Niños y pantallas: ¿cuándo se vuelve un peligro para la salud?

Tanto el uso desmedido de la tecnología como la conexión excesiva pueden frenar el desarrollo sensorial, cognitivo y físico de los menores.

Foto: Kaloian.

En Vida saludable nos hemos acercado al tema del impacto de internet y las tecnologías de la información sobre la salud. Hablamos sobre la importancia de que las familias conversen de temas como la tecnoferencia, el ningufoneo, y la adicción a las redes sociales e internet. Se trata de fenómenos nuevos que a han entrado con una fuerza tremenda en la sociedad cubana.  

Como dije en aquel artículo, no se trata naturalmente de hacerle la guerra a la tecnología. Sin embargo, dar la espalda a los riesgos que su uso desmedido implica para la salud, entendida por la OMS como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, sería un error. Incluso algunas de las más importantes personalidades políticas del mundo dirigen hoy su atención hacia estos temas. 

El último en hacerlo fue el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien según un artículo de The Guardian, solicitó a un grupo de expertos que le sugirieran directrices sobre el uso de las pantallas por parte de los niños, con el fin de que “Francia tomara medidas sin precedentes para limitar su explosición”. 

Luego de tres meses de trabajo, la comisión, liderada por el neurólogo Servane Mouton y la jefa del servicio de psiquiatría y adicciones del hospital Paul-Brousse, Amine Benyamina, le entregaron sus conclusiones al mandatario. Sobre ellas y otros temas hablaremos en este artículo.  

Cero tolerancia hasta los 3 años

En su propuesta, los investigadores propusieron que los niños de 0 a 3 años “no deberían exponerse a las pantallas, incluida la televisión” en ningún momento, según The Guardian. La directriz está en sintonía con las recomendaciones que la OMS dio en 2019 sobre este tema, aunque la agencia de la ONU acepta un tiempo máximo de exposición de una hora, para infantes de 2 a 4 años. 

La idea es que, para crecer sanos, los niños necesitan estar menos tiempo sentados y jugar más. Lo que se complementaría con muchas horas de sueño, que deben llegar hasta 17 en los primeros meses de vida.

¿La OMS y los expertos franceses quieren “niños explosivos”, que se pasen el día corriendo, jugando y vuelvan locos a padres, abuelos y cuidadores, en lugar de estar tranquilamente sentados frente a la pantalla del tablet, celular o del televisor? La respuesta es un rotundo “sí” y hay buenas razones para querer que sea así. 

Crecimiento y desarrollo, cuando el estímulo sensorial es “la comida”

Los primeros años de vida resultan extraordinarios en cuanto al crecimiento y desarrollo. En dos años, el peso de un niño se cuadruplica y su talla se duplica. Sin embargo, en esta fase un fenómeno todavía más maravilloso está ocurriendo relativamente oculto a nuestros ojos: el neurodesarrollo. 

De acuerdo con un artículo especializado, es durante la primera mitad de la gestación cuando se originan las 100 mil millones de neuronas que el cerebro posee. Prácticamente, a los 6 meses de nacidos tenemos todas las células cerebrales con las que vamos a contar el resto de nuestra vida. Sin embargo, el peso del cerebro se triplica en poco tiempo. ¿Por qué? 

Porque en esta etapa se establecen las 7 a 10 mil conexiones con las que cuenta cada una de nuestras miles de millones de neuronas. Además, estas células se organizan por capas y se recubren de mielina, un revestimiento aislante compuesto por proteínas y grasas que recubre los nervios y garantiza la correcta trasmisión de los impulsos nerviosos. Para estos procesos es tan importante la ausencia de enfermedades como una buena nutrición y una adecuada estimulación. 

Cuando los niños juegan, su cuerpo entra en contacto con el mundo y se desarrollan todos los receptores neuronales que incluyen la visión, el lenguaje, el olfato, el oído y muchos más. Encadenados a una silla, con la vista fija en una pantalla, los menores dejan de obtener el “alimento” que necesitan sus sentidos para desarrollarse, algo tan importante en esas edades como lo es aumentar en talla y peso.

La estimulación cognitiva tiene un gran impacto en el desarrollo del lenguaje. De acuerdo con un estudio, el tiempo promedio que niños australianos pasaban frente a una pantalla era de una hora y media a los 12 meses y 3 horas a los 36.

De acuerdo con la investigación, por cada hora extra frente a las pantallas dejaban de escuchar 420 palabras. Además, perdían 300 vocalizaciones y 60 turnos de conversación. ¿Cuánto se pierde en un mes o en un año? En ese sentido siempre recuerdo la frase de Miguel de Unamuno: el lenguaje, o la lengua, no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo. De eso estamos privando a los niños cuando los dejamos en las manos de la tecnología.

