En el verano de 1900 los buques McClellan, McPherson, Crook, Sedgwick y Burnside llevaron una insólita “carga” desde Cuba a Massachusetts. Al comenzar julio, más de 1200 maestros cubanos de toda la Isla estaban en Cambridge, listos para asistir durante ocho semanas a la Harvard’s Summer School for Cuban Teachers, en la que fueron entrenados en temas de cultura general y pedagogía. El gran plus de aquellas jornadas sería el encuentro con la sociedad norteamericana en “esta época de elaboración y transformación espléndidas” (1), como la había descrito José Martí.
“Quien dice Harvard, que es el colegio magno de Massachusetts y como el Oxford de la América del Norte, dice palabra mágica, que abre todas las puertas, lleva de mano a todos los honores, y trae perfume de años.” (2)
Bajo ese manto, aquellos maestros cubanos, llegados de ciudades y pueblos fatigados por 30 años de guerra, y abocados ahora todos a la nueva República, disfrutaron los mimos de la sociedad que los recibió, al punto de que, al finalizar los cursos, el presidente William McKinley se encontró con ellos en Washington. Según la prensa de la época, McKinley pronunció en voz alta el nombre de cada uno mientras estrechaba sus manos.
Los maestros cubanos de Harvard, que fueron bendecidos por una experiencia extraordinaria, tuvieron que regresar a su patria ocupada aún por ese mismo poder político, militar y económico de Estados Unidos, que traspasó la regencia del país a los cubanos en 1902 tras imponer la Enmienda Platt, con todas sus consecuencias posteriores.
Estos hechos relacionados con la Expedición de maestros, bastante poco conocidos, nos regresan a las siempre paradójicas relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Una historia de película a la que le ha llegado su hora, gracias al auspicio del Programa de Estudios sobre Cuba del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard.
El próximo 23 de octubre en el Tsai Auditorium en Cambridge será la premier de “Los cubanos de Harvard” un documental de 72 minutos de duración, dirigido por el periodista cubano Danny González Lucena, quien ha podido reconstruir en imágenes una historia con muchos ecos contemporáneos.
El 6 de noviembre se presentará también en la Universidad Internacional de La Florida y, en Cuba…, ojalá sea visto muy pronto.
En 1900, en plena ocupación militar de Cuba, esta iniciativa promovida ante todas las instancias gubernamentales en Estados Unidos por un funcionario norteamericano del gobierno de ocupación, fue vista por más de uno con sospecha. A la expedición de maestros cubanos se le supuso un propósito perverso de “americanización” de este grupo de personas dedicadas a la reproducción cultural de la nueva sociedad cubana, republicana. A partir de tu investigación, ¿pudiste confirmar esta sospecha? ¿Qué saldo tuvo para Cuba esta aproximación a la realidad de entonces en Estados Unidos de un número tan grande de estos intelectuales cubanos?
La Expedición contó con la asistencia de 1273 maestros cubanos. Muchas de sus firmas aparecen registradas en un Libro de Autógrafos atesorados en Harvard University Archives. Y una de esas firmas es la del maestro Ramiro Guerra. Varias décadas después del viaje a Harvard, este historiador nacido en Batabanó escribió en un artículo de El Diario de la Marina:
“En cuanto al Gobierno de los Estados Unidos, no tuvo otra intervención, directa ni indirecta en la excursión, que la de facilitar cinco transportes de la Marina de Guerra para conducir los maestros desde los puertos cubanos a Boston, después a Nueva York y Filadelfia, y traerlos nuevamente a Cuba.”
Sin embargo, en vísperas del viaje había mucha incertidumbre acerca de las pretensiones reales de esa Escuela de Verano. El maestro guantanamero Regino Boti, quien también formó parte del grupo, expresó en el periódico El Managüí:
“Para seducirnos nos tienden ahora otra red, al parecer débil, pero es fuerte y temible: el viaje de los maestros cubanos a Estados Unidos.”
No obstante, cuando se firmó el citado Libro de Autógrafos, el pensamiento de la mayoría de los maestros era totalmente uniforme en dos sentidos: por un lado agradecían la gestión de la Universidad de Harvard y del gobierno de Estados Unidos para materializar la visita, así como el apoyo recibido por los habitantes de Cambridge y Boston; pero por otra parte, decían que ese agradecimiento sería mayor el día que Cuba fuera libre e independiente. Estoy hablando de la mitad de los maestros de las Escuelas Públicas de Cuba en esa época.
