En abril reflejamos qué había detrás de la crisis en Nicaragua. Decíamos que las protestas que hubo en la capital, Managua, entre el 18 y el 22 de abril fueron reprimidas de manera salvaje por la policía. Una reforma al sistema de seguridad social propuesta por el gobierno que promovía mayor pago al fisco, fue lo que encendió la mecha.
Hoy, tres meses después, el conflicto se profundiza. Los momentos más tristes son aquellos en los que se asume una actualidad terrible y al mismo tiempo la certeza de que será todavía peor. Este es el cuadro de situación en Nicaragua al día de hoy.
1- Todo mal
Dejó de funcionar el triángulo que sostuvo a Ortega en el poder en la historia contemporánea: capital nacional, leales y Ejército. El presidente ya no convence. Ni al empresariado local, ni al empresariado extranjero.
La represión se volvió cotidiana. Pero la fuerza ya no genera miedo y menos respeto. La policía reprime asesinando y la gente sigue saliendo a la calle. Si para gobernar hace falta una mezcla de coerción y consenso, Ortega perdió las dos. El problema es que a pesar de eso sigue gobernando. Se niega a convocar elecciones anticipadas porque eso “crearía inestabilidad, inseguridad y empeoraría las cosas”.
En Nicaragua hoy está en crisis la economía, la seguridad, el oficialismo y hasta la oposición, la Iglesia, los empresarios. Pero sobre todo la paz y el tejido social. Ya hay 400 presos políticos, 292 muertos, 1500 heridos y 156 desaparecidos.
La inmensa mayoría a manos de las fuerzas de seguridad gubernamentales oficiales o paramilitares. La inmensa mayoría jóvenes.
2- Le dan la espalda
Cada vez más de sus propios seguidores lo acusan de haber “secuestrado” el partido para su clan familiar. Muchos ex sandinistas le dan la espalda a Ortega.
Varios referentes progresistas de la región también. Mujica le dijo “a veces hay que reconocer cuándo irse”. Leonardo Boff, teólogo progresista cercano a Lula da Silva, dijo: “Nicaragua necesita del diálogo, pero antes de todo, que las fuerzas represivas cesen de matar, especialmente a jóvenes. Esto es inaceptable”. Venezuela lo sigue respaldando políticamente aunque económicamente no tanto: la cooperación chavista se redujo más de un 50 por ciento.
3- El rol de EE.UU.
EE.UU. hasta hace poco tenía una relación cercana con Ortega, a pesar de las críticas en el discurso. Ortega no representaba para ellos el mismo problema que Fidel y Raúl Castro, Chávez y Maduro, sino que daba en el fondo “paz y estabilidad”.
Por eso en estos días el presidente de Nicaragua cedió a Fox News una entrevista, buscando calmar las aguas en la Casa Blanca, hasta dijo que un diálogo con Trump “sería lo ideal”.
Pero en el norte no le toman la mano: el vicepresidente Pence lo exhortó a convocar elecciones, el Senador Marco Rubio advirtió que existe un riesgo “real” de que Nicaragua caiga en “una guerra civil”. Y la Cámara Baja condenó la situación nicaragüense. No es parte de la estrategia estadounidense actual la intervención militar en América Latina.
4- Llueven críticas y denuncias
El escritor Sergio Ramírez dijo: “Espero que no se repita la historia de Nicaragua y las armas no se impongan a la sociedad civil”. Otra escritora nicaragüense, Gioconda Belli, ha declarado: “Ortega ha escrito una de las páginas más negras de la historia de Nicaragua, estamos asqueados”.
Una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA visitó el país y luego redactó: “Los hallazgos de la visita de trabajo muestran que la violencia estatal ha estado dirigida a disuadir la participación en las manifestaciones y que siguió un patrón común, caracterizado por: el uso excesivo y arbitrario de la fuerza policial, incluyendo el uso de la fuerza letal de manera deliberada y sistemática; el uso de grupos parapoliciales con la aquiescencia y tolerancia de las autoridades estatales”. Hasta el Secretario General de la ONU exigió el fin de la violencia.
5- El diálogo está descompuesto
Hay mesas de diálogo, pero en paralelo la violencia en las calles no frena. Además hay fuertes acusaciones entre los que forman parte del diálogo. Ortega intenta criminalizar a los obispos. El presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), cardenal Leopoldo Brenes, anunció que están evaluando su continuidad como mediadores del diálogo nacional, tras ser acusados de ser “parte de un plan golpista” por el presidente.
6- ¿Quiénes sostienen las protestas y quiénes reprimen?
No solo protestan los anti-sandinistas y no solo reprimen los sandinistas. Más de 300,000 nicaragüenses desfilaron en Managua encabezados por el movimiento Madres de Abril que agrupa a familiares de las víctimas de las masacres.
En las calles no solo está la oposición de siempre; también hay movimientos sociales. Y muchos jóvenes: el más emblemático se llama Lesther Alemán. Lesther tiene 20 años, estudia Historia y le pidió a Ortega en su cara la renuncia. Ahora debe vivir escondido.
La población que protesta sigue desarticulada. Eso, si bien le quita potencia frente al gobierno y de cara a lo que pueda venir después, es un símbolo de que el origen de los que protestan es múltiple, diverso y heterogéneo. En una palabra: popular.
7- ¿Qué queda de la Revolución? ¿Qué pasará?
El 19 de julio se cumplieron 39 años de la Revolución Sandinista contra el dictador Anastasio Somoza. De esa gesta participó el joven Daniel Ortega. Quien hoy, con 72 años, reprime a los jóvenes que protestan. El gobierno de Ortega ya no es socialista; no lo es hace rato.
En algunos países el socialismo solo ha servido para repartir equitativamente la pobreza. En el país de Ortega, ni siquiera: es uno de los tres países más pobres de la región, a pesar de haber tenido cierto crecimiento. Sucede que ese crecimiento se licuó con la corrupción y se financió con deuda. La deuda externa representa hoy en Nicaragua el 80 por ciento del PIB.