¿Expertos muy conservadores?

De acuerdo con un artículo de Prensa Latina, en el informe que derivó de la solicitud de Macron, llamado “En busca del tiempo perdido”, en referencia a la colosal serie de novelas del francés Marcel Proust un genio que, por cierto, no tuvo acceso a los celulares los expertos recomiendan prohibirlos en menores de 11 años

Según los investigadores franceses, los niños mayores de 6 años no deberían tener acceso libre a tabletas y el uso de estas en las escuelas debería prohibirse. Como dije, el uso de teléfonos móviles sería conveniente sólo a partir de los 11 años, sin internet, la cual se considera conveniente apenas después de los 13 años. El acceso a redes sociales hasta los 15 años, y en este caso únicamente deberían poder acceder a algunas plataformas consideradas “éticas”, como Mastodon o Bluesky. 

Las redes para adultos, como TikTok, Instagram o Snapchat quedarían reservadas para estos. Además, según los expertos, los niños deberían recibir información científica sobre la importancia del sueño, a lo que yo agregaría contenidos sobre los riesgos de las redes, internet y la exposición a las pantallas.

¿Son muy conservadores los expertos franceses que proponen toda esta revolución digital? ¡No lo creo!

El caso de Brianna Ghey y los peligros en las redes para los menores

Muy cerca de tierras galas, cruzando el Canal de la Mancha, en Inglaterra, se aboga por ir aún más lejos. De hecho, está ganando popularidad la idea de prohibir la venta de dispositivos móviles inteligentes a menores de 16 años, como si se tratara de una caja de cigarros o de bebidas alcohólicas.  

Entre las promotoras de la campaña está Esther Ghey, la madre de Brianna Ghey, una niña transgénero que fue víctima de un brutal crimen de odio en febrero del año pasado. Scarlett Jenkinson, de 15 años y una de sus asesinas, en el momento del crimen tuvo acceso a través de su teléfono a lo que ella llamó “red oscura”, un navegador de internet cifrado. En esas páginas pudo ver videos de tortura y asesinatos de personas reales, antes de que decidiera darle 28 puñaladas a la joven Brianna en plena calle y sin otro motivo que “sus deseos de matar”, según BBC.

La señora Ghey, además, pretende que se establezcan serios controles de acceso a las redes sociales y de acuerdo con otra nota de BBC, se reunió con el antiguo Primer Ministro británico Rishi Sunak, y su Secretario de Tecnología Michelle Donelan, en marzo de este año para exponerle sus puntos de vista sobre estos temas. 

Entre los objetivos fundamentales de su campaña están prohibir la venta de celulares a menores. Según la madre y activista: “Si usted es mayor de 16 años puede tener un teléfono adulto, pero si es menor tendrá un teléfono de niños, sin acceso a todas las aplicaciones de redes sociales existentes hoy día”, de acuerdo con un artículo de The Guardian

Se trata de un caso sin dudas extremo y muy ilustrativo de las cosas a las que nuestros hijos pueden exponerse por la hiperconexión. Varios ministros británicos y asociaciones de padres están de acuerdo con la idea de restringir la edad de venta de estos equipos, que también son la puerta a otro de los problemas serios derivados de la tecnología: el Trastorno de Adicción a Internet (TAI). 

Trastorno de adicción a internet (TAI), cuando los niños son “la mercancía”

Una investigación conducida por cuatro especialistas de la Tbilisi State Medical University, en Georgia, Estados Unidos, alerta sobre los riesgos de la adicción a internet y su relación con otros problemas de salud mental. En “Trastorno de Adicción a Internet y comorbilidades en niños y adolescentes” (Internet addiction disorder and comorbidities in children and adolescents) las investigadoras encontraron que los adolescentes con TAI grave tienen 5.63 veces más probabilidades de mostrar síntomas de depresión moderada o grave, 6.62 veces más fatiga cognitiva, 7.81 veces más fatiga de sueño/descanso, por no dormir lo suficiente, y 11.11 veces más fatiga general que los niños con adicción leve y moderada a internet. 

El TAI se caracteriza por la incapacidad para controlar el uso y la exposición a internet, lo que eventualmente genera un mal funcionamiento de la vida general de los niños y adultos que la padecen. En el caso de los primeros hay, además, una disminución del rendimiento escolar, afectación a la vida social, estrechamiento de esferas de interés y trastornos del comportamiento.

El TAI, además de una entidad en sí misma, se considera un síntoma de otras patologías como la ansiedad o la depresión. Es tanta la información acumulada en los últimos años sobre este tema, que la Sociedad Americana de Medicina de las Adicciones, (ASAM, por sus siglas en inglés), cambió el concepto de estas, proponiendo, oficialmente, que la adicción es un trastorno cerebral crónico que no se limita al uso de sustancias como el alcohol, la nicotina y las drogas ilegales. 