Alexis Frye, el Superintendente de Escuelas de Cuba, fue una pieza clave en este proceso, al ser el creador de la Expedición. Era un oficial del Ejército de Ocupación, había estudiado en Harvard y además, un ferviente impulsor de la Educación en la Isla. Creo que en Cuba tenemos una seria deuda con él porque nunca se ha estudiado su obra a fondo. Después de su nombramiento abrió más de 3 000 escuelas con capacidad para 130 000 alumnos. Y esto fue algo que los maestros comenzaron a ver como un elemento positivo.
En Estados Unidos, el magisterio cubano igualmente recibió enormes muestras de cariño del profesorado de ese país. Y lo más más importante: no hay un solo documento –al menos que yo conozca– donde se explicite las ansias del gobierno de Estados Unidos de americanizar a los cubanos a través de la enseñanza durante esa visita.
Responder completamente esta pregunta requeriría de un ensayo, y realmente prefiero que las interrogantes que queden en el aire puedan ser aclaradas durante la proyección del documental; pero no puedo dejar de afirmar que según mi experiencia, el viaje tuvo un saldo muy positivo, no solo para el magisterio, sino para la sociedad cubana de principios del siglo XX. Por ejemplo, el movimiento feminista y sufragista en Cuba tiene parte de su génesis en esa Expedición.
En 1900, Estados Unidos era uno de los países más desarrollados del mundo y en la Expedición había maestros que nunca habían salido de los pequeños poblados donde habitaban en la Isla. Esa experiencia, sin dudas, les cambió la vida para siempre.
Estos maestros, que representaban a todo el territorio, eran la primera hornada de los maestros cubanos a los que tanto mérito se les reconoce en la forja, en tiempo de paz, de la identidad cubana, de los valores cívicos, durante el siglo XX. ¿Cómo pudo la Expedición estimular esta función?
La gran mayoría de los maestros cubanos que asistieron a la Escuela de Verano de Harvard en el año 1900 nacieron en el último cuarto del siglo XIX. Habían sufrido en carne propia los estragos de nuestra última guerra de independencia, donde al final intervino Estados Unidos, y profesaban un gran sentimiento nacionalista. Sin embargo, no se conocían entre sí. En esa época, la posibilidad de vivir en La Habana y conocer a un maestro de Santiago de Cuba era muy remota, sobre todo en un país con terribles secuelas después de las luchas independentistas. Y es la Escuela de Verano de Harvard la que por primera vez reúne a maestros desde Guantánamo hasta Pinar del Río en un mismo espacio, dándoles la oportunidad no solo de conocerse, sino de proyectarse desde un punto de vista nacionalista y magisterial.
En Estados Unidos observaron un desarrollo que, por supuesto, deseaban que se materializara en Cuba, pero siempre a través de la soberanía y la independencia. En innumerables ocasiones fueron recibidos por el pueblo norteamericano con enormes carteles que decían: ¡Viva Cuba libre e independiente! Y eso los llenó de orgullo.
Todo lo que observaron, aprendieron, y debatieron sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba durante esa visita en el contexto de la Ocupación militar, seguramente fue llevado a las aulas de la Isla.
Podemos suponer qué huella dejó en esos jóvenes la estancia en Harvard. ¿Pero qué quedó de ellos en Cambridge? ¿Pudieron ellos dejar alguna influencia allá, más allá de las demostraciones de danzón? ¿Qué nos enseña para el presente esta historia?
La Expedición de los maestros cubanos a Harvard es uno de los hechos educativos y culturales más importantes ocurridos en el noreste de Estados Unidos en el verano de 1900. Todos los periódicos de la época se abarrotaron de titulares, relatando los detalles de la Escuela de Verano.
Con la visita, cambió la visión que se tenía de los cubanos desde el punto de vista racial. Los norteamericanos quedaron sorprendidos por el gran parecido que había entre ellos y los isleños, no solo físicamente, sino también a nivel cognoscitivo.
Hubo mucha tolerancia con los maestros que eran negros y mestizos, si se tienen en cuenta los estándares de la época.
Los círculos de élite de Cambridge y Boston se abrieron, posiblemente por primera vez, a una masa de individuos de origen popular. Los cubanos eran invitados constantemente a recepciones, sobre todo a las casas de individuos que tenían propiedades en Cuba, como era el caso de la familia Atkins.
