico mucho más deficiente.
Un estudio conjunto de la OMS, los CDC de los Estados Unidos y otros institutos y universidades en 2017 determinó que cada año mueren en el mundo a consecuencia de la gripe estacional hasta 650 mil personas en todo el mundo. Los más afectados por este fenómeno son los mayores de 75 años, particularmente en África subsahariana, distintas regiones del Mediterráneo Oriental y Asia Sudoriental.
El frío pasa factura
Aunque nos hemos enfocado fundamentalmente en la situación del agente causal de la COVID-19, según lo referido por el Ministro de Salud Pública no es este el que predomina en nuestro país, ni la variante JN.1 tiene una participación importante en el cuadro epidemiológico de la isla.
En estas condiciones, resulta sensato seguir las orientaciones del Minsap, así como retomar algunos hábitos higiénicos como el lavado frecuente de las manos, el uso de soluciones a base de alcohol 70 % e incluso la utilización de mascarillas para las personas más vulnerables como los ancianos, los niños, las embarazadas y los portadores de enfermedades debilitantes como el cáncer y las inmunodeficiencias.
Para la mayoría de los cubanos los meses de invierno suelen ser solo un descanso del calor intenso y agobiante que predomina en la isla la mayor parte del año, regularmente interrumpido por alguna incómoda gripe. Sin embargo, el frío, unido a condiciones socioeconómicas y biológicas desfavorables, pasa factura a los más vulnerables. Todos debemos protegerlos.