De acuerdo con los expertos, el TAI tiene, al menos, tres subtipos sobre los que debemos estar muy atentos: juego excesivo, preocupación sexual (en referencia al sexo digital y la pornografía en red) y envío y recepción de mensajes de texto. Estas variantes y otras que podrían surgir en el futuro tienen cuatro componentes básicos: 

  1. Uso excesivo de las redes y dispositivos con la pérdida del sentido del tiempo.
  2. Aislamiento, que incluye sentimientos de ira, tensión y/o depresión cuando el paciente no tiene acceso a internet.
  3. Tolerancia, que implica la necesidad de un mejor equipamiento y más horas de uso.
  4. Repercusiones negativas en la vida del individuo. 

Quiero hacer notar que estos mismos elementos se encuentran presentes, punto por punto, en el resto de las adicciones no relacionadas con el uso de internet. 

Los investigadores franceses a los cuales nos referimos al inicio, según el artículo de The Guardian, consideran que los niños necesitan ser protegidos de la industria de la tecnología del mismo modo que se ha intentado poner freno a las tabacaleras. Y es que la naturaleza de estas empresas las lleva a las búsqueda de ganancias a cualquier precio, no importa si para eso echan mano de todas las “estrategias para capturar la atención de los niños, utilizando de todas las maneras posibles sus vías cognitivas para encerrarlos en sus pantallas, controlarlos, reengancharlos y monetizarlos”, según la fuente citada. Justo como haría cualquier narcotraficante. 

Educar a los padres

El informe francés pretende volverse una guía sobre el impacto de las tecnologías en la vida de los niños, pero también se dirige a los adultos. Fenómenos como la tecnoferencia, es decir, la interferencia de la tecnología en la vida cotidiana, al que hacíamos referencia al inicio del artículo, también es un tema de preocupación. 

De ahí que, entre las medidas que se pretenden implementar, está regular el uso de los teléfonos en las salas de maternidad, para que los padres se ocupen, realmente, de sus hijos recién nacidos. También proponen prohibirlas en guarderías y lugares de cuidados para niños menores de 6 años y que los profesores desarrollen protocolos de enseñanza que no los incluyan.   

En los espacios públicos podría limitarse el uso de teléfonos y pantallas, según proponen. Los blancos de estas medidas podrían ser restaurantes, bares, cafeterías, para que el público efectivamente interactúe, limitando el ningufoneo.

Sin embargo, los expertos reconocen que resulta muy complicado legislar en el ámbito doméstico. De ahí que una de las claves, en este caso, está en la educación y la sensibilización. 

No necesitamos otra Brianna Ghey

Las pantallas, internet y las tecnologías de la información de modo general, si bien hasta el momento no constituyen causales de trastornos del neurodesarrollo como los que componen el espectro autista o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, ya se consideran factores de riesgo para múltiples enfermedades mentales, como la depresión, y contribuyen a la exacerbación de de los síntomas en muchas de ellas. 

A través de las redes, nuestros niños se exponen a violencia, pornografía y contenidos alejados de lo que cualquier madre o padre responsable quisiera para el desarrollo de sus hijos.

No tengo duda de que en los próximos años se aprobarán leyes en todo el mundo para regular el acceso a las redes sociales y que iniciativas como las de prohibir la venta de teléfonos inteligentes a menores tendrán éxito en muchos lugares. Cuba no debería ser una excepción, ni estar entre los últimos en incorporarse a la tendencia. 

La abrupta entrada de las tecnologías de la información a nuestra sociedad, con niveles de conexión comparables con la media mundial, exponen a nuestra sociedad de manera general, y a nuestros niños y adolescentes, a los riesgos a los que me he referido a lo largo del artículo y que tanta preocupación generan entre expertos y autoridades.  

Como sociedad, los cubanos deberíamos mirar lo que sucede en el mundo, dado el enorme problema social que el uso desenfrenado y desregulado de la tecnología podría suponer a la vuelta de unos años. Las tecnologías llegaron para quedarse, está claro, y al hacer un balance sus beneficios superan por muchos sus riesgos, pero estos también existen. No esperemos a que sea tarde para poner manos a la obra. 

 


Nota del autor:

Para terminar dejo algunas recomendaciones en relación a los temas que he tratado a lo largo del artículo, tomados del sitio www.tecnologíaenfamilia.com a partir de las guías de la Academia Americana de Pediatría: 

Tiempo de pantallas recomendado para niños:

Recomendaciones de horarios y lugares sin pantallas para niños

Recomendaciones sobre contenidos digitales para niños

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