Sin embargo, durante las primeras décadas del siglo XX la Expedición cayó completamente en el olvido, no solo en Cuba, sino también en Estados Unidos. Víctor Fowler piensa que esto sucedió porque la Escuela de Verano no fue “monumentalizada”, al no constituir una cuestión de Estado en ninguno de los dos países, sino una iniciativa de Alexis Frye, apoyada íntegramente por la Universidad de Harvard. Yo pienso lo mismo.
Actualmente, los detalles de todo lo que ocurrió durante los meses de julio y agosto de 1900 se encuentran en las bibliotecas Lamont y Widener, de ese centro de estudios estadounidense. Incluso, hay información disponible a través de Internet.
¿Qué cuenta el documental? ¿En qué historias se detiene? ¿Qué metáforas usa? ¿A quién pudiste entrevistar? ¿Conociste a algún descendiente de los maestros de entonces?
El documental narra la Expedición de los maestros cubanos a Harvard en el año 1900 desde un punto de vista analítico. Muestra los antecedentes que propiciaron esa visita, las opiniones discordantes sobre las intenciones reales de esa iniciativa mientras se consolidaban sus preparativos, cómo se manejó el tema del racismo, teniendo en cuenta que varios maestros eran negros, así como la logística planificada para recibir a las mujeres de la Isla, pues viajaban solas a un país extraño y constituían más de la mitad de los 1273 cubanos. Asimismo expone las asignaturas recibidas en la Escuela de Verano, las tensiones surgidas a partir del tema de la anexión de Cuba a Estados Unidos y el recorrido que hicieron por New York, Filadelfia y Washington, donde fueron recibidos por el presidente William McKinley, quien saludó y llamó a cada cubano por su nombre.
Pero esencialmente, este es un documental sobre la amistad entre Cuba y Estados Unidos: esa visita ha sido el mayor intercambio pueblo a pueblo que ha existido entre ambos países. Jamás una multitud de más de 1000 personas viajó de una nación a otra, formando un gran grupo, en un proyecto de este tipo.
Una gran historia de amor surgió entre Alexis Everett Frye, el Superintendente de Escuelas de Cuba, y María Teresa Arruebarrena, una maestra de Cárdenas que integró la Expedición. Como parte de la investigación, pude encontrar a dos de sus bisnietos que viven actualmente en Estados Unidos.
También contacté a Eliana Rivero, profesora emérita en el Departamento de Español y Portugués en la Universidad de Arizona, quien es la nieta de María de Jesús Hernández, maestra de San Cristóbal que también fue a Harvard en 1900.
Además de las tres personas mencionadas, participan especialistas de primera línea como entrevistados: Jorge Ignacio Domínguez y Alejandro de la Fuente, co-directores del Programa de Estudios sobre Cuba del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, los historiadores Marial Iglesias Utset, Yoel Cordoví y Julio César González Pagés, y el poeta y ensayista Víctor Fowler, quien además trabajó conmigo como guionista.
Universidad de Harvard hoy
Fotos: Milena Recio
Tú mismo has sido un “cubano de Harvard”. ¿Cómo surgió la idea? ¿Cómo trabajaste allá? ¿Qué te llevaste a casa además del documental realizado?
Conocí por primera vez la historia de la Expedición de los Maestros Cubanos a Harvard gracias a un artículo publicado por Yoel Cordoví en la revista Espacio Laical. Soy un ferviente estudioso de la historia de Cuba, pero reconozco que nunca había escuchado absolutamente nada de la Escuela de Verano de Harvard para los maestros cubanos en el año 1900. Un viejo amigo de la Universidad, Lenier González Mederos, me animó a hacer un documental sobre el tema.
Hice un proyecto y se lo propuse al Programa de Estudios sobre Cuba. Ellos aceptaron seguir adelante con el proyecto, y pude estar un mes en Harvard, donde tuve acceso a todo el material relacionado con la Expedición de los Maestros Cubanos y recibí un gran apoyo de todas las personas relacionadas con el proyecto; específicamente de Marial Iglesias, quien me ofreció mucho material bibliográfico; y de Erin Goodman, directora de Programas Académicos del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos: este documental también es su documental.
Cuando estuve en Harvard, Víctor Fowler estaba haciendo otra investigación en el Centro Hutchins, de esa Universidad. Le hablé de mi proyecto, se mostró muy interesado, y ya a nuestro regreso a Cuba, le propuse que concibiera el guion conmigo, y aceptó. Ha sido una relación profesional muy interesante, porque casi siempre hemos estado de acuerdo en todo. Tiene una capacidad de enlazar hechos y personajes que he visto en muy pocas personas.
La música del documental es de Edesio Alejandro. Quedé muy complacido. Cuando terminó de montar los temas, revisamos todo una y otra vez, y me dijo: “aquí se hace lo que tú digas, pero si está mal, no va”. Es alguien a quien respeto mucho. Su hijo Cristian igualmente jugó un rol muy importante en el montaje. Pero la gran sorpresa ha sido Eliades Ochoa, quien puso su guitarra a favor de esta historia, y compuso música original para el documental.
La narración estuvo a cargo de Niro de la Rúa. Siempre me ha gustado mucho su trabajo en el doblaje.
Las grabaciones se hicieron en el Estudio Blem Blem, que dirige Edesio.
No puedo dejar de mencionar a los diseñadores gráficos: Camilo Suárez Hevia, Lisett Ledón Fernández y Wendy Valladares Hernández. Al ser un documental sin escenas de ficción, todas las fotografías utilizadas tuvieron que cobrar vida a través del diseño, y ellos lo hicieron magistralmente. Son muy jóvenes, pero excepcionalmente talentosos.
Lo que traje a Cuba después de mi estancia en Harvard fue una verdad incorruptible: los pueblos de Cuba y Estados Unidos siempre han sido amigos. Sucedió hace más de 100 años durante la Expedición de los Maestros Cubanos, y sigue sucediendo ahora.
Preparaste el documental en 2016, el año en que el presidente Obama realizó una histórica visita a Cuba, en pleno proceso de normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Con el gobierno de Donald Trump el panorama ha cambiado drásticamente. ¿Cómo tu documental puede contribuir a seguir impulsando un camino de diálogo y convivencia respetuosa entre nuestros dos países?
Mi documental le mostrará al público cómo a pesar de las diferencias que existían hace más de 100 años, Cuba y Estados Unidos se unieron a través de sus pueblos para alcanzar un bien común.
La amistad es algo que se construye. Independientemente de las relaciones políticas que existan entre los dos países, hay una historia que estrecha la distancia. Tenemos que investigar más a fondo cómo la cultura cubana, a través de la diáspora, ha influido en el sur de Estados Unidos; pero también –y de esto se habla muy poco– cómo la herencia cultural estadounidense permanece en la sociedad cubana.
Somos pueblos amigos. Y es lo que mi documental muestra, de principio a fin. En una situación tan difícil como la que estamos viviendo, esa es la verdad que debemos sostener por encima de todo.
Notas
(1) Prólogo a “El Poema del Niágara” de Juan Antonio Pérez Bonalde. Este trabajo se publicó en Nueva York, en 1882, y fue reproducido en la Revista de Cuba, tomo XIV, 1883. En Obras Completas. Tomo 7. Páginas 223 a 238. Disponible aquí.
(2) Carta de Martí al director de La Nación, Buenos Aires, 14 de agosto de 1883. Disponible aquí.
me llama la atencion de que no habia o al menos no he visto el documental para confirmar si existia algun maestro cubano negro , de no ser asi, es logico ya que nuestra republica neocolonial fue configurada al american way of live.
Estimada Milena: Me parece excelente su articulo sobre un hecho poco conocido en nuestra historia, y me encantaria poder ver el documental. Soy nieto de Ramiro Guerra y Sanchez, y guardo algunos recuerdos de esa expedicion contados fundamentalmente por mi madre Leyda Guerra.
Me gustaria poder conversar con Ud. sobre el tema.
Mi correo electronico es santi221250@gmail.com
Atentamente
Alberto Santamarina Guerra
Coincido con el enfoque en cuanto a la “amistad entre los dos pueblos”, pero creo que hay cierto tono de apología y deslumbramiento subyacente, tanto en la entrevistadora como en el entrevistado. “En una situación tan difícil como la que estamos viviendo, esa es la verdad que debemos sostener por encima de todo”, me parece una afirmación demasiado sentenciosa: ¿será que esa es la verdad más importante en este momento? Por otra parte, decir que “esa visita ha sido el mayor intercambio pueblo a pueblo que ha existido entre ambos países” es desconocer muchos intercambios, incluso después del triunfo de la Revolución, que se han producido entre ambas naciones, y que han sido puente de músicos, intelectuales, científicos, etc. La visita de tan nutrido grupo de maestros a una de las universidades más famosas del orbe es sin duda un dato curioso, pero no creo que sea ni piedra angular de la herencia cultural estadounidense (que sin dudas existe) ni un pasaje histórico digno de mármoles. Es mi opinión, por supuesto, y respeto la voluntad del realizador (y de los patrocinadores), que dicta el contenido de su audiovisual.
Para Roberto
Pues lea y vea la foto de Regino Boti para que aprenda. Y no hay que exagerar, Cuba peleó contra los españoles hasta 1898. Esto sucedio en el verano de 1900 y ni había República ni se podia haber acabado con la discriminación porque era imposible a esa fecha…discriminacion que, por cierto, Fidel Castro tampoco pudo eliminar totalmente….asi que a ver como sigue la fiesta
Sí hubo maestros negros en la expedición y no sólo eso, sino que la cuestión de raza fue parte importante de lo ocurrido durante el viaje. En el documental se habla de ello en más de una ocasión. O sea, hay que esperar a verlo.
“En Estados Unidos, el magisterio cubano igualmente recibió enormes muestras de cariño del profesorado de ese país. Y lo más más importante: no hay un solo documento –al menos que yo conozca– donde se explicite las ansias del gobierno de Estados Unidos de americanizar a los cubanos a través de la enseñanza durante ese período”.
Pues afirmativo, no se vaya con la de trapo. Le remito a Cuba United States Ties of Singular Intimacy, para que vea las fuentes oficiales que Lou Perez Jr. cita al respecto. Uno de ellos nada menos que de Leonard Wood. Esto al margen de las reacciones de aquellos maestros cubanos y su comportamiento. La cuestion no es lo que se quiera logar por parte del gobierno…Los cubanos no son arcilla, algo que los talibanes de alla abajo parecen olvidar con demasiada facilidad.
Miren que cosa, desconocía este evento histórico. La verdad es que uno aprende cosas nuevas todos los días. Hasta Ramiro Guerra y Regino Boti estuvieron allí. De lo que se de Historia de Cuba gran parte se lo debo a Ramiro Guerra. Recomiendo sus libros.
Pudiéramos ir más atrás y recordar cuando las damas de La Habana vendieron sus joyas para enviar el dinero a George Washington..para que pudiera pagar a sus tropas…y mucho más acá cuando hubo cubanos que combatieron en el bando norteño en la Guerra Civil de EE.UU…
Los pueblos de EEUU y Cuba nunca han sido enemigos, nadie del liderazgo de la Revolución cubana nunca profirió lo contrario..ahora, de lo que si hay abundante y abrumadora evidencia, es que la clase gobernante de EE.UU. NUNCA ha querido una Cuba independiente.
Pero si, existe abundante evidencia histórica de como durante esos años, como dice Roberto..nuestra incipiente “República” se configuró al American Way..cómo los pasos que dió el gobierno interventor para favorecer la entrada de las iglesias protestantes y del gran capital norteamericano, que ya estaba presente. qué otra cosa no fue sino el desmovilizar al Ejército Libertador, el impedir a los independentistas ser parte de las negociaciones del tratado de París, el socavar la autoridad de Máximo Gómez y de la Asamblea del Cerro y finalmente…imponer la Enmienda Platt ?
Por demás, ya veremos el documental.
Interesante historia, soy nieta de Enrique Guilarte, maestro de Baracoa, antigua provincia de Oriente, quien conformó el grupo de los 6 maestros de la región de Baracoa que participaron en la escuela de verano, y si habian negros, mi abuelo fue uno de ellos. Gracias por realizar ese documental que realmente existen muchas personas que desconocen de esa parte de la historia del magisterio cubano. Hace unos años comencé a investigar sobre la vida de mi abuelo como maestro y encontré en la tesis de doctorado de mi tia Blanca Rosa Guilarte Rodriguez, hija de Enrique, esos datos los que me llenaro de gran curiosidad por lo que solicité a la Universidad de Harvard datos de ese acontecimiento, ellos me facilitaron la lista de todos los cubanos que fueron en esa excursión además de las fotos que conservaban de la misma. Me llena de orgullo saber que mi abuelo formó parte de ese grupo de cubanos, porque además trasmitió a sus hijos altos valores morales y patrióticos pues fue hijo de Maria de los Ángeles Guilarte (Buenaventura Martínez-nombre de guerra) proveniente de Santo Domingo, quien fuera veterana de la guerra de independencia de Cuba. A ellos y a todos aquellos maestros que participaron en la excursión toda la honra y el respeto pues continuaron realizando su labor de enseñar en aquellos tiempos dificiles siempre con los pincipios martianos legados por los próceres de la independencia. Mis felicitaciones para el realizador del documental. Los maestros cubanos en todos los tiempos han dejado huellas por su labor de educar.